Bricorama, el fin a 28 años de historia en Valladolid

Los últimos once trabajadores de Bricorama comenzaron el pasado sábado, cuando la gran superficie cerró definitivamente sus puertas en Equinoccio, a desmontar el interior de las instalaciones para trasladar los excedentes de la liquidación y el mobiliario a otras tiendas de la multinacional francesa en España. Una labor dolorosa si se tiene en cuenta que todos ellos serán despedidos cuando el próximo 31 de mayo dejen el local de 3.202 metros cuadrados vacío y el centro comercial de Zaratán pierda otro de sus baluartes.

La empresa gala pone así fin a trece años de estancia en Valladolid como Bricorama, donde comenzó su expansión en el país el 30 de marzo de 2004, y a 28 años de historia del bricolaje en la capital, ya que para su desembarco compró y asumió la plantilla del más veterano Baucentro (abierto en 1989). Eso explica que algunos de sus once empleados cuenten con una antigüedad de 28 años. Tanto los veteranos como los más jóvenes rechazaron su traslado a Cuenca (a 358 kilómetros de la capital y alcanzaron un acuerdo con la firma, por el que recibirán una indemnización de 28 días por año trabajado hasta un máximo de dieciséis mensualidades.

«Es un acuerdo razonablemente bueno para una plantilla con una edad media de cuarenta años y con una antigüedad de entre 10 y 28 años», reconocen fuentes del comité de empresa antes de aclarar que a esa cifra de 28 días llegaron después de asumir ellos mismos las labores de desmontaje de la nave.

Bricorama comunicó su cierre por sorpresa a la plantilla, entonces formada por 35 trabajadores, a finales de septiembre y desde entonces ha ido trasladando sus oficinas centrales a Barcelona, y a más de media plantilla; mientras que el resto bien se han ido al encontrar otros trabajos es el caso de tres operarios bien han esperado hasta el final para recibir su indemnización. La tienda cerró definitivamente sus puertas el pasado sábado, solo tres años y medio después de mudarse a las instalaciones de Equinoccio, donde invirtió diez millones de euros, para ocupar el enorme hueco dejado por Leroy Merlin.

La nave ya ni siquiera luce el enorme logo de Bricorama y solo un cartel informa a sus últimos clientes de un número de teléfono para devoluciones y reclamaciones.