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claudia carrascal
Viernes, 27 de marzo 2020, 06:54
Desde que se decretó el estado de alarma como medida para combatir la expansión del Covid-19, el pasado 14 de marzo, ventanas y balcones de pueblos y ciudades se llenan de vecinos a diario, a las ocho de la tarde, para aplaudir y ovacionar ... a todos los profesionales sanitarios, farmacéuticos, transportistas, personal de supermercado y limpieza, agricultores, ganaderos y agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad, entre otros. Con ese gesto se intenta reconocer la labor de todos estos colectivos en favor de una sociedad recluida en sus viviendas debido a la epidemia de coronavirus. Convocados a través de las redes sociales, esta se ha convertido ya en una cita ineludible para los vallisoletanos, igual que para el resto de habitantes del país.
En la misma línea, cada vez son más los encuentros musicales a distancia para hacer más llevadero un confinamiento forzoso que trata de evitar la propagación del virus. Tanto cantantes y otros músicos consagrados –que utilizan las redes sociales como canal para llegar a su público– como meros aficionados –que generalmente se asoman desde sus casas al caer la tarde– están tratando estos días de poner su granito de arena para hacer más llevadero el encierro a sus semejantes.
Son acordes de empatía y solidaridad que se escuchan en los hogares y las calles de toda la provincia. En Medina de Rioseco, por ejemplo, gracias al trombón de Daniel Valladares; en Íscar, al son de la dulzaina de 'El Chino'; en el barrio vallisoletano de Vadillos, con la trompeta de Luis Miguel Pérez;en Delicias, con las canciones de Virginia Fernández, y en Pajarillos, al ritmo del 'Resistiré'que pone Ana Barrenengoa.
Sin saberlo, los vecinos de la calle Canarias del barrio de Delicias están siendo espectadores en primera fila y a cero euros la entrada de miniconciertos de una virtuosa del piano y del canto. Porque Virginia Fernández Cano, de 27 años, les ofrece desde su balcón un botón de muestra de los conocimientos adquiridos en diez años de estudios de piano en el Conservatorio de Valladolid y de otros cuatro en el Conservatorio Superior de Castilla y León, en Salamanca, así como del año formándose de forma privada en canto.
«Salí a aplaudir el primer día con la canción 'Resistiré' del Dúo Dinámico a tope en los bafles que había sacado al balcón. Al día siguiente ya miraban los vecinos para mi balcón, les puse 'I will survive', de Gloria Gaynor, hasta que un día salí con una base grabada de piano y canté el 'Hallelujah' de Leonard Cohen en español. Se callaron todos, y desde entonces me dicen que si no va a haber más canciones», señala Virginia, que piensa ya en temas lentos, como la versión del 'Libre' de Nino Bravo realizada por Marta Sánchez (que cantó ayer) o el 'Ave María' de Schubert con la voz de Celine Dion, para deleitar a sus vecinos.
«Desde niña me gustó cantar, mis padres son muy melómanos y mi abuelo tenía adoración por el piano, asistía a conciertos a pesar de los tiempos que eran», apunta Virginia, Graduada en Educación Primaria por la Universidad de Valladolid y que trabaja en la Escuela de Música de Villamuriel de Cerrato, en Palencia. Es, asimismo, directora de tres coros allí: la Camerata Vocal Bella Desconocida, el Coro Villa de Villamuriel y el Coro Infantil de la Escuela Bordón. Tiene además tres grupos musicales: el Dúo Dolcissimo, Trio Lis (uno de los integrantes es su pareja, Mariano Miguel) y el Cover Van Gogh, tributo al grupo 'La oreja de Van Gogh'.
Para los que no tengan la suerte de verla en Canarias, Virginia hace todos los días directos en su Instagram (vir92f), en los que toca el piano y canta. Que su voz y música amansen al virus.
«Si alegra a una sola persona, merece la pena que lo sigamos haciendo día tras día». Quien habla es Ana Barrenengoa, una vecina del barrio vallisoletano de Pajarillos que, desde que se decretara el estado de alarma, sigue una escrupulosa rutina. Cada día, a las doce de la mañana y a las ocho de la tarde, abre las ventanas correderas de la galería de su domicilio, ubicado en la calle Pingüino, enciende un altavoz de grandes dimensiones y de sus tripas comienzan a sonar los primeros acordes del «himno de la esperanza», como lo denomina:'Resistiré', del Dúo Dinámico.
Dice que es un «pequeño homenaje» tanto para su hijo, sanitario en un hospital de Valladolid, como «para todos aquellos que se la están jugando por salvarnos a los demás». «Saldremos todos los días mañana y tarde para, junto con los aplausos, mostrarles nuestro apoyo a todos los que están luchando par acabar con esta maldita lacra –en referencia al coronavirus– de una vez por todas», sostiene.
'Resistiré' da el pistoletazo de salida a «cinco o diez minutos, no más» de jolgorio en esta calle de Pajarillos, pero Barrenengoa reconoce que «ponemos de todo». «Esto es a gusto del consumidor; desde canciones infantiles, reguetón, algún pasodoble también cae...», recuenta, al mismo tiempo que su hija, Mónica Girón, quien le acompaña en la iniciativa, asiente y añade: «Mira, sin ir más lejos ha habido unos niños que nos han dicho que vale, que música infantil, pero también alguna actual de reguetón. Nos hemos quedado locas», señala esta joven.
