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Dicen que la actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia. Y, en el caso de Alejandro Rubio Huerta, ha sido el ingrediente esencial para obtener el mejor resultado del examen MIR de la Universidad de Valladolid y el puesto 21 en el ... ranking nacional. Con una nota de 149,33 puntos sobre 200, este leonés nacido en el año 2000 podrá elegir la especialidad y el hospital que desee para formarse como médico residente.
Atrás quedan muchos meses de estudio, de nervios y de intensa preparación en Oviedo. Jornadas interminables y sacrificios personales que ahora sabe que han merecido la pena. «Se ha hecho largo. Intenté abstraerme un poco y conseguí no pensar demasiado en el examen hasta que casi lo tuve encima. Me he preparado en una academia, con clases presenciales y también online. Allí éramos muchos los que estábamos estudiando el MIR y eso ayuda bastante. Hemos hecho mucha piña y eso viene muy bien, sobre todo cuando uno está bajo de ánimos ya que nos ayudamos unos a otros«, reconoce.
Estaba pasando unos días de descanso en Italia cuando se ha enterado de su excelente resultado. La sorpresa y la alegría han sido inmensas. También para su familia. «Nunca me imaginé quedar en tan buena posición. Antes de hacer el examen eso era algo impensable para mí. Una vez que lo hice, salí tan contento que empecé a pensar en la posibilidad de quedar entre los 100 primeros, pero el resultado ha mejorado todas mis expectativas», señala satisfecho.
Neurología, Cardiología, Dermatología, radiodiagnóstico… son algunas de las especialidades que baraja, pero no lo tiene claro. «Bendito problema el de poder elegir», dice entre risas. «Ahora tendré un periodo de reflexión, en el que tendré que hablar con médicos que estén ejerciendo para tener feedback sobre las diferentes especialidades. Tengo que valorar muchas cosas y debo hacerlo con la mente fría, porque es una decisión difícil», comenta. Lo mismo le ocurre con la ciudad y el hospital de destino. Entre sus preferencias están León, Valladolid, Madrid y Oviedo, pero no descarta otras opciones. «No me quiero ir demasiado lejos», comenta.
La vocación por la Medicina le llegó de forma tardía, mientras cursaba Bachillerato en el Sagrado Corazón-Jesuitas de León. «No tenía claro a que quería dedicarme y a medida que se iba acercando el momento de ir eligiendo, pareció una bonita carrera. No me arrepiento para nada de la decisión que tomé. Lo que más me motiva de esta profesión es contribuir a mejorar la vida de las personas», comenta.
Alejandro es un joven deportista, amante de la fotografía y de pasar tiempo de calidad con sus seres queridos. De los seis años que ha estado estudiando en la Universidad de Valladolid se queda con todo lo aprendido y con la gente que ha conocido. «Es una carrera muy exigente, que requiere muchas horas de estudio. Algunos cursos han sido especialmente duros. Ahora me queda lo mejor, que es poner en práctica todos los conocimientos para ayudar a la gente en los momentos difíciles», dice. «Me siento muy orgulloso de haber estudiado en Valladolid. Ha sido un tiempo muy provechoso, de mucho estudio, pero en el que he conocido mucha gente estupenda y me lo he pasado también muy bien. Sólo pienso en aprender mucho en estos años de residencia, que serán muy intensos. Lo que me toca es seguir aprendiendo», reflexiona Alejandro, con la humildad de quien sabe el camino que tiene aún por recorrer.
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