Así es la escuela de circo que enseña ser acróbata, malabarista, equilibrista
San Pedro Regalado celebra este fin de semana el Día Internacional del Circo
Víctor Vela
Viernes, 15 de abril 2016, 10:15
El bombín dibuja uno, dos, tres, parece que cuatro giros en el aire antes de aterrizar en la cabeza de Adrián Martín, 10 años, malabarista de sombreros, opositor a equilibrista, capaz de barajar tres pañuelos ninguno cae mientras camina sobre una pelota gigante.
La pierna derecha de Selene de la Calle, 10 también, parece una serpiente cuando se enrosca en una de las laaaargas telas que, como lenguas, cuelgan del techo, lamen el suelo acolchado de esta nave del Camino de Cementerio.
Los pies de Mario Yusta (11), aprendiz de acróbata, pupilo del trapecio, se despegan de la colchoneta para volver a posarse 360 grados después.
Y todo esto, el bombín, la tela, la voltereta, en fin, es circo.
Dice Rafael López que bueno, que sí, que en realidad de pequeño aquello nunca le llamó la atención. «No tengo buenos recuerdos». Ni animales ni payasos en la pista central de su infancia. Pero entonces llegaron los malabares (en La Mano Tonta), la perfección en las destrezas, la pasión del escenario, la aspiración de aprender. Y el circo se convirtió en su vida. Tuvo que marchar a Madrid para formarse. Después, Londres. Es diplomado en teatro práctico, especializado en circo, por The central School of Speech and Drama y The Circus Space. Creó compañía: The Freak Cabaret Circus. Y luego vino el más difícil todavía: enseñar lo aprendido. El proyecto de la Escuela de Circo de Valladolid aquí donde aprenden Mario, Selene, Adrián nació en 2012.
«La faceta educativa del circo se empieza a descubrir ahora. No tienes que terminar siendo artista», explica Rafael, aunque varios de los alumnos que por aquí han pasado han continuado su formación para dedicarse a este mundo, pese a las dificultades que conlleva que no exista en España una titulación específica.
Desgraciadamente no es una de las artes escénicas que recibe más apoyo. No suele entrar de forma fácil en la programación de los grandes teatros Aunque en Valladolid tenemos una gran suerte. Somos unos privilegiados por el Lava, que ofrece unas propuestas de circo, de teatro, de danza contemporánea que no es fácil ver en otras ciudades.
Y luego, claro, está el TAC. El festival de Teatro y Artes de Calle ha contribuido a crear en Valladolid un público «educado en el circo».
Pasión por las acrobacias
Isabel Bellido, psicopedagoga, maestra de Primaria, también de Educación Especial, descubrió con 33 años su pasión por las acrobacias. «No había hecho circo en mi vida». Cuenta que llevaba una «vida normal». Su trabajo en el centro educativo. Algo de deporte. Hasta que se apuntó a un curso y concluyó que aquello le gustaba. Hoy es una de las profesoras de Aéreo en la Escuela de Circo. Ella es la encargada de que sus alumnos aprendan a domar esas dos telas enormes que cuelgan del techo. «El circo te enseña muchísimo a nivel personal. Todo se basa en probar, intentar y conseguir. Aprendes a superar las frustraciones, a confiar en ti mismo, a trabajar en equipo, a escuchar mucho a los demás, a conectar con tu cuerpo, a confiar en el compañero. A esforzarte».
Mientras Isabel habla, a su lado hay un corrillo de jóvenes que escucha. Iris Delgado (12 años), Indira Lobo (14), Nadia Lobo (13), Lucía Pedrero (13) y Luz González (12) atienden las explicaciones de Isabel, quien les prepara para su clase de Aéreos. «Es lo mejor», dicen a coro. Algunas han llegado aquí desde el ballet. Otras, desde la gimnasia artística. También la rítmica. Las hay que han recalado en esta carpa circense por mero instinto asesino: matar el aburrimiento. Y quienes se acercaron animadas por unas madres que buscaban vías de escape para la descendencia.
Esta Escuela de Circo ofrece clases (tanto para niños como para jóvenes y adultos) basadas en cuatro grandes disciplinas. Basta con pasear la mirada por la sala para ver que el material escolar de este cole no son cuadernos y plumieres, sino cables de equilibrio y mazas de malabar. «El aprendizaje se basa en las acrobacias (suelo, equilibrios sobre mano), las técnicas aéreas (trapecios, telas), los malabares (aros, pañuelos, sombreros) y los equilibrios sobre objetos (cables, zancos, rulos)», explica Rafael, quien añade que no es preciso una destreza especial para comenzar a recibir clase. «Todo es cuestión de trabajo. Hasta el más torpe puede acabar haciendo malabares o el pino», indica el director de esta Escuela de Circo donde se enseñan no solo las técnicas, sino también la creatividad necesaria para ponerlas en práctica. Las primeras semanas se suele trabajar más la elasticidad, la creación de un fondo físico que acompañe la técnica. Y a partir de ahí la creación de números artísticos.
Un ejemplo del trabajo del curso se podrá contemplar este fin de semana con la celebración del Día Internacional del Circo, en la plaza de la Pirámide (calle Arturo Moliner). La asociación de vecinos de San Pedro Regalado colabora en la organización de estas jornadas. Jesús Blanco, presidente del colectivo vecinal, explica que el acto servirá además para reivindicar (con la lectura de un manifiesto) «otro modelo de cultura y la importancia transformadora del arte». Además, «habrá un guiño de solidaridad con los artistas».
Irrepetible
El programa contará no solo con la muestra de los resultados aprendidos en esta escuela, sino que habrá números especiales traídos del extranjero. Durante estos días, ofrece sus clases en Valladolid Verónica Capozzoli, una italiana que ha convertido lo extraordinario en cotidiano. El circo, que para muchos es fiesta, un día único e irrepetible, es para ella «el divertimento de mi rutina. Es mi trabajo, mi sueño, mi vida». Cuenta que empezó con el teatro, la comedia del arte, su papel de arlequín, donde ya coqueteaba con las acrobacias. Pero pronto descubrió que lo suyo era «el circo al 100%». Ahora enseña lo que sabe a estos chavales vallisoletanos que hacen equilibrios con bombines, que parecen delicadas arañas envueltas en telas, que vuelan sobre sí mismos para aprender que lo difícil es más simple todavía en el mundo del circo.
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