Víctor Vela
Miércoles, 18 de mayo 2016, 13:30
Hace 24 años, Rosa Marcos se equivocó. No estaba muy segura de Delicias, ella prefería Parquesol, pero la familia (su hermana, el cuñado, el marido) le convenció de que el futuro tenía mejor encuadre en la calle Canterac. Ahora, pasado el tiempo, no tiene reparos en reconocer su error. Nunca sabrá que tal habría ido la cosa en Parquesol, pero donde esté Delicias... Fue el lugar que Mariskal, la tienda de molduras, eligió para instalarse en Valladolid y continuar en la capital la senda que 70 años atrás inició en Medina del Campo. La familia es una saga maderera medinense con fábrica en la carretera de Pozaldez y tienda en Bernal Díaz del Castillo. Rosa Marcos (el apellido ya era premonitorio) atiende este local de Canterac donde los vecinos llevan sus recuerdos para enmarcar. Todo cabe entre unos trozos de madera para luego exhibirlos en la pared: óleos, fotos, trabajos manuales, pinturas, escudos heráldicos, diplomas, puzles, carteles de película... Y en los puntos suspensivos cabe cualquier cosa. Cualquiera. «Enmarcamos de todo», reconoce Rosa, ya acostumbrada a lo inverosímil. Le han pedido enmarcar chupetes, pijamas de bebé, candados, revólveres. También las matas de pelo de quien decide cortarse la coleta. «La moda en las molduras está en el gusto de cada uno, pero sí que hay tendencias. Tuvimos el boom del vengué, y ahora estamos más por lo metalizado. Mucha plata. Mucho blanco.Pero todo depende de los gustos y de los estilos», explica Rosa, quien resume la evolución de un negocio que antes utilizaba muchas maderas de África y Sudamérica (por ejemplo la samba americana)y que ahora incorpora también género autóctono, como el pino.«Lo mejor es que sean maderas arenosas, sin nudos ni resinas, para poderlas trabajar mejor», explica desde el taller que tiene justo encima de la tienda, un espacio lleno de maderas, listones, marcos a la espera de un objeto que enmarcar. «Acerté con Delicias», dice Rosa.
Publicidad
Y una sentencia similar sale de la boca de Inmaculada Pérez. Durante 30 años atendió una carnicería en Valdestillas y después se tiró tres «sin hacer nada». En 2012, «en lo peor de la crisis», decidió abrir una mercería. «Una valiente, me dicen». Eligió este sector después de pensar mucho qué montar y descubrir que hacía falta una tienda de este tipo en la zona, sobre todo, con género suficiente para atender las peticiones de la clientela. No es fácil encontrar paños higiénicos, camisolas de lactancia, agujas sequeras («con las que se cosían los colchones»), huevos de madera e hilo de zurcir. «Fíjate, hay muchas clientas que abren la puerta y casi desde fuera te preguntan que si tienes hilo de zurcir. Yo creo que no confían en que lo tenga... y sí, sí. Aquí somos como Paco Lobatón, si no lo tenemos, lo buscamos...», explica rodeada de hilos, parches, cajas repletas de camisetas y ropa interior, de mil tallas y modelos. «Hay que tenerlo. En la carnicería era todo más sencillo. Sota, caballo y rey. Aquí la clienta mira más: esto me gusta, esto no, esto me queda bien, se prueba veinte modelos. Eso sí, es más limpio que la carnicería», bromea. «Y además, me gusta», concluye.
Aquí tienes, le dijo aquel día Juan León a su hija María Isabel, recién cumplidos los 17 años. Y le mostró una Refrey Transforma la máquina de coser que todavía hoy recibe faena en el cosetodo Tijerylo, en esta calle Canterac y una pieza enorme de tela, para sacar sábanas. Fue así como María Isabel, gijonesa, se introdujo en el mundo de la confección, «yo solita, aprendiendo por mi cuenta». Durante nueve años hiló un negocio en Asturias hasta que se vino a Valladolid, ciudad a la que destinaron a su marido, trabajador de Michelin. «Así que después de un paréntesis, decidí abrir de nuevo una tienda». De esto hace ya 19 años. Y aquí sigue hoy esa máquina de coser, dando puntadas a la historia cotidiana de Delicias, en una tienda que tiene las paredes decoradas con violines y fotografías sinfónicas (su hijo es músico)y el escaparate repleto de sus trabajos manuales. Hay mandiles de todas las clases, gorros, bolsas para que los peques las lleven al cole, saquitos de semillas... «Cuando el trabajo me deja un ratillo, vamos picando en estas cosas», asegura una mujer que se reconoce inquieta y que recibe clases de Biología en el centro cívico José Luis Mosquera.
Comer por tres euros
Hay un cartel que recibe al paseante que ingresa en la calle Canterac desde el paseo de San Vicente. En la esquinita, a pie de calle, está el panel que todas las mañanas saca José Antonio de la Fuente con el menú del día. El de un día cualquiera puede ser sopas de ajo o macarrones (de primero), albóndigas o merluza rebozada (de segundo). Pan, postre, agua o copa de vino. Tres euros. Imposible comer más barato en Valladolid. Es el ofertón de los viernes, de 13:00 a 15:00 horas. De lunes a jueves, la cosa se pone en cinco euros (con tres primeros y tres segundos a elegir) y una clientela variada. Mucho obrero. Mucho jubilado. Vecinos del barrio, como asegura Mari Carmen, en los fogones. O su sobrino José Antonio, en el mostrador. Es el bar Gredos, un histórico del barrio, con casi 70 años de historia y que hace 28 años cogieron Julián y Montserrat, los padres de José Antonio. Colgada de la pared, está la gran espada que Julián y Montserrat usaron para cortar la tarta de sus bodas de plata. Por cierto, que también ofrecen comida para llevar (hamburguesas, raciones, baguetes...) a través de aplicaciones de Internet, como La nevera Roja y Just eat.
Otra opción para comer es un buen pollito asado. Antes de seguir avanzando la próxima semana por esta calle Canterac hay que hacer una parada en las galerías La Fuencisla. Aquí, entre las verjas caídas de locales abandonados (ya no están Pescados Roberto ni Aceitunas Santos ni Frutas Rosi) todavía resiste Anastasio Sanz al frente de la Pollería Nieves, el negocio que abrió hace 30 años, después de permanecer durante casi 15 en un taller textil de la calle Almería. Cuando aquello«se fue a pique», se vino aquí, a estas galerías en las que ofrece pollos asados (también los fines de semana, cierra los lunes, abre solo por las mañanas)para una clientela fiel que accede a diario a estas galerías con acceso desde Canterac y también la avenida de Segovia.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.