Víctor Vela
Miércoles, 23 de marzo 2016, 18:15
Hasta el ordenador está escondido. Sin teclados, sin ratones, sin pantallas a la vista. Encima del mostrador metálico, tres carpesanos obesos sus costuras a punto de reventar que los propietarios del negocio trajeron de Madrid.Allí guardan cientos de fichas con precios y referencias. «Loza y grifería», dice en la pegatina de portada de uno de los archivadores. «Accesorios», pone en otra. Hay que bajar unas escaleras, descender a un sótano garaje bodega en el que se suceden pasillos abarrotados de estantes-cajones de madera llenos de codos, entronques, grifos, arandelas. Ala derecha, una plegadora para las chapas de aluminio. Ahí arriba, tres carteles de los años setenta (parecen los setenta)en los que se anuncia el negocio. Saneamientos La Merced. Con sus carpesanos obesos, sus anaqueles de madera, su plegadora. Sin ordenador en el mostrador. «Mantenemos la esencia antigua. Nos ha ido bien, mejor no tocarlo», dice Consuelo Soto. Con razón.
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El despacho nació hace casi medio siglo, cuando Rafael y Juan José Soto, el padre y el tío de Consuelo, decidieron montar un taller de suministro de productos de fontanería, de calefacción y decoración para el baño. Cuenta Consuelo que su padre trabajaba en la fábrica de armas, pero que siempre soñó con montar un negocio por su cuenta. Hacer cuentas y no tener que darlas a nadie. «Y como siempre fue un manitas... Se apañaba con todo. Y con mi tío se complementaba muy bien».Así que decidieron establecerse por su cuenta. Primero en la calle Cervantes. Era 1969. Después, en este subsuelo de la calle de La Merced (ahí arriba tienen la tienda exposición) donde se mantiene la esencia de un negocio que nunca ha querido abandonar las tripas del barrio.«En su momento nos ofrecieron marcharnos al polígono, pero hemos preferido seguir aquí».A pie de calle. Cerca de unos vecinos que son clientes. «Ya nos conocen, somos formales, nos recomiendan unos a otros», dice Consuelo mientras pasea la mirada por este negocio que montaron su padre y su tío y que, sí, como ella pretende, mantiene su esencia. Un pequeño tesoro encontrar locales con tanta solera en Valladolid.
Desde la pecera
Unos metros más arriba, unos pasos más allá brilla una colección de océanos en miniatura. Maribel Alonso recuerda que la marea comenzó a subir hace 45 años, cuando su novio empezó a compartir con ella su pasión por los peces y los acuarios. No era fácil alimentar entonces esta afición en Valladolid. El local de referencia era Modroño, la tienda de la calle Angustias, 43. Y poco más. «Así que mi novio y yo empezamos a construirnos nuestros propios acuarios». Fue así como comenzó esta aventura acuática, en una nave particular en Huerta del Rey, para saciar la sed de una afición no muy extendida en la ciudad. Hasta que buscaron local público. Navegaron por Núñez de Arce, Moral y Alonso Pesquera hasta que hace 15 años desembarcaron en esta calle de La Merced. Ahora, la tienda (paredes amarillas, unas ondas en el techo como si fueran olas) está repleto de peceras y acuarios de mil tamaños, las paredes como si fueran una exposición de televisores en la tienda de electrodomésticos. «Los precios incluyen consejos y sonrisas», advierte un cartel colocado encima del hogar de los peces Discus, la especie que da nombre a la tienda. Y sí, hay consejos y sonrisas en la atención que prestan Maribel y Óscar.
En apenas un ratillo, las corrientes marinas acercan hasta aquí a un jubilado que quieren medir los parámetros del agua, a una joven motera que pregunta por la enfermedad de uno de sus peces, a un par de hombres que quieren montar su primera pecera, a una pareja que busca la mejor arena, el fondo más chulo para decorar su acuario. «Es una afición que engancha», reconoce Óscar. Y que, además, ofrece muchas posibilidades. «Hay opciones para todos los gustos y bolsillos».Desde las peceras más simples para aquellos (sobre todo niños) que empiezan hasta estanques. Desde peces que requieren poco cuidado hasta otros con los que hay que estar más pendientes. «El mantenimiento de los acuarios es muy simple, aunque siempre hay que hacer algo», recuerda Óscar, quien advierte de los peligros de Internet:«Muchas veces es el peor de los enemigos».«Antes, la fuente de consulta eran los libros, que normalmente estaban escritos por expertos. Las editoriales confiaban en las personas que más sabían para publicar los manuales. Ahora, cualquiera puede colgar su opinión en la red. Y no siempre son consejos bien formados», apuntan desde esta tienda, que han hecho de 45 años de experiencia el mejor argumento para el asesoramiento de los clientes. «Este es un hobby que engancha para toda la vida», explican. Y desde muy prontito. No hay más que ver la cantidad de niños que acercan su nariz al escaparate para disfrutar del ir y venir de los peces. Además, Aquarium Discus organiza visitas guiadas para colegios. «Suelen venir muchas clases de Infantil. Les enseñamos los peces, les explicamos qué es un ecosistema. Es una forma de colaborar también con la sociedad», afirman.
De camino hacia Santa Cruz, en la esquinita ya con la plaza, está el negocio de calzado que Fernando Acero abrió hace dos años y medio. Aunque lleva más de 30 con los pies metidos en el negocio de los zapatos. Durante más de tres decenios trabajó en una distribuidora situada junto al hospital del Sagrado Corazón de Jesús. Ahora, aconseja a sus clientes cuál es la mejor opción. Sobre todo de zapatillas. Los escaparates de su tienda son un festival de opciones para caminar por casa. Babuchas, chinelas, pantuflas. De paño o pana para invierno. De lino, loneta o felpa cuando se acerca el calor. «No tengo nada de importación.Para qué, si te dan problemas», asegura un perfecto conocedor del negocio, quien trae desde La Rioja (Arnedo y Calahorra, especialmente) el 80%de sus zapatillas. ¿Y el resto?Alicante. Albacete. «Yo lo tengo claro. No me meto en nada que estropee los pies». Y lo dice mientras mira a través del cristal el cercano Palacio de Santa Cruz. «La verdad es que tengo unas vistas fantásticas. Sobre todo en verano, cuando empieza a caer el sol y la piedra blanca de Santa Cruz parece arder».
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