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Víctor Vela
Viernes, 19 de febrero 2016, 21:26
Seguro que hubo lágrimas en su entierro y dolor entre sus allegados. Murió Gaspar de Ezpeleta, caballero de Santiago. Descanse en paz, ojalá la tierra le fuera leve. Todo eso. En ese plan. Pero bendita sea aquella noche del 27 de junio de 1605 en la que Ezpeleta se vio envuelto en duelo y sufrió herida tal que le llevaría a la muerte horas después. Lástima. Pero al mismo tiempo, ¡hurra!.
Porque aquella pelea nocturna, sobre las 23:00 horas, en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, permitió consignar para siempre, para la historia que el más importante escritor de todos los tiempos, Miguel de Cervantes Saavedra, vivió por aquel entonces en Valladolid. Yfue testigo del suceso. El proceso iniciado para aclarar la pelea (posiblemente con marido ofendido de por medio), la investigación del juez Villarroel y las entrevistas a los vecinos del lugar sirvieron para certificar que Miguel de Cervantes vivía en la casa número 9 de la calle del Rastro Nuevo de los Carneros, el hogar que hoy es Casa Museo del escritor, el principal reclamo cervantino de Valladolid. No el único.
El Ayuntamiento ha anunciado que se apoyará en estas muletas históricas y patrimoniales para reivindicar la huella que el escritor dejó en la ciudad. Y no es poca. Toda la oferta turística de la capital se articulará este 2016 en torno a la figura de Cervantes vecino de honor de la ciudad, justo el año en el que se conmemora el cuarto centenario de su muerte (el 23 de abril de 1616). De entrada, el concurso de Carnaval de este fin de semana ya entrega un premio al mejor disfraz cervantino. Habrá más:visitas teatralizadas, conferencias, teatro, jornadas gastronómicas y un papel crucial en la Feria del Libro del mes de junio.
Colegio desde 1928
Pero, junto a lo coyuntural, lo que permanece. La ciudad atesora símbolos que la vinculan con el popular escritor. Está la Universidad Europea Miguel de Cervantes. También el colegio de Delicias (en la calle Arca Real), proyecto firmado por Joaquín Muro el 15 de abril de 1928. Fue el centro que inició la expansión de los grupos escolares por la ciudad, en unos tiempos donde la alfabetización e instrucción público comenzaron a cobrar importancia. El plan educativo incluía cinco colegios en zonas de expansión urbanística. Estaban el Manuel B. Cossío (en 1931, hoy Ponce de León); el Pablo Iglesias (1931, ahora Gonzalo de Córdoba); el Joaquín Costa (1932, actualIsabel la Católica); el Fructuoso García (1932, rebautizado como San Fernando).De todos ellos, solo uno, el Miguel de Cervantes, ha conservado su nombre inicial. Esto fue en 1928. Años antes, el 1 de diciembre de 1854, Valladolid dedicó una calle a uno de sus vecinos más ilustres. Ese día se firmó el acuerdo municipal por el que la calle de la Horca (entre las puertas de Tudela y Don Sancho) recibía el nombre de Cervantes. Juan Agapito y Revilla, en su libro Las calles de Valladolid, lamenta que se eligiera esa vía y no el lugar en el que se encontraba la casa del escritor, «algo que en 1851 ya se sabía».
Es, sin duda, esta vivienda, el gran patrimonio cervantino de Valladolid. Museo dependiente del Estado, es la única casa del escritor que se conserva en España. La de Alcalá de Henares fue derruida. Tampoco quedan en pie las de Madrid. Esta de Valladolid es un tesoro. Aquel suceso de Gaspar de Ezpeleta, la investigación iniciada para esclarecer lo que ocurrió, permitió situar a Cervantes en esta vivienda, desde el verano de 1604 (finales de agosto o principios de septiembre) hasta los primeros meses de 1606. Como recaudador de impuestos que era, vino a vivir a Valladolid empujado por el traslado de la Corte. Y por el mismo motivo se marchó hace 410 años. Pero aprovechó su estancia pucelana. Aquí inició los trámites para la publicación del Quijote, aquí escribió el prólogo de la obra, las poesías preliminares. La tasa para la venta del libro se extendió en Valladolid el 20 de diciembre de 1604. Ya finales de ese año (en Valladolid) o en enero de 1605 (Madrid), se puso a la venta el libro, que estaba dedicado a Diego López de Zúñiga y Sotomayor, duque de Béjar, y vecino de Valladolid desde 1602. También aquí pudo escribir varias de sus Novelas ejemplares, «pues son muchas las referencias a distintas circunstancias históricas acaecidas en la ciudad o parajes». Es el caso de El casamiento engañoso, El licenciado vidriera, La gitanilla.O las alusiones a parajes en La galatea, Viaje al Parnaso o El coloquio de los perros, como recuerda la web de la Casa de Cervantes.
