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Otros años, el servicio de Parques y Jardines se dedica durante estas fechas finales de abril a «engrasar los sistemas de riego», a revisar bombas y bocas para cuando sea preciso activar goteos, mangas y aspersores. El refuerzo de agua suele llegar de mayo a ... octubre. Fuera de estas fechas, no es necesario. Con lo que cae del cielo basta.
Pero este año, sin embargo, la ausencia de lluvias y las altas temperaturas han obligado al Ayuntamiento a adelantar los plazos. En algunas zonas, ha sido necesario programar riegos esporádicos después de que estas últimas jornadas de sol y calor hayan «secado algo» los tapices de parques y jardines. «Estamos ante un atípico mes de abril desde el punto de vista de riegos», reconoce Ángel Asensio, director del servicio.
La situación está todavía lejos de la extrema sequía registrada en el año 2017, cuando la Confederación Hidrográfica del Duero prohibió el uso de agua del Pisuerga para el riego de las zonas verdes de la ciudad. Esto dejó un paisaje de tapices, setos y árboles dañados, y el año se cerró con unos daños valorados en 861.411 euros.
De momento, en este 2023, se ha activado un plan de restricciones para concesionarios de toma de agua para riego en Pisuerga-Bajo Duero (se hizo el pasado 11 de abril, con una dotación máxima de 3.500 metros cúbicos por hectárea para los regadíos por «situación excepcional por sequía extraordinaria«). Esto afecta, especialmente, al regadío agrícola. Desde la CHD sí que aconsejan a los Consistorios «responsabilidad» ante un año que se presenta complicado.
Desde la Confederación recuerdan que, entre los días 1 y 17 de abril, «en más de la mitad de España no cayó ni una sola gota». «En conjunto, se registraron cinco litros por metro cuadrado, valor que solo representa el 15% del promedio normal de esos primeros 17 días de abril». Actualmente el nivel de reservas global en los embalses de titularidad estatal gestionados por la CHD se sitúa en el 74,9 %, lo que supone ya diez puntos por debajo de la media.
El programa habitual de riegos en Valladolid, en un año «normal», fija uno o dos días a la semana en mayo, 3 o 4 días en junio y septiembre y en torno a los cinco días en julio y agosto, cuando más aprieta el calor. En octubre, depende del año y el riego suele ser esporádico durante la primera quincena. Pero este año, la campaña de riego se ha tenido que adelantar.
Y no solo ella. También viene adelantada la floración (prunus, almendros, robinias) y las plagas. Ya se ha detectado pulgón, cuando lo habitual es que esto se produzca en torno a veinte días o un mes después. Esto ha obligado también a anticipar los tratamientos antiplagas. Y esto puede tener un pequeño inconveniente. El Ayuntamiento de Valladolid apenas utiliza insecticidas o productos químicos y, en su lugar, apuesta por la lucha biológica, con el empleo de insectos depredadores que que atacan el pulgón.
Un caso muy típico es la mariquita. Se colocan blíster colgados de los árboles con este animal de lunares que combate el pulgón y lo mantiene a raya. El problema de adelantar este batallón de depredadores es que las temperaturas máximas en las horas centrales del día son muy altas, es verdad, pero en abril las mínimas todavía son muy bajas (en comparación, por ejemplo a mayo) y esto puede afectar a la supervivencia de esos insectos depredadores.
Hay otro efecto colateral de esta ausencia de lluvia. Al no haber tanta agua, la vegetación no ha crecido de forma tan exuberante y los trabajos de desbroce en caminos, parcelas o medianas se han reducido en torno al 80% con respecto a un año normal por estas fechas.
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