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Era un día cualquiera del confinamiento en Medina de Rioseco. Un hombre mayor de Villamayor de Campos pasaba por delante de la sede de Cáritas ... Parroquial. En la puerta estaba su presidenta, María Celestina Santamaría, a la que todos conocen como Mariceles que, a la pregunta del hombre de si allí vendía algo, le respondió que no y que solo están para ayudar. También le preguntó si necesitaba algo, pues durante estos días son muchos los que piden alimentos. El hombre respondió que no y le dijo que iba a darle un donativo de 20 euros, porque a eso era casi a lo que había ido a Rioseco. Cuando Mariceles se lo agradeció, el hombre respondió: «Muchas gracias no, muchas veces».
Solo quien está en las primeras filas de la solidaridad conoce los muchos detalles anónimos de personas como ese vecino de Villamayor que hizo que se le saltasen las lágrimas a la presidenta de Cáritas, quien se encarga de entregar alimentos a las familias que lo necesitan en una labor en la que le ayuda el tesorero de la organización, Isabelino Perrote. La pandemia y sus demoledoras consecuencias han hecho que en las últimas semanas las peticiones hayan crecido sustancialmente, «con familias que han vuelto a pedirnos ayuda», según explica Mariceles, que hace ver que por ahora están tirando de los alimentos que recogieron en la operación kilo de Navidad, aunque ya prevén que tengan que reponer comprando más alimentos con los donativos de los vecinos de los últimos tiempos.
De hecho, ante el posible aumento de peticiones que prevén ya se ha organizado una recogida solidaria de alimentos que tendrá lugar en las próximas semanas. Además de dar ropa y tener una bolsa de trabajo, Cáritas también se hace cargo del pago de necesidades básicas como la compra de bombonas de butano y productos perecederos, como carne y pescado.
Fue hace 35 años cuando Mariceles Santamaría inició su labor solidaria en Cáritas Parroquial junto a su marido, Hilidio Cano, quien con el tiempo llegaría a ser presidente de la organización hasta su fallecimiento en el año 2016, momento en el que su esposa asumió el cargo «para continuar su labor y como un homenaje». Más de tres décadas de actividad solidaria en Medina de Rioseco, con la presencia del añorado sacerdote Alejandro Ovelleiro 'Jano' e iniciativas para recaudar fondos como la cena y el bocadillo solidarios, la marcha de Manos Unidas (que este año ha debido hacerse en casa), la recogida navideña de alimentos, las mesa petitorias del día de Corpus Cristi, las colectas de ese día y el Jueves Santo y, más recientemente, la verbena estival con la actuación del veterano grupo Los Halcones, que tanto éxito ha tenido en sus tres ediciones. Unas actividades en las que Mariceles Santamaría destaca «la gran generosidad de los riosecanos, sin olvidar la aportación también generosa de las hermandades de Semana Santa». De hecho, la del Cristo de la Clemencia ha organizado en los últimos años un campeonato de fútbol sala con el nombre de Hilidio Cano con el fin de recoger alimentos en Navidad.
En las labores solidarias de Cáritas Parroquial se encuentra asimismo desde hace más de doce años Isabelino Perrote. Antes ya había colaborado con la parroquia riosecana cuando, en compañía de 'Jano', atendía a los peregrinos del Camino de Santiago que pasaban por la localidad en las dependencias de la Asamblea Local de Cruz Roja, a la que también prestó ayuda durante un tiempo como conductor de la ambulancia en algunos servicios.
Isabelino lamenta que no haya más voluntarios, aunque al igual que Mariceles reconoce que la actual pandemia «ha movido un poco la conciencia de la gente y ayuda más». Por eso señala que «lo bueno sería que cuando todo esto acabe, esas personas continuaran con su iniciativa solidaria», porque «su ayuda es necesaria en cualquier lugar y momento, no solo ahora». Junto a esto, tiene claro que «voluntarios y personas necesitadas tienen que ser más humildes».
En los últimos dos años la esposa de Isabelino, María Jesús Díez, también colabora en la entrega de alimentos a las personas que lo precisan. Sin duda para este matrimonio estas labores solidarias suponen una forma de desconectar del amargo recuerdo del accidente mortal en el que su única hija, Montserrat, perdió la vida hace un año, aunque «es algo que siempre tienes muy presente». Mientras tanto, Isabelino se acerca muchos días de la semana a la sede de Cáritas Parroquial para dar el lote de alimentos que cada tres semanas se entrega a las familias necesitadas, ahora con cita concertada y con la precaución de hacer la entrega a la entrada de las instalaciones.
María Celestina Santamaría se encuentra otra vez al pie del cañón al frente de Cáritas Parroquial después de que se contagiase con el coronavirus pocos días después de comenzar el encierro. Atrás queda el susto que se llevó cuando, después de una visita al centro de salud por encontrarse mal, se presentaron en su casa varios sanitarios con los trajes de protección y una ambulancia del 112 para llevarla al hospital, donde estuvo doce días «bajo siete llaves encerrada, con una soledad horrorosa, con oxígeno y suero, pero con una excelente atención médica». Tras otro 16 días de aislamiento en casa Mariceles, a pesar de haber dado ya negativo en el test, tiene mucho cuidado y sigue todas las precauciones de llevar mascarilla y guantes, «pues pienso que no me tengo que acercar mucho a la gente porque tengo miedo de contagiar a los demás y me separo».
La presidenta de Cáritas es «más popular en Rioseco que la Virgen de Castilviejo», como ella misma dice en broma, por eso no le molesta que continuamente le pregunten por su salud. En este sentido, aconseja a la gente que tenga mucho cuidado y precaución y siga las recomendaciones, porque «la enfermedad no es una tontería».
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