Los escritos de dote de una de sus hijas y el testamento de su mujer fueron fuente básica para conocer las posesiones del escritor.Gracias a ello se ha podido amueblar la casa. Las piezas no fueron propiedad de Cervantes, pero sí son muebles de la época, similares a los que tuvo el hogar. Así se ha amueblado esta vivienda donde residía no solo el autor del Quijote, sino también sus hermanas Andrea y Magdalena, su hija Isabel, su sobrina Constancia y una criada, María de Ceballos.
Escalera original
El recorrido por la Casa Museo de Cervantes comienza por el zaguán (un cuadro de la batalla de Lepanto en la pared). Si se asciende por la escalera conserva la estructura original se llega a la primera planta, donde estaba la vivienda. Allí se encuentran las diversas estancias:el recibidor, el aposento donde escribía y estaba su alcoba, otras alcobillas, el comedor que no tuvo (pero se ha reproducido uno de la época)y la cocina en la que comían. La manduca se solía preparar en el patio, para evitar los incendios. No era hogar de grandes lujos. Tampoco su ubicación era la mejor. Hoy sí, claro. Pero hace cuatro siglos, esto eran las afuera de la ciudad, cerca del matadero, a orillas casi del Esgueva (ahora cubierto), que no dejaba precisamente ni buena limpieza ni mejores olores. Juan de las Navas levantó en 1601 este bloque (cuatro casas con idéntica fachada), sin duda inspirado por el traslado de la Corte y la confianza de lograr dinero con el alquiler de las casas a los funcionarios, trabajadores y aprovechados que llegarían desde Madrid.
Hay tres nombres a los que Valladolid debe la recuperación de esta casa. Uno de ellos, vecino de la ciudad. Benigno Vega Inclán y Flaquer fue comisario regio de Turismo entre 1911 y 1928. A él se atribuye, por ejemplo, la Red de Paradores de Turismo. El museo del Greco en Toledo. Esta Casa de Cervantes.
En 1912 informó al rey Alfonso XIIIdel lamentable estado en el que se encontraba la vivienda que un día fue hogar del escritor. El monarca adquirió la casa. El presidente de la Sociedad Hispánica de Nueva York, Archer Huntington compró las viviendas colindantes (y las donó al Estado en 1918). El Ayuntamiento cedió el espacio delantero para evitar que se pudiera construir edificio alguno y que el inmueble se divisara sin problemas desde Miguel Íscar. Hubo obras para recuperar la estructura de la vivienda. El 23 de abril de 1916 se abrió al público, con la Biblioteca Popular y Cervantina en la planta baja. Cuatro mil ejemplares algunos duplicados de la Biblioteca Nacional a disposición (incluso los domingos) de los vecinos de Valladolid. El 23 de abril de 1948 se inauguró como museo monográfico dedicado al escritor. Y hasta nuestros días.
Cervantes tenía 58 años cuando vivió en esta casa de Valladolid. Pero hay constancia de que hubo una etapa anterior en la que residió en la ciudad. Fue cuando era niño, tendría cuatro años, y su padre Rodrigo de Cervantes, cirujano, recaló durante una temporada en la ciudad. Vivieron en al Acera de Sancti Spiritus (hoy el Paseo de Zorrilla).
El Ayuntamiento diseña una ruta cervantina por la ciudad que tendrá parada en esta calle Rastro, y también en la plaza de la Universidad, donde está ubicada la estatua que la ciudad dedicó al escritor. Obra de Nicolás Fernández de la Oliva, se inauguró el 29 de septiembre de 1877, frente a la casa del escritor. Pero con las obras del Esgueva y la recupeación del entorno, el Ayuntamiento buscó un nuevo emplazamiento para la estatua. Así, el 21 de enero de 1889, se acordó su traslado a la plazuela de Santa María, hoy plaza de la Universidad. Durante los primeros meses de ese año (hasta junio), el Ayuntamiento gastaría, al menos, 372 pesetas, para arreglar la plaza y mejorar sus cimientos, para que la escultura se pudiera colocar sin problemas. El 26 de junio de 1889, las arcas municipales consignaban 40,50 pesetas para la instalación de la estatua. En el pedestal había cuatro relieves, obra de Pablo Berasátegui que reproducían fragmentos del Quijote. Retirados de la peana de la escultura, esos relieves pueden verse ahora en el patio de la Casa Museo, centro de las celebraciones pucelanas de este 2016 como año cervantino.
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