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Jorge Moreno
Martes, 4 de octubre 2016, 12:03
La concejala de Medio Ambiente y Sostenibilidad, María Sánchez, propondrá esta semana en la Junta de Portavoces que en el Pleno del Ayuntamiento de Valladolid de la próxima semana se reconozca públicamente la intervención de dos empleados de una contrata de Jardines, que hoy hace 15 días salvaron a una niña de 18 meses, que registró una parada cardiorrespiratoria durante un proceso de convulsión febril.
Los trabajadores de mantenimiento, Celestino Pérez y Enrique Lázaro (Tino y Quique) salieron en auxilio de un joven matrimonio que comprobó, cuando se dirigían al centro de salud de Barrio España, cómo la pequeña Nayra había dejado de respirar y su tez estaba completamente morada.
La propuesta de reconocimiento municipal se hace después de que desde las redes sociales se reclamara un acto de agradecimiento colectivo por su actuación. Los hechos ocurrieron pasadas las diez de la mañana del 20 de septiembre, cuando los dos empleados de la empresa Raga-Arcebansa observaron cómo una pareja salía del coche reclamando ayuda porque su bebé se había quedado inmóvil y no respiraba.
Sin pensárselo, ante los gritos de la madre, muy nerviosa, los dos operarios se quitaron la chaqueta del uniforme y dejándola en el suelo, para formar un semicolchón, comenzaron a practicarle los primeros auxilios después de arrebatarle la niña a la madre.
Según explicaron horas después, «la pequeña ya no respiraba, tenía los ojos torcidos, la lengua fuera y su cara estaba morada. Nos pusimos a hacerle una reanimación cardiovascular, o lo que todos conocemos como el boca a boca», señaló Tino, de 47 años.
Y así fue como dejaron su profesión de jardineros, arregladores de fuentes, e instaladores de riegos para hacer que Nayra volviera a respirar.
Ninguno de los dos había pasado por una situación similar, pero sí aplicaron conocimientos básicos adquiridos en un cursillo de prevención de riesgos laborales que les dio la UTE. Nayra regresó de una de las bocanadas de aire que Quique le insufló en los pulmones. Después, la llevaron rápidamente al centro de salud donde el pediatra la reconoció y mandó en ambulancia al hospital Clínico donde se recuperó.
«Hemos estado sin dormir cuatro o cinco días viendo la cara de la niña, y una y otra vez dándole vueltas. Pensaba en las cosas que podían haber sucedido si hubiera salido mal el auxilio. Fueron más de cinco minutos interminables. Mi percepción es que estábamos como en una burbuja los tres solos», recordó ayer Quique. Con la pequeña tumbada en la acera, y los coches parados, el corro de curiosos se hizo en minutos.
Anonimato
Hasta hoy no habían querido que su imagen se diera a conocer, aunque sí han atendido a emisoras locales y nacionales que se hicieron eco de la proeza humanitaria.
«Las redes sociales han echado humo estos días, y hemos recibido miles de agradecimientos, algo que la verdad nos orgullece», dice este operario, que lleva catorce de sus 36 años trabajando para el Ayuntamiento de la capital.
La noticia corrió también entre muchos de los vecinos de Barrio España, La Victoria, Pilarica o Delicias, que les conocen después de casi dos décadas regando jardines y moviéndose, con aspersores y tuberías, desde las siete de la mañana en una pequeña furgoneta.
El padre les expresó su agradecimiento hace ya días, mientras que su empresa les entregó ayer una carta de reconocimiento por el auxilio. Ahora será el Consistorio el que se sumará.
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