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Una tasa de desempleo que rondaba el 11%, unos niveles de renta familiar en ascenso (y a un ritmo cada más acelerado), una recuperación que parecía consolidada. La economía vallisoletana mostraba una sonrisa cada vez más generosa en la fotografía previa al coronavirus (el Instituto Nacional de Estadística ha consignado esta semana las razones para ello), pero la pandemia, las consecuencias derivadas del confinamiento y la lenta vuelta a la actividad han trastocado por completo aquella imagen. ¿Hasta qué punto?
Las entidades sociales que trabajan a pie de calle ya alertan de una situación complicada para miles de hogares. Cruz Roja ha visto cómo se ha incrementado el 40% el número de familias que precisan ayuda alimentaria durante abril y mayo. Las colas para recibir víveres en San Vicente de Paúl no dejan de crecer.
«La situación se pone muy complicada», asegura Lucía Castillo, técnico del programa de empleo de Cáritas, entidad que el martes participó en un encuentro virtual que congregó a las administraciones con las principales ONG de la ciudad. Desde el año 1999, se reúnen de forma habitual para coordinar su trabajo en tres ámbitos (recursos, jurídico, empleo). Los encuentros vinculados con los programas laborales se solían celebrar cada dos meses. Desde que se desató la alerta sanitaria se han reunido ya tres veces porque es demoledora la pérdida de ingresos en los hogares (ERTE, despidos, retrasos en las prestaciones). Fundación Rondilla, Procomar, Accem, San Vicente de Paúl, YMCA, el centro Albor, Red Íncola o la asociación Progestión subrayaron el aumento de peticiones de ayuda para hacer frente al pago de alimentos, de suministros, de vivienda. «Y en verano llegarán seguro muchos más casos», resume Castillo.
Los últimos datos dicen que hay 36.679 trabajadores afectados por un expediente de regulación de empleo en Valladolid (y eso, sin contar los empleados de aquellas empresas que tienen sede aquí, pero también en otras provincias). El paro en abril alcanzaba a 35.454 personas (el 9%, 2.999 más que en marzo). Y en unos días se sabrá el incremento registrado en mayo. Las entidades sociales participantes en la reunión mostraron su preocupación por que muchos de estos expedientes temporales de regulación se traduzcan finalmente en despidos.
Especiales coronavirus
«Los retrasos en el pago de los ERTE y otros subsidios hace que haya hogares que no tengan ingresos. Y los problemas de vivienda ya han llegado. Ya están aquí. Cientos familias viven al límite. Hay una línea muy fina que les separa de la exclusión. Y muchos ya la han rebasado. Son hogares donde es muy difícil ahorrar, que viven al día, que no tienen colchón. Y en algunos casos, suele ocurrir sobre todo con población extranjera, que tampoco tienen aquí una red familiar o social que les pueda echar una mano», explica Castillo. «Las personas que estaban en situación de exclusión, que ya eran los últimos, ahora son los últimos de los últimos. Porque se están dando situaciones sobrevenidas. Personas que tenían un trabajo, formación, competencias profesionales, un pequeño negocio que ha tenido que cerrar... y que no necesitaban antes la atención de los servicios sociales. La impresión general es que está llegando mucha gente nueva a solicitar ayuda», concluyen los participantes en la reunión.
Ya hay ONG que han empezado a prestar atención presencial con cita previa (sobre todo para tramitar las solicitudes de desempleo en el sector doméstico) y la mayor parte, con sus trabajadores y técnicos ahora en teletrabajo, volverán a sus sedes en la fase 2, aunque durante estas semanas han reforzado la atención 'on line' y aunado esfuerzos. «Lo que venga va a ser muy duro», alertan.
