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Las hermanas de la Caridad, ayer, en su despedida de la residencia, acompañadas por otras monjas de esta compañía.
Las Hijas de la Caridad se despiden de la residencia Doctor Villacián

Las Hijas de la Caridad se despiden de la residencia Doctor Villacián

Las religiosas abandonan el centro después de 141 años vinculadas a estas dependencias

l. sancho

Jueves, 26 de enero 2017, 20:55

Parece que fue ayer, pero hace 68 años que sor Buenaventura atravesaba la puerta del hospital psiquiátrico provincial, en las dependencias del Monasterio de Prado. Llegaba para ayudar, para prestar servicio a los enfermos, para acompañarles en excursiones, motivar sus habilidades en laborterapia y para atender el bar. Más de media vida después, y con lágrimas en los ojos, sor Buenaventura decía ayer adiós a la que ha sido su principal casa, su hogar. «Solo tengo ganas de llorar porque me da mucha pena», confesaba.

La hermana, de 93 años, lidera en edad a las nueve religiosas de las Hijas de la Caridad que este mes de enero ponen fin a los 141 años de vinculación con estas dependencias y, por ende, con la Diputación Provincial. La falta de vocaciones que ayuden al relevo generacional y la elevada edad de las hermanas ha motivado la marcha del edificio del Doctor Villacián, donde se trasladó el hospital psiquiátrico hace ya unas décadas y donde posteriormente se transformó en la actual residencia para mayores.

Sor Buenaventura, sor María Luz, sor Teresa, sor María Luisa, sor Natividad, sor Antonia, sor Felisa y sor Luisa dejan este mes atrás varias décadas de atención a enfermos y personas mayores en las dependencias provinciales. «Lo hacemos con pena, pero hay que asumirlo porque la realidad es la que es», señalaba sor Felisa, «toda una vida en este centro».

La residencia Doctor Villacián vivía así ayer una despedida «clarooscura», según definió el propio arzobispo, Ricardo Blázquez. «Es una celebración clara por la gratitud hacia la labor de las hermanas, y triste porque no puede continuar». El cardenal ofició a media mañana una misa con las nueve hermanas que hasta ahora mantenían viva la labor de las Hijas de la Caridad. A ellas se unieron bastantes más de las que han pasado por estas dependencias a lo largo de su historia, a quienes quiso despedir y agradecer personalmente su labor el presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, acompañado de varios diputados del equipo de Gobierno y también de la oposición.

«Vivimos 22 de las que hemos prestado aquí nuestro servicio», comentaba sor Luisa, la superiora. Ella lleva en la casa 56 años, desde que el edificio albergaba el psiquiátrico. «Y te vas haciendo a la idea de que te tienes que ir, porque nuestros superiores así lo han considerado», comentaba tras la celebración, en un encuentro con trabajadores actuales y antiguos y con algunos familiares de los mayores que atienden.

Palacio del Cordón

Luis Alonso, el director de los centros provinciales, recordó en una intervención la historia del hospital psiquiátrico y su vinculación con las Hijas de la Caridad, que llegaron al denominado Palacio del Cordón. Fue, según recordó, el 19 de junio de 1874 cuando la Diputación acordó que se establecieran las Hijas de la Caridad. Desde entonces, su presencia ha estado en el antiguo hospicio, en la residencia Cardenal Marcelo y en la Casa Cuna. «Cada una con la titulación que teníamos», especifica sor Felisa, en el centro desde 1971.

Desde atender a los mayores como enfermeras a desempeñar el servicio de lavandería o despensa. La residencia Doctor Villacián ha llegado a tener hasta 32 hermanas en activo. Actualmente su labor se limitaba prácticamente a acompañar a los mayores y a ayudar a rezar. «Pero desde el año 2008 no llega ninguna religiosa nueva y dos de las hermanas ya son muy mayores», incide la superiora.

Sor Isabel, la más joven, con poco más de 50 años, será la única que continúe en la residencia. Es enfermera y mantendrá así su trabajo y, de paso, la vinculación, «aunque muy pequeñita», de las Hijas de la Caridad con el servicio provincial. El resto se marcharán a la residencia Labouré, en la calle Madre de Dios; a la Casa de Beneficencia; al centro de acogida Miguel Ruiz y tres más a una casa de hermanas mayores de Palencia. Lo harán a final de mes, después de que su hogar, su casa durante media vida, les despidiera ayer entonando la letra del adiós con el corazón.

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