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Carolina Amo
Valladolid
Miércoles, 5 de julio 2023, 19:41
Sorpresa, aunque parezca increíble tras los sucesivos anuncios, dudas, incertidumbre y liberación son algunas de las sensaciones que se han podido respirar, esta vez sin mascarilla, en los hospitales, centros de salud y farmacias de Valladolid. El Boletín Oficial del Estado ha publicado pasadas las ... siete de la mañana el decreto aprobado ayer en el Consejo de Ministros por lo que la crisis sanitaria ocasionada por la covid se da por finalizada. Desaparece así la única norma que quedaba aún vigente, la del uso obligatorio de la mascarilla en centros de salud y sociosanitarios, aunque se sigue utilizando en espacios donde los pacientes están en una situación vulnerable, como las zonas de oncología, los quirófanos y en áreas de infección alta.
Son muchas las dudas que han surgido esta mañana a las puertas de los centros sanitarios. Preguntas como «¿ya no es obligatoria? o ¿desde cuándo no hay que llevarlas?» se repetían en el centro de salud Plaza del Ejército. La respuesta no ha tardado en llegar. Los celadores del centro han comenzado a quitar los carteles de obligatoriedad de las entradas y los pasillos resolviendo cualquier duda que los pacientes pudieran tener al respecto.
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Y es que aunque la norma entró en vigor el pasado martes, la notificación había llegado a «escasos minutos de comenzar la mañana», según informaba Irene Asenjo, coordinadora del centro de salud.
En el exterior, consultas, caras de sorpresa y alguna queja. En el interior, pacientes que aún no se atreven a despegarse de su compañera de pandemia y otros que pasean despreocupados con ella en la mano. Pero la acogida de la nueva medida ha sido mayoritariamente positiva. Algunos exclamaban aliviados un «ya era hora» o comentaban que les parecía bien «porque si en los autobuses no hacía falta, no entiendo porque aquí sí», mientras otros permanecían perplejos tras haberse enterado en el momento. Muchos lanzaban un mensaje de sensatez al apuntar que «en caso de tener una gripe o cualquier enfermedad contagiosa» es conveniente seguir llevando el tapabocas en espacios sanitarios.
En los pasillos del Plaza del Ejército se veían algunas caras de desconcierto al cruzarse pacientes con mascarilla con otros que ya no la llevaban. Y los que se encontraban en una situación poco habitual, tal y como reconocían, eran las enfermeras. Una de ellas, Inés Vacas, explica que «la sensación es rara, pero estoy contenta de ver las caras otra vez a mis compañeros, te sientes más cercano a ellos». Son muchas horas las horas que los profesionales sanitarios han pasado con mascarilla durante los últimos tres años. Están tan acostumbrados que esta ha pasado a ser un elemento más en su imprescindible vestimenta. No obstante, muchos de ellos consideran que suprimirla era «una medida necesaria». Inés matiza que a pesar de que ya no haya que llevarlas, hay zonas de pacientes inmunodeprimidos o en urgencias donde sí son necesarias.
A Eduardo Zan, enfermero de urgencias, no le ha resultado nada extraña la imagen del centro de salud libre de tapabocas. «Es como entrar a un bar o en El Corte Inglés». Sin embargo, confiesa que entre el personal sanitario existe cierta «alarma» por el riesgo en la atención a los pacientes. «Ellos estarán igual que siempre, porque nosotros llevamos mascarillas continuamente en el trabajo, y ahora con más razón, en las zonas de urgencias», explica.
En las farmacias, abastecedoras de mascarillas, que han jugado un papel crucial durante y después de la pandemia, se han vivido situaciones desiguales. Se daba el caso de farmacéuticos despachando sin mascarilla a clientes que sí la llevaban y que habían acudido al establecimiento a comprar más, como si de un día normal se tratara.
La farmacéutica Arancha Diego, quien ya trabaja sin ella, comentaba que con esta medida se certifica el fin de la pandemia. «Creo que es el momento adecuado para deshacernos de ellas, viene el verano y molestan bastante». Otro punto a favor, señala Arancha, es que ya puede verse cara a cara con los clientes y así conocerse mejor.
Esta opinión es compartida por Julio Alfonso. «Era necesario quitarlas, aunque la sensación es extraña». Admite que esta mañana estaba nervioso pensando en que ya no iba a llevarla. Ambos farmacéuticos consideran que el hecho de llevar mascarilla o no «es responsabilidad individual de cada uno»
En cuanto a las dudas sobre qué va a pasar con el excedente de mascarillas, la farmacéutica Isabel Toriego lo tiene claro: «Vamos a esperar por si hay otro pico de incidencia y si no, las donaremos». Arancha Diego apostilla que lo mejor es esperar a otoño o invierno «e ir dándolas en caso de que la gente las siga comprando», para así darles la máxima salida posible.
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Donante de sangre al igual que Félix, Jose Ramón Pozo tiene una opinión diferente. «Me parece bien que se quite, sobre todo en las farmacias. Vas a comprar una mascarilla porque no tienes y si no llevas una, no te dejan entrar. No tiene sentido», añade.
Aquellos que la usen voluntariamente podrán continuar poniéndoselas en las calles o el transporte público, como no podía ser otra manera, pero desaparece oficialmente de la vida social un elemento que irrumpió en la vida de los ciudadanos en mayo de 2020 como una de las barreras fundamentales contra el covid, que «ya no constituye una situación de crisis en España», como señaló el martes el ministro de Sanidad, José Manuel Miñones, quien recomendó, sin embargo, proseguir con la «cultura de la responsabilidad» puesto que el virus todavía causa unos 1.200 ingresos en el hospital.
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