![Encuentro de encajeras en el Polideportivo de la Rondilla.](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202210/15/media/cortadas/bolilleras-kCIB-U180383763888Ul-624x385@El%20Norte.jpg)
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«La cosa es salir». Ese es el fin supremo que busca la organización del encuentro de encajeras de bolillos que este sábado ha vuelto a organizar su evento anual después de dos años por la pandemia. Una excusa, la de promulgar el arte de los alfileres y los palos, para mantener un contacto con asiduas de los bolillos de todos los rincones de la geografía nacional. Estaban representadas las provincias de Castilla y León, pero también había aficionadas de Cataluña, Galicia, País Vasco, Cantabria...
Aficionadas todas ellas a las que les motiva más estas quedadas anuales para visitar Valladolid que si vuelve a aparecer en escena Jason Derulo. Vamos, que el encaje de bolillo también trae turismo y reserva habitaciones de hotel con el otoño, aunque no lo parezca, presente. Con estos mimbres, en el Polideportivo de la Rondilla no entraba ni un alfiler más. Literal y nunca mejor dicho. Hasta 700 personas, principalmente mujeres, se han sentado en algunos de los huecos de las mesas alargadas instaladas en la cancha deportiva para mantener una jornada de convivencia.
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Desde primera hora de la mañana empezaron a hacer sus movimientos con las manos para crear sus elaboraciones a la par que comentaban con la compañera de al lado sus trucos perfeccionistas. «Hemos tenido que cortar el número de participantes, pero querían venir muchas más personas. Está funcionando demasiado bien», apuntaba Paqui Jimeno, una de las organizadoras del evento, en la superficie deportiva de la pista.
Después de dos años de parón por la covid (durante todo este tiempo era impensable aglutinar a 700 personas en un mismo recinto), este arte ha vuelto con más fuerza que en las otras diez ediciones. «Al final esto no deja de ser un hermanamiento de personas. Vienen hasta Valladolid y cada una de las personas hace lo que quiere para llevárselo de recuerdo. Comparten experiencias y la cosa es salir», añade Jimeno, quien cuenta con orgullo el éxito de esta nueva edición y, sobre todo, de ver rostros más jóvenes. «La mayoría de las mujeres tienen ya una edad, pero también se acercan niñas y adolescentes. Hay que introducir ese gusanillo entre los jóvenes para que este encuentro continúe. Vamos a por otros diez años y los que hagan falta», agrega Paqui Jimeno antes de un sorteo entre los participantes de este domingo.
Junto a las mujeres también se ha visto este año algún hombre. Algunos de ellos acompañaban a sus esposas, otros observaban y otros, menos frecuentes, le daban al bolillo. Era una mañana diferente, pero entretenida a todos los niveles.
En el perímetro de todos los participantes se ubicaron diferentes comerciantes para promocionar sus productos. Saben del tirón de este evento y no se lo quieren perder. De hecho, muchos de los que ya han viajado en otros años, repiten. Es el caso de Jordi Roca, que llegó anoche a Valladolid para desplegar sus productos artesanales. En esta ocasión, no le va todo lo bien que a él le gustaría. «Hay muchas encajeras en este encuentro. Así que normalmente merece la pena venir a un encuentro que reúne a centenares de personas, aunque este año no sé cómo saldrán las cuentas», detalla Roca.
Josefina López, comerciante
Este artesano catalán empleará 150 euros en combustible, más 60 euros de pernocta y la manutención de estos días. «Hay una competencia fuerte y eso se nota. Mi producto lo hago yo y no empleo copiadoras. Aun así, el próximo año aquí estaré de nuevo», describe ilusionado.
En la otra punta del polideportivo se encuentra Josefina López. Su trayecto hasta tierras vallisoletanas lo encaró el viernes desde Orense. «En Galicia vemos productos diferentes y aquí hay grandes expertas. Además, las personas son muy amables. Eso sí, nos gustaría ver a gente más joven en estos eventos», añade.
Y esa será la futura misión para próximas ediciones, pero en esta ocasión el objetivo estaba cumplido: compartir experiencias, divulgar una afición ancestral y «salir» del día a día.
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