El Foster’s, con su terraza, es el único inquilino de la planta baja del Parquesol Plaza.

Parquesol Plaza se prepara para echar el cierre

Uno de los dos bares se mudará el 4 de junio y el único restaurante lucha por conservar su local

J. Sanz

Miércoles, 17 de mayo 2017, 06:08

Solo los fieles clientes de las hamburguesas del Fosters, los amantes de la salsa del Sabor a Cuba y los noctámbulos de la música (Tamberly Sound Club) visitan cada semana las vacías dependencias del Parquesol Plaza, un espacio de casi trece mil metros cuadrados que en el próximo 4 de junio perderá a uno de sus tres últimos inquilinos (el Sabor a Cuba). Los dueños del maltrecho centro de ocio, que en 2018, si llega, cumplirá veinte años, han dejado ya claro a algunos de sus últimos inquilinos su intención de cerrarlo a corto o medio plazo. El problema es que el único superviviente de su planta baja, el Fosters, aún cuenta con un contrato de alquiler en vigor a casi un año vista; mientras la discoteca del piso superior (Tamberly) tiene programados conciertos para las próximas semanas.

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«Nosotros nos vamos y, de hecho, el próximo 4 de junio daremos nuestra fiesta de despedida antes de mudarnos a otro local», reconocen los responsables del Sabor a Cuba, un veterano del Parquesol Plaza, que abrió sus puertas en el 2000, dos años después de la inauguración de un centro que llegó a contar con 29 negocios abiertos y seis salas de cine. Pero aquello es historia. Su imparable declive comenzó apenas un lustro después y la clausura de los cines en 2009, seguida de una cascada de cierres de bares y restaurantes, supuso el inicio de una muerte anunciado.

Las peleas legales entre sus propietarios originales, a partes más o menos iguales entre Parquesol y Enrique Cerezo; y los posteriores intentos de reflotar el espacio de la constructora nunca resultaron. Algunos negocios, incluidos los cines, reabrieron en 2014 en un tímido intento por reflotar el centro de ocio, pero todos fueron cerrando de manera progresiva en pocos meses. Y así hasta llegar al día de hoy, con solo tres locales en uso después del reciente cierre del popular parque de bolas de la planta baja (Ocean Park).

El centro de ocio pertenece hoy a un batiburrillo de empresas, fondos de inversión y entidades bancarias que ni los propios inquilinos aciertan a explicar. «Está claro que su intención es cerrarlo, aunque a nosotros lo cierto es que nos va muy bien, tenemos un contrato en vigor y, aunque la situación no es la mejor, queremos cumplirlo y pelear por seguir aquí», aclaran fuentes del Fosters Hollywood, el más veterano de sus inquilinos, ya que abrió las puertas en 1999, unos meses después de la inauguración del entonces novedoso centro de ocio y diversión. A ellos, por ahora, nadie les ha comunicado «nada de manera oficial».

Tanto los actuales inquilinos como los anteriores coinciden en señalar que los propietarios nunca «han sabido reconducir el centro de ocio» desde que comenzó su declive hace un decenio. «Aquí se proyectó un gimnasio en los cines, un gran supermercado e, incluso, en los últimos meses se habló de solicitar la licencia para montar un factory tiendas con descuentos», resumen. Pero nada se plasmó en la realidad en un centro de ocio que languidece y en el que en tres semanas tan solo quedarán dos negocios abiertos.

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Su propia web oficial, renovada en 2014, pero sin actualizar desde entonces, muestra a las claras las intenciones de los propietarios. En ella, aún hoy, se indica que hay nueve negocios abiertos, algunos de los cuales llevan varios años cerrados. Este periódico intentó ayer, sin éxito, hablar con la gerencia del centro.

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