Valladolid

Con el agua hasta la cintura para retirar toneladas de troncos del Pisuerga

Dentro del agua, Juan Antonio Crespo, presidente de AMA el Pisuerga, lucha con sus compañeros para sacar uno de los troncos del río. «No es una tarea fácil, cada uno puede pesar más de mil kilos. Hay que tener en cuenta que llevan semanas, incluso meses en el agua, y eso hace que tengan un peso mayor», explica. Para poder hacerlo, se apoyan en la fuerza del vehículo de otro de los voluntarios de la asociación. «Es la primera vez que lo tenemos para ayudarnos», apunta otra de las miembros. Marcha atrás, y amarrado a una cuerda atada a la parte delantera del coche, consiguen sacar uno de los troncos. «Fíjate, este tendrá unos 14 metros de largo», calcula Crespo.

Parece fácil, pero sacarlo ha llevado más de veinte minutos y la ayuda de diez personas y un vehículo. «El proceso más habitual es cortar el tronco, amarrarlo y sacarlo en varias partes», explica el presidente. Una vez fuera del agua, los agolpan y es el Ayuntamiento el encargado de llevárselos. Su anterior actuación similar fue en marzo de 2023 y suelen retirar troncos cada seis meses, una labor que complementan con otras acciones medioambientales por la ribera del río. «La última vez sacamos nueve toneladas de madera. Pero luego se utilizan, entonces se guardaron para la hoguera de San Juan de este año», comenta Crespo.

Este sábado han centrado su actuación en las aceñas del Pisuerga, las tres estructuras de piedra que se encuentran cerca de la playa de las Moreras. Es una zona donde es difícil retirar los troncos, pues se quedan encajonados entre los restos de lo que fueron antiguos molinos de harina y de los que hay registros desde el siglo XIII. Esta función que una vez tuvieron, y ahora olvidada, también influye en la corriente del río en este tramo, donde se ubica la pesquera y que dirige el agua hasta la estructura. Antes, eso ayudaba a que funcionarán los viejos molinos de harina, pero ahora favorecen la acumulación de troncos.

«Ya no solo tienes que trabajar con el peso y dentro del agua. También con la corriente del propio río, que en esta zona es muy fuerte. Es el mayor peligro», resume Crespo. Otras veces, explica, consiguen desatascar los troncos y ya el propio río se ocupa de llevarlos, pero esta vez han contado con un factor en contra. El triatlón de Valladolid, que se celebra este fin de semana, les imposibilita dejar las ramas a merced de la corriente, ya que pondría en peligro a los participantes.

Durante su labor, los voluntarios de AMA el Pisuerga también retiran otros escombros, pero estos no se acumulan de manera natural. «Cada semana sacamos kilos de basura. No solo de aquí, también del Esgueva. Retiramos residuos de manera permanente, hasta carros de la compra y colchones», apunta el presidente, que lleva a una papelera una bolsa llena de latas y botellas que ha encontrado.

Uno de los problemas de la acumulación de los troncos en las aceñas del Pisuerga es que deteriora la estructura. «Se desprenden piedras que tienen una historia de la que hay indicios desde el siglo XIII», explica Arturo Balados, arqueólogo que acompaña a la asociación este sábado. Desde la orilla observa el trabajo de los voluntarios, con quienes lleva trabajando desde que se fundó la asociación, en octubre de 2021. «Es un recuerdo del pasado medieval, que está en un proceso de depreciación permanente. Es una pena porque es de las estructuras más antiguas de Valladolid de las que hay vestigios», explica.

En 2017 se planteó por primera vez un proyecto arqueológico para recuperar las aceñas del Pisuerga. Una iniciativa que arrancó hace cuatro años, incluso comenzaron las obras para rescatar estos elementos arquitectónicos. Se inició la primera fase y, desde entonces, hasta ahí. «El proyecto quedó desierto. Pero es un patrimonio que se debe proteger y hacerlas practicables. Hay que agradecer la labor de los voluntarios, los troncos hacen daño en la estructura y de la zona del tajamar ya se ha desprendido alguna parte», asevera Balado.

De hecho, junto a él se acumulan varias de estas piedras que se han caído con las crecidas del Pisuerga y que esperan a ser colocadas de nuevo. «Lo ideal sería encontrar dónde estaban y poder reconstruir esa parte. Después recuperar el proyecto y hacer que las aceñas sean practicables para todos», culmina el arqueólogo.