La administración que ha regado con millones Vadillos: «Es como si nos hubiera tocado a nosotros»

Un vecino del barrio, según las sospechas del propietario y de las trabajadoras, selló días antes el boleto que le ha convertido desde el 10 de octubre en millonario. «No hemos dormido, tenemos ojeras. Esto es como si nos hubiera tocado a nosotras», relatan Blanca Galindo y María José Puertas, las dos empleadas que trabajaban hoy despachando nueva ilusión, sonrisas y nuevos boletos.

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El Norte

Porque aún no se lo creen, a pesar de que el propietario del negocio, Fernando Galindo, les informara ayer de un logro que se comentaba este martes por la propia administración y en la plaza de Vadillos. «Tengo 64 años y antes de llevar la administración, la tenían mis padres. En 50 años de historia, nunca hemos repartido tanto dinero. Da la casualidad que en febrero de 2021, dimos 1,3 millones con la Bonoloto. Estamos abonados a ese juego y ahora lo importante es que la racha no pare con la Lotería de Navidad», ha resaltado ilusionado Fernando Galindo, que destaca los casi 6 millones que ha repartido en menos de dos años.

«Estamos muy orgullosos de que ese dinero se haya quedado, con toda probabilidad, en el barrio porque tenemos muchos clientes asiduos. Aunque somos conscientes de que nadie va a venir diciendo que le han tocado 4,3 millones de euros», ha apuntado. «Hoy no hemos recibido ninguna caja de bombones anónima para felicitarnos», han resaltado Blanca y María José.

Precisamente estas dos mujeres, hermana del propietario y trabajadora de la administración desde hace un año respectivamente, eran la cara visible de la ilusión. «Se está viviendo una crisis y se nota. Vender ilusión y premios nos reconforta», han agregado, mientras ponen el punto de mira ya en la lotería de Navidad. «Queremos que la racha no pare, aunque ya hemos repartido segundos y terceros premios del sorteo más popular del país», concluyen los 'otros' agraciados de los 4,3 millones de Vadillos.

Fuera del despacho de lotería, todos los que pasaban por el escaparate se fijaban más en el cartel que en los propios disfraces. «¡Qué suerte!», exclamaban con cierta envidia, pero ilusionados de que la suerte haya sonreído al barrio.