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José Enrique Serrano, el pasado lunes, en Valladolid, antes del acto de apoyo a los candidatos.
«Nadie sabe calibrar cómo funcionará el pacto de IU y Podemos, que se odiaban hace un mes»

«Nadie sabe calibrar cómo funcionará el pacto de IU y Podemos, que se odiaban hace un mes»

José Enrique Serrano, Ideólogo del PSOE y miembro del equipo negociador del acuerdo de gobierno tras el 20-D, ratifica que no habrá pacto con el PP y lo ve posible con Podemos si firma «un programa de gobierno que evite que este pueda estallar en dos días»

Mar Domínguez

Viernes, 10 de junio 2016, 07:53

José Enrique Serrano (Madrid, 1949) no estaba acostumbrado a captar la atención de los medios hasta que después del 20-D entró a formar parte del reducido grupo al que Pedro Sánchez encargó negociar la formación de gobierno. Su larga trayectoria política a la sombra de Moncloa le ha llevado a ser director de gabinete de los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Hombre de confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba, lo es ahora de Pedro Sánchez. Sostiene que ambos ya han pagado por los recortes de Zapatero y que la caída del PSOE «no puede ser la senda infinita por la que se deslice».

-Las dos últimas encuestas publicadas sitúan al PSOE como tercera fuerza política en intención de voto. ¿Cómo valora estos datos?

-No lo sé. Desde el respeto a las encuestas y al trabajo de quienes las hacen, debo decir que los resultados suelen estar alineados con la línea editorial del medio que los publica y ahí están los matices. La experiencia, por otra parte, indican que las encuestas tienen líneas que reducen las expectativas de algunos partidos, otras las inflan y esto ha sido la maldición de Izquierda Unida durante años. Creo que los resultados no van a ser los mismos que en diciembre, va a haber variaciones, y estas, aun siendo pequeñas, pueden dar lugar a escenarios muy diferentes a los que hemos conocido después del 20-D y durante los cuatro meses posteriores. Y hay un factor nuevo que nadie sabe calibrar que es cómo funcionará el acuerdo entre dos fuerzas políticas que hasta hace un mes se odiaban y ahora aparecen coaligadas como son Podemos e IU. Personalmente, creo que el PSOE aguantará.

- Ha participado en el núcleo duro de las negociaciones con otras fuerzas políticas. ¿Cuál es la principal dificultad que se ha encontrado ante las exigencias de Podemos?

- No han sido las exigencias. A nuestro juicio, Podemos no quería alcanzar un pacto. Probablemente porque no se lo podía permitir.

- ¿Por qué no?

- Porque si su aspiración, y la han reconocido, es sustituir al PSOE como principal fuerza política en la izquierda era muy difícil imaginar que facilitasen un gobierno presidido por el PSOE y con participación suya subalterna.

- Podemos muestra como irrenunciable el referéndum en Cataluña. ¿Qué alternativa baraja usted para satisfacer a Pablo Iglesias en ese aspecto?

- Para satisfacer a Pablo Iglesias, ninguna. El PSOE lleva ya tres años defendiendo una posición clara. Efectivamente, tenemos un problema en España que, por simplificar, se llama Cataluña, hay que resolverlo y no desangrarnos dedicando atención, recursos, tiempo y discusiones a que el conflicto siga inmóvil.

- ¿Cómo se puede desactivar esta posición?

- Con dos cosas: con la posición de fondo del PSOE que es reformar parcialmente la Constitución en el marco de una reforma del modelo de Estado. El Estado de las Autonomías muestra problemas y no solo con Cataluña. Si esa reforma se produce y como es razonable se reconocen en Cataluña y otras comunidades algunos elementos que las hacen singulares, lo lógico es que con ese amparo se aborde la elaboración de un nuevo Estatuto.

- ¿E ir hacia el modelo federal que defienden ustedes?

-Sí, pero que es la transición del Estado de las Autonomías hacia un modelo de Estado que funcione conforme a los criterios federales. Lo digo porque alguien puede preguntar si vamos a reconocer la condición de Estado a La Rioja; pues no, porque La Rioja es una comunidad como Cataluña y esta es la singularidad de España. Pero sí que funcione con criterios federales con competencias definidas para el Estado y las comunidades, un sistema de financiación estable, seguro, que fomente la cooperación entre las comunidades y el Estado, que ahora casi no tienen instrumentos. Hay que recordar que la Constitución prohibe determinados pactos entre las comunidades. Y ese nuevo estatuto lo tienen que refrendar los catalanes. Es lo que en el PSOE llamamos la doble decisión, la de todos y la de los catalanes. Y eso lo resolvió el PSOE va a hacer tres años en lo que se conoce con el nombre de la Declaración de Granada.

- Pero la postura de Barcelona parece inmovilista.

- Es que creo que además de todo eso lo que hay que hacer es hablar y acordar en temas en los que no se discute la esencia sino que son de la vida diaria. Llevamos cuatro años sin hablar y eso da pie a todo.

- La presidenta de Andalucía ha mostrado su apoyo a Pedro Sánchez, pero a la espera del resultado electoral. ¿Es el fin del líder?

- Vamos a ver. Uno no sabe cuál va a ser el resultado de las elecciones y menos el del PSOE. Por tanto, especular sobre si Pedro Sánchez tiene preparado un certificado de defunción para el 26 de junio es un juego que no conduce a ninguna parte dentro del PSOE. Aspiramos a ganar o a conseguir resultados que nos permitan gobernar. El peso del PSOE es fundamental para permitir o no que el PP siga gobernando y para posibilitar o no un gobierno alternativo.

