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Ciclocarril en la plaza de la Rinconada.
Radares móviles para controlar el límite a 30 de los ciclocarriles del centro

Radares móviles para controlar el límite a 30 de los ciclocarriles del centro

El Consistorio creará un nuevo tramo para las bicicletas en la calle Real de Burgos

J. Asua

Lunes, 22 de mayo 2017, 11:17

A 30 es a 30. Haya o no un ciclista circulando. El Ayuntamiento de Valladolid tiene intención de comenzar a controlar el límite de velocidad en los ciclocarriles que se han dibujado en tres céntricas rutas de la capital, según ha adelantado el concejal de Seguridad y Movilidad, Luis Vélez. Una vez que concluyan los trabajos en las calzadas (la norma ya está en vigor allá donde se ha señalizado), la Policía Local situará sus radares móviles en esos recorridos para detectar posibles infracciones por parte de los conductores.

Y es que los que se mueven por el centro en coche aún no han interiorizado esta medida, que se ha adoptado en favor del ciclista y de la pacificación del tráfico, según defiende el equipo de gobierno. Lo reconoce el concejal de Seguridad y Movilidad, Luis Vélez, quien insiste en que «las normas están para cumplirlas». Por el momento, la mayor parte de vehículos a motor que recorren las vías ya dibujadas con el 30 y el logo de una bicicleta, especialmente en los tramos en los que hay dos carriles, siguen sin levantar el pie del acelerador cuando circulan por los canales preferentes para las dos ruedas.

Esa reducción obligatoria incomoda a muchos, que no entienden por qué hay que rebajar la velocidad cuando no hay ciclistas a la vista y se quejan de la dificultad que supone moverse con un coche a 30 kilómetros por hora en vías que tienen capacidad y diseño para poder ir más ligeros. «Es verdad que está generando polémica entre algunos, pero creemos que vamos en la dirección acertada», señala el edil, quien considera que es cuestión de tiempo que los ciudadanos se vayan acostumbrando a una medida que, asegura, hace visibles a los ciclistas, mejora la seguridad en la ciudad y reduce los niveles de contaminación.

El área prepara una campaña de control y sanción, a la que se sumará también una informativa en los próximos meses. Los radares se situarían, con carácter preferente, en las dos vías de acceso a esta red interior del casco histórico, que es donde se rebasa con más facilidad el límite marcado. Así, los tramos comprendidos entre la plaza de Poniente y Fuente Dorada y la entrada desde Isabel la Católica por San Quirce hasta San Pablo ambos en sus carriles derechos serían los lugares elegidos para situar los cinemómetros. En el resto del recorrido, las calles son de un carril y estrechas con lo que son menos comunes los excesos. La cuantía de las sanciones depende de la velocidad. Si en esos ciclocarrilles se circula entre 31 y 50 kilómetros por hora, la multa asciende a 100 euros. Si se rebasan los 51 y hasta los 60, el importe se dobla 300 euros , además de conllevar la retirada de dos puntos del carné de conducir.

En este momento, dos de las tres rutas ya están pintadas a falta de la colocación de las señales verticales. El primer recorrido discurre entre la plaza de Poniente y Fuente Dorada, punto en el que se bifurca, por un lado, hasta la plaza de la Libertad y, por otro, hasta Cardenal Mendoza (colegio San José, frente a Santa Cruz) a través Cánovas del Castillo, Fray Luis de León y Pedro Barrueco. Se da la circunstancia de que el Cardenal Mendoza el espacio reservado para la bicicleta es doble, ya que al ciclocarril en la calzada se suma una plataforma de obra en la margen izquierda de la calle que lleva hasta el cruce con Velardes para pasar a la otra margen en Colón. El Ayuntamiento tiene la intención de mantener ambas franjas con preferencia para los ciclistas, a pesar de su duplicidad.

El segundo entra desde San Quirce para recorrer esta vía, superar la plaza de San Pablo y bajar por Angustias hasta la plaza de la Libertad. El tercer tramo, cuya señalización está pendiente de rematar, parte de la plaza de Santa Cruz para llegar hasta Angustias a través de las calles Librería, Duque de Lerma y Esgueva.

La inversión municipal en este proyecto 60.493 euros en la señalización horizontal y vertical ha dejado un remanente que la Concejalía de Seguridad y Movilidad utilizará para ampliar la red. Lo hará en la calle Real de Burgos, en el tramo comprendido entre la avenida de Palencia y la confluencia con las calles avenida Ramón y Cajal y Paseo del Prado de la Magdalena, desde donde parte un carril-bici segregado de la zona de calzada hacia la zona universitaria. En Real de Burgos ya existe un espacio compartido entre peatones y ciclistas que discurre por la acera. El objetivo del Ayuntamiento es, por un lado, reducir su anchura porque, según explica Vélez, es «conflictivo» al no estar señalizado horizontalmente, lo que provoca la invasión continua de esta franja por parte de los viandantes y algunos encontronazos entre estos y los ciclistas. Además, se quiere delimitar ese canal con pintura y habilitarlo en sentido contrario (hacia la avenida de Palencia), de manera que los usuarios de las dos ruedas cuenten con la posibilidad de recorrer esta calle en ambos sentidos.

El equipo de gobierno sigue dando pasos en favor de la movilidad ciclista, no sin críticas por parte de los conductores a motor, hasta ahora reyes y señores de las calzadas de la capital, tanto con la red de ciclocarriles como con los proyectos para crear carriles-bici segregados de la carretera allá donde sea posible. En este momento, también está ampliando la red de aparcabicis con la instalación de 57 nuevos puntos por toda la ciudad, con capacidad para 684 vehículos.

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