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Adiós a Jesús Anta, el político comprometido que viró a didáctico cicerone de una Valladolid que amabaLa última vez que El Norte de Castilla callejeó con él por Valladolid -así se llamaba su sección en el decano de la prensa- lo hizo por el barrio de Arturo Eyries. En ese artículo, volvía a demostrar su conocimiento enciclopédico, quirúrgico en los detalles ... y adquirido de forma autodidacta, de una ciudad y una provincia con las que estaba comprometido hasta la médula. La muerte de Jesús Anta Roca deja a la ciudad huérfana de un magnífico cicerone, de un divulgador con tono llano para que le entendieran todos, que desde joven tuvo clara su misión: «trabajar para lograr un mundo mejor», según subraya Miguel, su hijo mayor.
Los periodistas que han tenido la suerte de conocerle y poder preguntarle saben que una consulta a este hombre, empleado de banca hasta y después de su carrera política, era garantía de que el dato que te facilitara sobre un edificio o un episodio político municipal reciente iba a misa, aunque sus ideas no comulgaran precisamente con altares y crucifijos, a pesar de que siempre mantuvo una gran relación con la Iglesia a causa de sus investigaciones sobre el patrimonio. Siempre sin los artificios del ego, siempre generoso en la transmisión. «Una buena persona, muy trabajador, noble y que iba de frente», le define su excompañero de bancada en el Ayuntamiento Javier Gutiérrez.
Nacido en la capital del Pisuerga en 1954, Anta se ha ido rápido, demasiado. Estas pasadas Navidades las celebraba feliz con su familia, un hogar unido gracias a la dedicación de Jesús y su mujer, Isabel, por hacer fuertes esos lazos con sus dos vástagos, sin ser consciente de que las cosas se torcerían pronto. «Ahora se iba a ir con mi madre unos días a mi casa de Alicante y ya lo tenía todo preparado para vernos cuando yo regresara de un viaje a Argentina», desvela su primogénito.
Pero no ha podido ser. Un tumor detectado casi de manera casual y que se extendió veloz se lo ha llevado. Eso sí, su trayectoria vital deja una huella profunda en la historia reciente de Valladolid, en la que destaca, ante todo, el compromiso con los demás. Siempre desde una visión de izquierdas, de posicionamiento con los que más lo necesitaban.
Desde muy joven esa inquietud para que su país recuperara la libertad frente a la dictadura franquista lo llevó a afiliarse al Partido Comunista, del que fue secretario provincial. A esa militancia en un momento de la historia de España muy convulso sumó su trabajo en el sindicato Comisiones Obreras y, como Anta no podía parar, a pesar de esa templanza que lo acompañaba en el estar, se metió hasta la coronilla en el movimiento vecinal. En los barrios. Porque Jesús jamás perdió esa perspectiva: la importancia de sacar adelante mejoras para las ciudadanos de a pie, los que están y sufren más en las periferias. Lo hizo en La Rondilla y en Belén. Entre ambas zonas obreras ha vivido hasta sus últimos días.
Entre 1991 y 2003 fue concejal en el Ayuntamiento de Valladolid por Izquierda Unida, un cargo que compaginó con el de diputado provincial hasta 1999. Entonces, en el Palacio de Pimentel la periodista de esta casa Susana Escribano cubría la información. De él destaca una posición política «alejada de dogmatismos» tan presentes ahora. Firme en su adscripción progresista, pero siempre con respeto al contrario. «Trabajaba muchísimo todos los temas que llevaba», recuerda la redactora. Sin gritos, sin insultos, pero claro en los objetivos. Pertenece Anta a una generación de la Transición donde los acuerdos, aunque costaran, estaban muy por encima del 'y tú más'.
El exalcalde León de la Riva lo recuerda como un compañero de corporación «serio». En sus antípodas ideológicas, pero «siempre respetuoso» en sus planteamientos. «Siempre tuvimos buen trato», valora el veterano político para quien la vocación algo tardía de divulgador de la historia de Valladolid es «de agradecer». «Me lo encontraba alguna vez viendo un edificio o una calle para hacer sus artículos y solíamos charlar; lo más importante es que sabía transmitir los conocimientos que adquiría de una manera asequible para todos», subraya León de la Riva.
Ramiro Ruiz Medrano, expresidente de la Diputación, comparte con su colega de partido esa sensación de que Anta pertenece a una clase de políticos diferente, de esos que siempre han tenido un verdadero espíritu de servicio público. «Tengo un gran recuerdo de él, su trabajo en la Diputación siempre lo desarrolló sin estridencias, con argumentos; mantenía su posición, pero no era de los que buscaban el titular», destaca Ruiz Medrano, quien seguía manteniendo una relación «muy cordial». El actual alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, se sumaba al duelo a través de su cuenta de la red social X. «Nos ha dejado Jesús Anta, profundo conocedor de nuestro Valladolid y exconcejal del Ayuntamiento. Mi más sentido pésame a su familia, también para Toma la Palabra. DEP», transmitía el regidor.
Y, además, Jesús Anta supo salir del foco político cuando llegó el momento. Los sillones y los cargos no le atraparon nunca. Volvió a su profesión de bancario, esta vez en la sucursal del Bilbao Vizcaya Argentaria en la calle Cigüeña, en los Pajarillos, tras estrenarse de joven en el palacete de la entidad en Duque de la Victoria. «Le gustaba mucho el trato con la gente», confirma su hijo. Tras la excedencia por su labor política, regresó a la ventanilla de ingresos, domiciliaciones y aperturas de cuenta, pero entonces su amor por la historia ya se había apoderado de él y fue cuando intensificó sus investigaciones sobre la ciudad y la provincia.
«Solía lamentar que los castellanos no supieran valorar como debían su historia y esa inquietud por cambiar las cosas le llevó a volcarse en la divulgación», desvela Miguel. Para ellos, su padre fue un amigo que junto con su mujer, Isabel, conformaron una familia comprometida con las bases. Con los de abajo. «Su despacho, cuando estaba en Izquierda Unida, siempre estaba abierto para todos», subrayan.
Desde Toma la Palabra, formación heredera del trabajo de Anta allá por los noventa del siglo pasado en el Salón de Plenos, destaca su «legado de lucha por los derechos vecinales, la protección del patrimonio histórico y el medio ambiente». «Su fallecimiento supone una gran pérdida para Valladolid y para todos aquellos que compartimos su compromiso con la ciudad y sus valores», subrayan en la formación, «devastada» por esta pérdida.
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Jesús Anta
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Su sindicato, Comisiones Obreras, también mostraba su pésame por este adiós tan inesperado. «Es una pérdida importante para el sindicalismo por el compromiso, el trabajo y el esfuerzo que durante años ha mostrado en esta organización, hoy es un día de duelo, porque nos ha dejado una figura importante como lo demostró con su interés por lo colectivo, por el común y por la sociedad frente a estos tiempos de individualismo», señala la central, quien pone en valor la «impronta que deja en la sociedad vallisoletana por su trayectoria no sólo sindical, sino con una clara vocación por promover el conocimiento del patrimonio y la recuperación de la memoria».
Marcharse entre elogios de los suyos y de los contrarios tiene que suponer para la familia todo un empuje para superar el duelo repentino. Descansa en paz, Jesús.
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