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Este sábado por la tarde, a las 17:30 se celebrará el último concierto del Coro y Orquesta del Colegio San José de Valladolid dirigidos por Luis Cantalapiedra, que coincidirá con el cumpleaños de medio siglo de la agrupación. Tanto el prestigioso maestro de ... música –a sus 85 años– como el colegio han decidido de mutuo acuerdo poner punto y final a un sueño que comenzó en 1965.
-¿Qué primeros recuerdos tiene de la música?
Cuando era muy pequeñito los Reyes Magos me trajeron un pequeño xilófono: mi padre, que fue corrector ortográfico de El Norte de Castilla, tenía buen oído para la música y me enseñó a tocar. Luego hicimos uno con cristales sobrantes de la cristalería sobre un cajón grande moldeando cada tamaño según la nota y las baquetas las hicimos con dos tapones de sidra. Tras estudiar en las Carmelitas y la Sagrada Familia, me incorporé como alumno al Colegio San José y allí conocí al director de la banda musical del Hospicio, don Firmo Hernández Sevillano, que nos daba clases de solfeo y de piano en el Salón de actos del colegio a cambio de 15 pesetas al mes.
-¿Cómo fue creciendo como pianista?
Seguíamos el método de solfeo sin acompañamiento de don Hilarión Eslava y nuestra vecina, la viuda doña Gregoria Llanos, me decía «Luisito, yo tengo un piano aquí», y allí practicaba métodos de partituras para la juventud. Entonces, cuando acabé las clases de don Firmo, entré de la mano de don Enrique Álvarez Zapata en el Conservatorio de Música de Valladolid mientras me ordenaba sacerdote: en cuatro años, un tiempo récord, hice la carrera de piano con todas las asignaturas con sobresaliente.
¿Cómo y cuándo llegó al Colegio San José?
En 1965 el rector Eloy Varona de la Peña me contrató por mi expediente y por la recomendación del padre Ismael García: quería que todos los cursos de educación básica tuviesen al menos media hora de música a la semana. Compré los libros de los métodos, la colección de discos y equipos e hice una planificación por edades. Me las ingenié para montar una pequeña estación de radio desde la que iba emitiendo las audiciones que grababan los chicos en una frecuencia de la F.M. en sus propias grabadoras, para que pudiesen volver a escucharlas en casa. Cuando venían más revoltosos a clase, me sentaba al piano y tocaba la carga del Séptimo de caballería para hacerlos callar y cosas así, trucos para hacer las clases más amables. También tengo muchos recuerdos de los exámenes, como algunas respuestas disparatadas: El «minutero» de Boccherini, El barbero de Siberia, Guillermo Hotel y las tres etapas de Beethoven: «cuando estaba un poco sordo, más sordo y, finalmente, sordo como una tapia».
-También incorporó las diapositivas –o filminas– y el cine asociado a la música como material docente. Fue muy innovador...
A medida que iba comprando películas, porque siempre he sido muy cinéfilo, fui viendo la importancia esencial que tiene la música en un filme y quise compartirlo con los alumnos. Así, fuimos viendo y comentando fragmentos musicales, desde Siete novias para siete hermanos a Amadeus y otras. También incorporé diapositivas como material docente: cuando se formó en Valladolid una Sociedad de amigos de la ópera, me di de alta y me fui al Teatro Calderón a fotografiar La Traviata para sacarla en diapositivas y que los chicos las viesen sincronizadas con el disco que les ponía en clase.
-Háblenos de la III Bienal de Radio Escolar de RNE en Madrid y de su ya mítico encuentro con Torrebruno.
Me apetecía concursar en el certamen de 1977 que era a nivel nacional, en el que competían más de doscientos grupos de estudiantes de toda España y que presentaba Torrebruno. Tenían que presentarse grupos instrumentales formados por un máximo de 10 niños no mayores de 14 años y la fase eliminatoria se celebraba en la emisora La Voz de Valladolid. Tocamos La marcha turca de Mozart con seis instrumentos y quedamos los segundos. Fuimos a la sede del Ministerio de Educación con el padre Elías López Varona en un microbús y fue una experiencia inolvidable.
-¿Cómo nació el Coro y Orquesta al que hoy pone el broche de oro?
Mi ilusión fue crear un pequeño coro y orquesta de niños, porque nos lo pasábamos muy bien, me divertía mucho; yo no pensaba que tendría tanta aceptación, aunque empezamos con los festivales de Navidad y de fin de curso y llegamos a tocar en bodas, misas y conciertos por toda Castilla y León. La música nos puede ayudar muchísimo a nivel emocional porque es una de las más elevadas formas de arte, el que más nos llega al interior del alma humana.
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