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Los policías introducen a Ali, el vecino de Delicias, en el coche después de registrar su domicilio de San José de Calasanz el lunes.
El periplo vital de los yihadistas detenidos en Valladolid y Murcia

El periplo vital de los yihadistas detenidos en Valladolid y Murcia

Los dos sospechosos, vecinos en su país natal, superaron un programa de integración en Palencia y Burgos

J. Sanz

Miércoles, 28 de septiembre 2016, 12:00

Ali, el yihadista detenido en Valladolid, y Kamal, el que lo fue en Murcia, se conocían de su pueblo natal en Marruecos, del que emigraron hace más de cuatro años para recalar inicialmente en Madrid. Allí, a través de una ONG, fueron derivados, siempre juntos, a un proyecto rural de integración (Volver al campo) impulsado a caballo entre dos municipios más o menos próximo de Palencia (San Cebrián de Campos) y Burgos (Padilla de Arriba), ambos situados en el entorno de Tierra de Campos. Y allí no solo fueron alumnos aventajados sino que cumplieron con éxito un programa que se desarrolló durante tres años, entre 2012 y 2015, del que ambos, en teoría, salieron «perfectamente integrados», con sus pasaportes y papeles en regla y formados para trabajar, como así hacían ambos en la actualidad, en labores agrícolas en los campos vallisoletanos y murcianos.

Sus caminos, sin embargo, se separaron unos meses atrás, pero solo físicamente. El primero, Ali, de 32 años, recaló en Valladolid a finales de agosto y el segundo, Kamal, de 26, se mudó a Murcia hace dos semanas. Nada, y «mucho menos su aspecto o vestuario ambos vestían ropa occidental», hizo presagiar a sus tutores o a sus vecinos y compañeros que hubieran experimentado un «proceso de radicalización brutal a través de la propaganda que distribuye Daesh en Internet», como apuntan fuentes policiales.

Los investigadores tienen claro que fue así y, de hecho, las fuentes consultadas apuntan a que Ali, sobre todo, «era una bomba de relojería que estaba a punto de explosionar». En sus últimos dos domicilios conocidos, uno situado en el número 15 de la calle San José de Calasanz y otro, el actual, en el 35 de Arca Real, ambos en Delicias, los agentes no hallaron armas, pero sí «abundante material informático y pasaportes».

Tanto Ali como Kamal, de hecho, tenían regularizada su situación en el país y eso habría permitido al primero moverse a sus anchas por Europa en su camino hacia Turquía para intentar pasar después a Siria e integrarse allí en algún grupúsculo terrorista. Su intención, siempre según los investigadores de la Policía Nacional, era formarse en el oficio (terrorista) y regresar a Europa para cometer atentados. Pero fue interceptado y detenido en la frontera y acabó regresando a su país de acogida. Todo ello, al parecer, con la ayuda de su inseparable amigo Kamal.

Así lo entiende también el magistrado instructor, quien considera que el material intervenido en el domicilio de la calle Arca Real es suficiente para probar que Ali llegó a «asumir su propia pertenencia a Daesh a través de la interiorización de contenidos propagandísticos»; contactó después con un terrorista de la organización desplegado en la frontera entre Turquía y Siria un «pasador», y llegó hasta allí por la ruta de los Balcanes así lo evidencias los sellos de su pasaporte, un nuevo trayecto empleado por los terroristas noveles para evitar los controles turcos. No lo consiguió. Fue interceptado y detenido en la localidad de Gaziantep (Turquía), según informó ayer la Audiencia Nacional.

Adoctrinamiento virtual

Lo más sorprendente de este periplo es que tuvo lugar en las semanas siguientes a que Ali y Kamal abandonaran, supuestamente con éxito, el programa de integración que les llevó a convivir entre San Cebrián de Campos y Padilla de Arriba. Kamil pasó tres años en la localidad palentina y Ali estuvo la mayor parte del programa en el pueblo burgalés (separados por cincuenta kilómetros a uno y otro lado del eje de la autovía de Santander), si bien llegaron a compartir casa durante aproximadamente un año en San Cebrián. «Los dos llegaron juntos con un grupo de inmigrantes africanos, con historias similares de pobreza, penalidades y pateras, pero la verdad es que siempre se comportaron como un vecino más», reconoce el alcalde del pueblo palentino, Juan José Aguado. Tanto es así que ambos tenían trabajos en el campo cuando el programa (su objetivo último era integrarles y fijar población en el medio rural) terminó y decidieron marcharse «hace apenas un año».

«Eran buenos chicos»

  • Ali y Kamal no solo superaron con aparente éxito su programa de integración llevado a cabo durante tres años en Palencia y Burgos sino que lo hicieron como alumnos aventajados. Tanto es así que ambos fueron protagonistas en julio de 2013 de un amplio reportaje sobre el programa Volver al Campo en la publicación En Tierra de Campos. «Nos cuesta mucho entender lo que ha pasado porque los dos eran buenos chicos», reconocía ayer un responsable de este programa de ayuda a los inmigrantes, quien añadió que «ahora es importante evitar que paguen justos por pecadores».

Solo ellos saben cómo el mayor de los dos, Ali, acabó en la frontera siria y el segundo, Kamal, le ayudó en la logística al poco tiempo de abandonar el programa. Lo único que, a juicio del magistrado, parece claro es que el primero asumió rápidamente su «propia pertenencia a Daesh» por medio de un proceso de «autoadoctrinamiento a través de Internet utilizando programas como wifislax, que permiten piratear redes wifi y acceder a contenidos bajo una identidad segura».

Ambos fueron detenidos el lunes de madrugada en sus pisos de Valladolid y Murcia y fueron trasladados esa misma mañana a Madrid. Allí prestaron declaración a partir de las siete de la tarde de ayer en el Juzgado Central de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional. Alí fue a prisión y Kamal fue puesto en libertad con cargos.

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