El acuerdo refrendado ayer en la Audiencia de Valladolid entre el fiscal, la acusación popular y la defensa, que se plasmará próximamente en una sentencia, contempla que la inicial acusación de asesinato pase a homicidio, con una condena aceptada de 10 años de prisión más el pago de indemnizaciones a los familiares de la víctima que suman 110.000 euros, cuantías de dudoso cobro porque el homicida confeso, Jacinto A. S., es un veterano sin hogar y completamente insolvente. El crimen se destapó en febrero de 2021 cuando la propietaria de la pensión donde se había alojado la pareja entró en la habitación y descubrió el cadáver de Priscila I.R.B, días después de que el indigente se hubiera marchado en una huída que le llevó 1.700 kilómetros por delante y recorrió numerosos pueblos del norte de España hasta que fue detenido.
Durante la vista de conformidad de este martes, que apenas ha durado unos minutos, el homicida confeso ha contestado con un rotundo «sí» a la pregunta realizada por el magistrado presidente del tribunal sobre si se declaraba auntor de de un delito de homicidio y aceptaba los 10 años de cárcel propuestos por las acusaciones. Una vez formalizado el trámite, las partes han considerado innecesaria la celebración del juicio con jurado y el caso ha quedado visto para sentencia.
Tres autopsias
El letrado de la Asociación Clara Campoamor, Luis Antonio Calvo, que ha ejercido la acusación popular en este caso, ha valorado que el acusado «haya reconocido la comisión del delito», en un caso cuya instrucción ha sido accidentada para aclarar las causas de la muerte de la indigente, cuyo cadáver estaba en avanzado estado de descomposición cuando fue hallado y fueron necesarias hasta tres autopsias para determinar si había sido asesinada y cómo. Incluso, entre las primeras hipótesis, se barajó la muerte accidental de la mujer durante prácticas sexuales de riesgo. Desde el principio, el asunto trajo de cabeza a los investigadores porque, además, la víctima tenía una salud muy deteriorada, tomaba medicación y era alcohólica. De entrada no se planteó como un caso de violencia de género hasta que se estableció la relación de pareja (aunque de apenas un mes) entre ambos indigentes. Incluso, recordó el letrado de la acusación popular, se planteó el archivo por las contradicciones y dificultades para aclarar la causa de la muerte.
Finalmente se determinó que fue asfixiada con la almohada durante una discusión entre ambos, pero el autor confeso nunca ha revelado los motivos de la disputa que terminó en la muerte violenta de su compañera, que era quien pagaba la habitación. En las horas previas al fatal desenlace, habían celebrado «una pequeña fiesta», según los indicios recogidos por los investigadores. Después de asfixiarla, la dejó allí tendida en la cama y tapada la cabeza con la almohada, cerró la puerta con llave y se marchó de Valladolid. El cadáver de Priscila no se descubrió hasta el 21 de febrero. El autor del crimen, que durante la huida retomó una anterior relación sentimental, se ha guardado para él los motivos de la discusión que precipitaron el fatal desenlace.