- Si finalmente se sustancia que el PSOE se convierte en la tercera fuerza, ¿estaría obligado a formar una coalición con el PP y Ciudadanos por el interés general del país?

- Esa pregunta es complicada porque no me basta con que el PSOE sea tercera fuerza. Dependerá mucho de lo que ocurra con el PP y Ciudadanos. Hablar de pactos hoy es un muro porque las posibilidades dependen de cuatro o más resultados, no de uno. Estoy convencido de que no vamos a ser la tercera fuerza, pero hemos dicho ya que no vamos a estar en ningún gobierno de coalición con el PP. Hemos vivido momentos más inquietantes que los de hoy hace unos años, donde parece que el país se iba y a nadie se le ocurrió entonces plantear una solución de gobierno de concentración, que se reservan en Europa para situaciones extremas o cuando no hay posibilidad real de articular una mayoría diferente. Imagínese que pactan PP y PSOE: ¿qué le vamos a ofrecer a los ciudadanos dentro de tres o cuatro años cuando volvamos a las elecciones? ¿Les decimos que somos todos iguales cuando no es así? El PSOE se reitera en que no va a formar gobierno de coalición con el PP.

- Si los resultados fueran parecidos, ¿estaríamos abocados a unas terceras elecciones?

- No. Habría ya una necesidad imperiosa de evitar unas terceras elecciones. Alguien tendrá que ceder y facilitar un gobierno y la responsabilidad es de todos. Hace unos meses, si el PP hubiese decidido abstenerse, podría haberse dado un gobierno PSOE-Ciudadanos, y lo digo solo como ejemplo, no echo la culpa a nadie. No quisieron ceder el PP ni Podemos.

- ¿Ese acuerdo con Ciudadanos le puede pasar factura ahora al PSOE por su deriva hacia la derecha?

-Le diré dos cosas: una mía y otra ajena. La mía: llevo muchos años en política y en el PSOE y no hay nada en el acuerdo con Ciudadanos que a mí me produzca rechazo. Lo ajeno: en un debate parlamentario muy famoso de 1932, el más serio y vivo que hubo en la República, fue sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña, curiosamente, y allí tuvo una intervención muy polémica Ortega y Gasset, pero muy interesante, que terminó diciendo: «Les pido que piensen en lo que les acabo de decir y olviden quién se lo ha dicho». Este es el problema con Ciudadanos; algunos han pretendido despreciar y criticar por el hecho de quién firmaba el acuerdo y no del contenido.

-Ya ha dicho que no habrá acuerdo con el PP, ¿ni aunque se retirara Rajoy?

-No. El PSOE ya ha dicho que es un problema de PP y no vamos a estar en ese gobierno.

- El PSOE tiene pendiente el congreso para elegir al nuevo secretario general. ¿Piensa que con otro líder serían ustedes un partido ganador?

- Pedro Sánchez me pidió que si le echaba una mano y antes de estar con él colaboré con Pérez Rubalcaba. Alfredo no me lo tuvo que pedir porque nos conocemos desde el tiempo del cuplé. Los dos han perdido unas elecciones y los dos han bajado en resultados con respecto de su antecesor. No creo que esta vaya a ser la senda infinita por la que se deslice el PSOE. El partido ha pagado con Alfredo y con Pedro. En el 2011 y 2015 se ha pagado un precio por las medidas que adoptó el gobierno de Rodríguez Zapatero entre mayo de 2010 y septiembre de 2011 para hacer frente a la crisis, pero la herencia no es perpetua. Creo que el congreso que está previsto que se celebre cuando esté elegido el presidente, sin duda, estará condicionado por el resultado del 26-J y no está escrito aún.

- Si el PSOE siguiera cayendo, ¿podría ser el fin de la socialdemocracia en España?

- No creo. En todos los estudios que se hacen, y en concreto los del CIS, la sociedad española se sigue situando mayoritariamente en una escala de 0 a 10 en el 4,5, que es donde se sitúa el PSOE. Esto quiere decir que más allá del apoyo en unas elecciones concretas, la sociedad española lo que mayoritariamente se siente es socialdemócrata. No hay un abandono por parte de los españoles de ese modelo de sociedad que combina democracia, derechos y economía de mercado.

- ¿Con Podemos se podría plantear la situación contraria, que sea ahora el PSOE el que le pida sillones?

- No, no. Tenemos claro que para estar en un gobierno tenemos que pactar un programa de gobierno. No tiene ni pies ni cabeza pactar una composición de gobierno sin saber a qué se va a dedicar porque eso es garantía de que en semanas estalla. No es posible. En la línea que me pregunta, ¿cómo vamos a pactar un gobierno con Podemos si va a pretender convocar un referéndum en Cataluña? Nos tendríamos que ir. Habíamos alcanzado preacuerdos con otros partidos y nadie habló de la composición del gobierno hasta que llegamos a Podemos.

- ¿Con qué partidos llegaron a esos acuerdos?

- Ah, es que nosotros hemos hablado con Izquierda Unida y alcanzamos un preacuerdo.

- ¿Y qué falló?

- La condición de que había que ver si éramos capaces de hacer un acuerdo más amplio. Con Compromís no llegamos a cerrar, pero habíamos consensuado en torno al 70%, también con Coalición Canaria y teníamos pendiente de resolver unos problemas con el PNV. Cuando se vio que no teníamos alternativa para alcanzar mayoría suficiente no tenía sentido seguir, pero alcanzamos acuerdos de fondo.

- Y son vías abiertas...

- Evidente.

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