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Centro de salud de Barrio España, donde fue llevada la niña tras las maniobras de reanimación de los dos operarios.
Dos empleados de Jardines del Ayuntamiento de Valladolid evitan la muerte de una niña

Dos empleados de Jardines del Ayuntamiento de Valladolid evitan la muerte de una niña

El suceso tuvo lugar en la calle Valle de Arán, cerca de la sede del Vivero de Empresas que la Cámara de Comercio tiene en el Barrio España

Jorge Moreno

Miércoles, 21 de septiembre 2016, 17:28

No fue un día cualquiera, y seguro que Tino y Quique, dos empleados de una contrata municipal del Área de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Valladolid, no lo olvidarán. Su rápida intervención ayer en una calle de Barrio España evitó, ante el nerviosismo de los padres, que una niña de 18 meses sufriera males mayores al registrar una convulsión febril que le dejó sin respiración e inconsciente durante varios minutos.

A las dos de la tarde, tanto Celestino como Enrique todavía tenían en su retina la imagen de la cara morada de la niña, cuyo nombre desconocen. Sucedió pasadas las diez de la mañana, en la calle Valle de Arán, cerca de la sede del Vivero de Empresas que la Cámara de Comercio tiene en la zona noreste de la capital.

«Estábamos trabajando como todos los días cuando observamos cómo los padres salían corriendo de su coche y pidiendo auxilio. La madre, muy nerviosa, no hacía nada más que pedir ayuda y gritar mi niña, mi niña», relata Tino.

Sin pensárselo dos veces, y para evitar males mayores si optaban por acercarla hasta el centro de salud situado a 200 metros del lugar, uno de los dos trabajadores decidió quitarse la chaqueta del uniforme y dejarla en el suelo, formando un semicolchón para comenzar a practicarle los primeros auxilios.

«La niña ya no respiraba, tenía los ojos torcidos, la lengua fuera y su cara estaba morada. Decidimos recogerla de los brazos de la madre y nos pusimos a hacerle una reanimación cardivascular, o lo que todos conocemos como el boca a boca», describe este trabajador de 47 años.

Nunca antes les había pasado

Nunca habían estado en una situación similar, pero los conocimientos adquiridos en uno de los cursillos de prevención de riesgos laborales que les dio la UTE les sirvieron. Y mientras Quique, de 36 años, iba soplando en la boca de la niña, Tino utilizaba sus manos de jardinero para dar masajes una y otra vez al frágil cuerpo de apenas 80 centímetros. Y la paciente respondió a estos ángeles de la guarda de la calle ante la mirada de los progenitores.

Según cuentan, antes de concluir su jornada, los padres habían decidido llevar a la pequeña al médico por la intensa fiebre que registró durante la noche anterior. Pero no llegaron a tiempo al centro de salud puesto que el episodio de convulsión les puso ante esa horrible experiencia.

La desazón de la pareja treintañera, y que tiene también otro hijo gemelo de la bebé, se tornó en confianza cuando entraron en la consulta del pediatra con su pequeña respirando. Tras examinarla con celeridad, el facultativo de Barrio España ordenó su traslado en ambulancia hasta el hospital Clínico Universitario.

La intervención causó expectación entre el resto de pacientes del consultorio. Fuentes de Sacyl indicaron por la tarde que la pequeña se encontraba fuera de peligro, y que estaba pendiente de darla el alta.

Para Quique y Tino, que llevan 20 años de contrata en contrata de limpiezas y realizando tareas de mantenimiento, oír el llanto roto de la niña fue un milagro. «Y más escucharla mientras la llevábamos en nuestro vehículo eléctrico», concluye Tino, que no quiere fotos ni reconocimientos mediáticos. «No somos unos salvadores del mundo. Solo pensamos en la niña», dicen.

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