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Víctor Vela
Viernes, 6 de mayo 2016, 17:28
Hay una experta en todas las familias. Y Hanane lo es en la suya. Cuenta con las manos teñidas de naranja después de preparar el material para esta tarde que rara es la celebración en la que no tiene que intervenir. En fiestas. Sobre todo, bodas. Le llaman (las amigas, las primas, la familia)para que dibuje la piel de las novias (sus manos, sus pies) con tatuajes de henna.«Son flores, símbolos, corazones. Cualquier cosa que te inspire alegría.Lo que se te ocurra según lo vas haciendo». Hay que dejarse guiar por la intuición, por la euforia de un instante de felicidad.
Hanane se lo explica a una veintena de alumnos (sobre todo chicas)del ciclo formativo de grado medio de Peluquería que se imparte en el centro Río Duero, en la avenida de Santander. Hasta aquí se ha acercado Hanane, vallisoletana de Marruecos, acompañada por el resto de mujeres que componen La hora del té, un colectivo de amigas inmigrantes y solicitantes de asilo (han llegado desde Siria, Venezuela, Marruecos, Brasil, Colombia, El Salvador) que se reúnen a instancias de Accem para compartir experiencias y participar en actividades lúdicas y educativas. Como esta.
El grupo de mujeres se ha acercado hasta el centro de FPpara enseñar a los alumnos los trucos de belleza de sus países y cómo se elaboran los tatuajes de henna, inscripciones temporales en la piel (durante 15 días, luego se borran) que cada vez tienen mayor aceptación. Allí, en Marruecos, cuenta Hanane, son motivo de celebración. Aquí, en España, suma adeptos. Y por eso, no está de más que los futuros peluqueros aprendan cómo confeccionar estos tatuajes. Les han explicado dónde comprar los materiales (por ejemplo, en una carnicería marroquí de la calle Caamaño en Delicias), cómo mezclar la henna con zumo de limón y té... y cómo utilizar después inyecciones (compradas en la farmacia y con la aguja cortada, para evitar problemas) con las que trazar los motivos del tatuaje.
Naima dibuja varios motivos con un corazón de inicio en el antebrazo de Noemí. Fátima ha sacado un teléfono móvil para buscar en Google imágenes que inspiren lo que está a punto de imprimir en la mano de Carla. Isabel Sáinz y Raquel Barrán, profesoras del ciclo, resaltan la importancia que este tipo de actividades tienen para las alumnas, que conocen así secretos de belleza de otras culturas.
La colaboración que el centro Río Duero mantiene con Accem (atiende a personas en riesgo de exclusión, inmigrantes y refugiados)es de doble vía, porque los estudiantes en el ciclo realizan sus prácticas de peluquería con usuarios de Accem, que reciben aquí cortes de pelo gratuitos. Para ello, reconocen, han tenido que aprender las tendencias de cada cultura (con bordes más marcados en los hombres africanos, pelos más rizados y fuertes que los de las españolas, canas más díficiles de camuflar).
«Nosotros trabajamos desde el punto de vista asistencial, de recursos, acogida, manutención, pero, para lograr el bienestar personal, hay que sentirse bien por dentro, pero también por fuera», indica Irene Sánchez, coordinadora de Accem Valladolid, quien confía en que actividades interculturales como la de ayer tengan continuidad.
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