Todo esto, provocará una drástica ruptura en la evolución que presentaba la provincia en los últimos años. El INE ha publicado esta semana Urban Audit, un informe anual que analiza los indicadores sociales y económicos de las 127 ciudades más importantes del país. Y es el reflejo de unos tiempos mejores. Los últimos datos disponibles dicen que la renta media por hogar en Valladolid se situaba en 31.453,47 euros (tres mil euros más que la media nacional). Había crecido en 507 euros respecto al año anterior. Y aquí se tiene en cuentan los ingresos de todos los miembros que conviven (netos de impuestos y cotizaciones), incluidos los rendimientos del trabajo, las rentas de capital y propiedad, las prestaciones sociales...
El conjunto de la capital está lejos de las zonas más ricas de España (Pozuelo de Alarcón, con 83.388 euros, Majadahonda, con 61.837), pero hay barrios vallisoletanos que se sitúan muy por encima de la media, al nivel de ciudades como San Sebastián (41.050 euros). Los últimos indicadores dicen que la renta en la zona centro y Universidad (donde residen 13.663 personas, según el padrón)está en 42.172 euros. Es el distrito con más ingresos familiares de Valladolid, casi el doble de Pajarillos Bajos (23.325 euros).
Fueron, sin embargo, los barrios tradicionalmente más empobrecidos (Caamaño-Las Viudas, Pajarillos) los que más vieron crecer sus ingresos en los últimos meses, por esa extensión de la recuperación económica, con la caída de los niveles de paro, extendida también a estas zonas donde la recesión más golpeó. Ahora, la crisis sanitaria del coronavirus, no solo pone en peligro estos datos, sino que amenaza con acrecentar la grieta social y aumentar los desequilibrios. Especialmente, en sectores como la hostelería o los operarios de producción, muy heridos por la crisis. Por debajo de la media nacional en renta por hogar se situaban también otros barrios como Delicias, La Rondilla, Vadillos, San Juan o Batallas. En estos indicadores inciden factores como la tasa de empleo, pero también hay que tener en cuenta el alto porcentaje de población mayor de 65 años, que hace que el principal ingreso en esa vivienda sea la pensión.
El informe Urban Audit que acaba de publicar el INE no solo pone el foco en la cuestión económica, sino que también alumbra varios cambios sociales registrados en la ciudad durante los últimos años. La comparación con estudios anteriores permite comprobar cómo han cambiado varios indicadores en la última década. El primero, es que Valladolid es una ciddad cada vez más envejecida. En 2010, la edad mediana de los vallisoletanos era de 44,08 años. En el año 2019 se situaba en 49,09 años. Es la quinta ciudad más envejecida de las 127 incluidas en el informe. Tan solo están por delante Ferrol (50,57), León (49,77), Avilés (49,7) y Salamanca (49,53). En el otro lado de la tabla, Melilla y Ceuta (34, 8 y 37,11 años), seguida de Rivas-Vaciamadrid (38,52).
En esto influye una mayor esperanza de vida (83,8 años de media, la ciudad número 26; la primera es Pozuelo de Alarcón, 86,02) y una menor tasa de natalidad. La media es de 1,2 hijos por mujer en Valladolid (en España, de 1,31). El 12% de la población tiene menos de 14 años. El 26,10%, más de 65 años (cuando en 2010 eran el 19,94%).
Otro indicador vinculado con la infancia es el porcentaje de menores de cuatro años que acuden a guarderías y centros de educación infantil. En 2010, eran el 20,23%. En 2019, la cifra creció hasta el 46,24% en la capital. Y se dispara hasta el 62,28% si se incluyen los municipios del alfoz (con más población infantil, como Zaratán,Arroyo, La Cistérniga).
El envejecimiento de la población (unido a otros fenómenos, como rupturas matrimoniales o retraso en la edad de matrimonio) hace que se haya incrementado el porcentaje de personas que viven solas. En 2010, suponían el 28,08% de los hogares de Valladolid capital. Hoy son ya tres de cada diez (el 30,81%). El paro se situaba a finales de 2019 en el 11,07 en Valladolid y los municipios de su entorno. Empezó la década con el 15,3% y halló máximo en 2013, con el 20,21%.
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