María López
Lunes, 29 de julio 2024, 06:58
La llegada del verano y las altas temperaturas invitan a combatir el calor en las piscinas. Y de su seguridad se encargan más de trescientos socorristas en Valladolid. Ellos, los vigilantes del agua, luchan cada temporada contra los ahogamientos, y también contra la precariedad laboral ... del sector.
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Aquí, en Valladolid, se han federado 315 nuevos socorristas en lo que va de año y se espera que a final de año la cifra ascienda a 360, según los datos facilitados por la Federación de Salvamento y Socorrismo de Castilla y León.
El secretario general de la federación, Alberto Retuerto, explica que el verdadero problema «no es que haya falta de socorristas si no que las condiciones en las cuales se contrata no son adecuadas». No en todas las zonas se vive la misma situación. Aquellas piscinas ubicadas en poblaciones grandes no tienen problemas de contratación. Así, «los puestos que están cerca de las ciudades más o menos grandes se cubren, pero claro, aquellas poblaciones que están un poco más lejos de la ciudad y que requieren un desplazamiento a diario y demás suponen un dinero extra que no merece la pena. Al final, si el objetivo del verano es trabajar de socorristas para conseguir dinero para tus estudios o para tener una economía personal, pues evidentemente esas condiciones tienen que mejorar», resume Alberto sobre la situación a la que se enfrentan los socorristas.
El perfil de persona joven que aprovecha los meses de verano para tener un trabajo temporal y ganar algo de dinero sigue vigente, aunque con matices. Desde la federación aseguran no buscar un perfil en concreto y que aquellas personas interesadas en obtener el título de socorristas son «personas que quieren trabajar en verano, deportistas de modalidades acuáticas y deportistas en general, que creen que de una manera fácil se puede trabajar en verano porque hay demanda de trabajo». En cuanto a las edades, Alberto indica que «hay gente de todas las edades. Desde chicos que empiezan el bachillerato ese mismo verano hasta grupos de personas entre los 30 o 40 años que quieren sacarse el curso de socorrista, pero lo normal es que sean en grupos de edades entre los 16 y los 26 años», puntualiza.
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Para conseguir el título de socorrista es necesario hacer una formación previa a la que tiene posibilidad de acceder cualquiera siempre y cuando se cumplan con los requisitos mínimos. Estos consisten en tener los 15 años cumplidos en el momento de empezar el curso, ya que a pesar de ser necesario tener los 16 años (cumplidos) para empezar a trabajar, desde la federación consideran «que a partir de cierta edad y con unos estudios mínimos pueden llegar a hacer un curso de socorrista». A mayores también es necesario disponer de «unas buenas habilidades acuáticas». El curso de formación, tanto teórica como práctica, tiene un coste de 350 euros.
Pese a la facilidad para obtener el título y tener la posibilidad de trabajar durante los meses de verano, la realidad es muy distinta. Desplazamientos, gastos de alojamiento y el gasto económico que supone la formación son algunos de los motivos que provocan las dificultades en la contratación de socorristas en algunas piscinas este verano. «El tipo de contrato normalmente es fijo discontinuo, pero esto dependerá de la duración del mismo y si es una sustitución o no. Cada año son muchos los que repiten en el mismo puesto». Retuerto explica que muchas veces lo que demandan los socorristas es una vivienda o un dinero extra para poder cubrir los gastos de alojamiento y comida cuando se tienen que desplazar lejos de su casa.
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Alberto Retuerto
Secretario General de la Federación de Salvamento y Socorrismo
El papel del socorrista gana una importancia vital en los meses de verano. Está claro que es una profesión necesaria para vigilar, atender y socorrer a los bañistas que disfrutan de las tardes de piscina. Muchas veces desempeñan labores que pasan desapercibidas a la vista de los demás. «Está claro que la principal labor es la vigilancia y control de la instalación. Una cosa muy importante es que por lo menos la gente que entra a la instalación, en la piscina, salga en las mismas condiciones que entraba», comenta en un tono irónico. «A veces se les asigna el control de las mediciones del estado del agua para que esté en las mejores condiciones, pero evidentemente ellos no tienen que hacer las labores de mantenimiento».
Según los datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, el año pasado, la comunidad sufrió 16 muertes por ahogamiento. Respecto a este año, hasta mayo, se registraron siete fallecimiento en Castilla y León de los 137 ocurridos en todo el territorio nacional.
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Alberto Retuerto explica que para evitar este tipo de situaciones lo mejor es «la prevención, tanto de conocimientos de los peligros que tiene el medio acuático como que la gente aprenda a nada y a tener un dominio del medio acuático. Eso es primordial». Asegura que en la mayoría de las veces los ahogamientos corresponden a la imprudencia de la gente mayor. «Yo creo que la gente mayor, que lleva haciéndolo toda la vida, se piensa que puede seguir haciendo las mismas cosas».
También avisa de que los grupos vulnerables son aquellos formados principalmente por niños pequeños, pero que la mayor parte de ahogamientos se producen en piscinas privadas. «Una persona que tiene una parcela con una piscina pero no se preocupan en vigilarla, quiero decir, ponerle ciertas medidas de seguridad, como una valla o poner algún tipo de seguridad para cuándo no se está disfrutando del baño», aconseja.
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