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l. sancho
Jueves, 3 de marzo 2016, 12:29
Con un elogio al silencio, al que el vallisoletano Miguel Delibes alabó dentro de la Semana Santa (con recuerdo al escritor incluido) ensalzó el cardenal riosecano Carlos Amigo la Pasión vallisoletana, la suya, la de su tierra, la que siempre que le permite la agenda visita y participa. Ese silencio que «se hace procesión en Viernes Santo y se convierte en adoración», describió.
Y eso que ayer confesó haber presenciado en pocas ocasiones los desfiles procesionales de la ciudad «Anda que iba yo a dejar Rioseco por venir a Valladolid», dijo con tono distendido para risas de los asistentes, pero en la que ayer un año más quiso participar como pregonero, esta vez, de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Con una iglesia de Jesús abarrotada, flanqueado por el alcalde presidente, José Jaime Rodríguez, y por el rector durante las últimas décadas, don Pedro, el cardenal y arzobispo emérito de Sevilla pronunció durante algo más de una hora un pregón en el que repasó el significado de la Cruz que carga Jesús en la imagen titular de la hermandad, el amor que la madre, María, profesaba hacia su hijo y que no precisaba de explicación, y la importancia de la familia dentro del día a día, pero también como una forma de vida de la Semana Santa.
Carlos Amigo, que estuvo arropado por el alcalde de su ciudad natal, Medina de Rioseco, Artemio Domínguez, y la concejala de Cultura, Comercio y Turismo, Ana Redondo, entre otras autoridades, invitó a los cofrades del Nazareno a que cuando la hermandad salga a las calles de Valladolid en las procesiones de la Semana Santa «los hombres y mujeres reconozcan la huella del pie de Jesús Nazareno, y que esa huella deje lo que lleváis en vuestro corazón». En este sentido, incidió en que dentro de lo que unos y otros esperan y solicitan a la hermandad, habrá una explicación, la de la Cruz, que «no hay que buscar en la madera, sino en el amor del señor».
Tres p
Tres puertas
Durante su pregón, Carlos Amigo repasó algunos de los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y aseguró que durante la Semana Santa se abren tres puertas: la de Jerusalén, donde se encuentra la fe; la de Roma, donde está la Iglesia; y la de Valladolid, donde se arraiga la familia. Aquí, en esta ciudad, recordó, se encuentra en pleno centro la catedral, parte de la Semana Santa. Símbolo arquitectónico, dijo, pero también de lo que hoy en día representa la Iglesia. Porque incidió, antes de terminar, en que para seguir a Cristo y «si de verdad se le quiere seguir, es incuestionable caminar con la Iglesia y contribuir a su sostenimiento, a la colaboración de la actividad pastoral y en los sacramentos». Una Iglesia, dijo, de puertas abiertas, «sin nostalgia del pasado ni miedo al futuro».
Concluyó recordando que la hermandad o cofradía es una forma de vivir en cristiano y repasó algunas de las imágenes más importantes de la Semana Santa de Valladolid, en cuyo encuentro, con el de esas tallas, «se establece una relación mística».
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