Los vecinos de la zona ya se han habituado a esta nueva rutina. De hecho, comenta esta vallisoletana, limpiadora de profesión, todos los días, a las 12:00 y a las 20:00 horas, los balcones y ventanas del entorno se colman de gente. «Hay que luchar juntos contra el virus», sentencia.
Luis Miguel Pérez de Burgos, salmantino residente en el barrio de Vadillos de Valladolid, sale a diario a la galería de su vivienda, a las 18:00 horas, para deleitar a sus vecinos con un solo de trompeta. Durante ese ratito huye de temas populares, como 'Paquito el chocolatero', y se decanta por otros más complejos. Le sirve para entretenerse y, por supuesto, para llevar a su público todo tipo de música.
Entre los fragmentos que ha tocado estos días están parte del pasodoble torero 'En er Mundo', compuesto por Juan Quintero Muñoz y Jesús Fernández en los años treinta, o la zarzuela 'El barberillo de Lavapiés'. También 'La Concha Flamenca', de Perfecto Artola, y el pasodoble 'Mujer Esteponera', de Manuel Navarro.
Después cuelga el vídeo en sus redes sociales y propone a sus seguidores adivinar el título. «No es fácil porque no son canciones muy conocidas, pero me parece más interesante tocar este tipo de música que la que todos hemos escuchado miles de veces. Me estoy recreando con lo que me gusta, pero tal vez cuando se me acabe el repertorio recurra a los temas más sonados», señala.
No es el único momento del día en el que alegra a los vecinos con sus acordes. A las ocho de la tarde, tras los aplausos, también saca la trompeta. Y entonces sí, procura tocar canciones más enérgicas y conocidas para que sus vecinos le acompañen con cánticos como 'Bella Ciao', 'Resistiré' o el himno de España. Un vídeo que compartió su hermano de un hombre tocando desde el balcón el primer día de cuarentena fue lo que le animó a hacer lo mismo, y ya se ha convertido en una obligación para él. En primer lugar, porque hay varias personas fijas que salen a escucharle, pero también porque supone un aliciente y un entretenimiento para este trompetista de Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Aunque la música no es su profesión, lleva en la banca de su localidad cerca de 30 años y su padre suma 65. «La música es un bálsamo que amansa a las fieras, por eso en momentos como este es una buena forma de desconectar de las noticias negativas», asegura. Ese es precisamente su objetivo, lograr que sus vecinos y seguidores en redes se distraigan unos minutos. Eso sí, lamenta que no haya otros músicos en la zona, al menos que él conozca, porque «entre dos o tres podríamos montar una charanga improvisada y hacerlo mucho más divertido».
Cada tarde, en la calle La Cuesta de Medina de Rioseco, los aplausos y el popular 'Resistiré' dan paso a una marcha de Semana Santa. El joven de 22 años Daniel Valladares Mateo la interpreta con su trombón desde un balcón. Observó en redes que otros lo hacían y «me dije:'¿Por qué yo no?' Cogí el instrumento, salí al balcón y allí me puse a tocar».
La iniciativa fue muy bien acogida por los vecinos, que «ahora ya esperan cada día a que toque y me animan, porque en Medina de Rioseco la Semana Santa hace hervir la sangre a la gente», afirma Daniel, que asegura tener «unos vecinos de diez, a ellos les gusta y a mí me gusta que les guste, les estoy muy agradecido».
El joven pertenece a la hermandad de Jesús Nazareno de Santiago desde que nació y a su agrupación musical desde los cuatro años. También es miembro de la hermandad de la Crucifixión, el popular Longinos.
Al salir se pone igual de nervioso que cuando sube a un escenario. «Hay que sentirlo, y si no te pones nervioso no lo sientes», dice. Una responsabilidad con la que busca aportar su granito de arena «para aliviar lo mal que lo vamos a pasar».
Pasadas las ocho de la tarde se escucha en Íscar el sonido de la dulzaina del presidente de la Asociación de Cultura Tradicional La Pinaza, Alfonso Aceves Sastre 'El Chino', que toca desde el balcón.
Sus temas van desde el pasacalle y pasodoble de 1998 del maestro Eleusipo Alonso Tejedor 'Pipo', hasta fandangos y seguidillas; las jotas de 'Abades', 'El tío Berrete' y 'Comunera'; la jota típica de la villa carpintera, y el himno nacional. Con ellos, como un soplo de aire fresco, rompe unos minutos la monotonía del confinamiento de muchos iscarienses, que le esperan asomados en las ventanas para acompañarle con sus oles, vivas y aplausos.
Para Alfonso, que hace años cambió el clarinete y la banda de la Asociación Musical Iscariense por la dulzaina y el grupo de música de La Pinaza, «ese momento tocando yo solo desde el balcón es una válvula de escape que me libera, me da fuerza y me infunde ánimo, tres cosas que quiero compartir con quienes me escuchan y así hacer más llevadera esta situación, que sin duda va a marcar un antes y un después en nuestras vidas».
Este reportaje se ha realizado con textos de Cruz Catalina, Ricardo S. Rico, Eva Esteban, Miguel G. Marbán y Claudia Carrascal.
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