Después de la resaca de la fallida moción de censura y el anuncio de la 'ruptura de los puentes' entre PP y Vox expresado por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se mascaba el interés entre los 700 incondicionales que llenaron (otros 150 se ... quedaron fuera) el Auditorio de la Feria de Muestras por conocer la primera reacción del presidente del partido ultraconservador, Santiago Abascal. En especial en la única comunidad en la que están en el gobierno: Castilla y León. Y, más allá de las habituales invectivas contra todo y contra todos, aunque con un cierto tono contenido y menos apologético que otras veces, Abascal fue claro: «En la Junta existirán problemas. Es lo normal -dijo-. Pero Castilla y León es un ejemplo para España». También tranquilizó al presidente del gobierno autónomo, Alfonso Fernández Mañueco, del que dijo que «es un ejemplo para el PP... aunque en cualquier momento le dejarán solo».
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Acudió a Valladolid en su primera comparecencia tras la intensa semana parlamentaria y bajo el lema 'España decide'. Se intuía algún anuncio importante. Pero, frente a los que «esperan represalias» de la formación verde por el nuevo enfriamiento de su relación con el PP, les dijo que su respuesta es «seguir apoyando al Gobierno de Castilla y León, que es el mejor de España». Tanto defendió a Fernández Mañueco que hasta le pareció pecata minuta la 'peineta' que dedicó el miércoles a una procuradora del PSOE en las Cortes regionales: «Poco me parece (una 'peineta') para los insultos que recibimos todos los días».
Camisa verde y pantalón vaquero, aire desenfadado y casi diez minutos de abrazos y fotos para bajar los 30 escalones del Auditorio de la Feria de Muestras de Valladolid. Cuando habló, Abascal no mostró arrepentimiento alguno por la fracasada moción de censura que se discutió esta semana en el Congreso de los Diputados. Cree que el Gobierno central «cada día que pasa merece una (moción de censura) mayor» y, además «Ramón Tamames (su candidato) dio lecciones importantísimas en un parlamento lleno de miserables y traidores». Frente a los que hablan de frenazo en seco a Vox, Abascal les dice que «nos han atacado tanto que nos han hecho un favor».
Al entregado auditorio, que le aplaudía y obligaba a acompasar su discurso a cada rato, le prometió que «no vamos a descansar ni un minuto hasta que echemos al peor gobierno de nuestra historia». Arrancó así esa parte apocalíptica, que nunca falta en un mitin de Abascal, y que tanto enardece a sus fans. Y en medio de ese 'arreón', achacó tanto al PSOE como al PP la responsabilidad de todos los males del país. «Son lo mismo, el PP está tendiendo la mano al PSOE. Lo importante no es cargarse a Sánchez y que se siente Feijóo. Queremos una alternativa completa», recalcó. También se preguntó «¿quién manda en el PP? cuyos votantes están confundidos y con toda razón».
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El mitin de Vox arrancó con las palabras de su presidente provincial, Mario de Fuentes, de la candidata a la alcaldía de Valladolid, Irene Carvajal y del líder regional y vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo. Este último repasó el año de gobierno compartido con el PP de Mañueco, un equipo del que aseguró que «ha inaugurado una nueva forma de gobernar, formado por los mejores, un modelo sin parangón», lanzó enfático.
El político burgalés hizo un repaso acelerado a los supuestos logros de este año aún por cumplir. Habló de los recortes de las ayudas a patronal y sindicatos del Diálogo Social (fue uno de los aspectos que más aplausos y vítores arrancó), de que habían puesto coto al déficit y ahorrado gastos, puesto en orden a muchas fundaciones públicas y logrado «la mejor gestión en Agricultura» de siempre. En primera fila, sus consejeros, Gonzalo Santonja (Cultura y Deporte), Mariano Veganzones (Industria, Comercio y Empleo), acompañados del presidente de las Cortes regionales, Carlos Pollán, asentían satisfechos. «La siembra (palabra de campaña electoral en Castilla y León) ya ha dato tanta cosecha en menos de un año que qué podremos hacer cuando gobernemos en Valladolid y en otras comunidades autónomas», se autopreguntó.
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El mitin, que arrancó con cierto retraso, tuvo que superar algunos problemas de sonido que distrajeron al público. Pero, como en los buenos conciertos de rock, tras los 'teloneros' sonó alto, claro y diáfano el poderoso y siempre encendido verbo de Santiago Abascal.
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