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Eloy de la Pisa
Miércoles, 10 de febrero 2016, 11:15
El pasado 31 de diciembre Vicente Garrido Capa celebraba, como cualquier español, el cambio de año. Rodeado de Piti, su esposa, de varios de sus hijos y de sus yernos y nueras, el patriarca de los Garrido estaba lejos de intuir que en el año en que va a cumplir 84 años (nació en febrero de 1932 en Medina de Rioseco), se va a convertir en un periodo de especial intensidad para él. Es cierto que podía intuir algo, ya que al fin y al cabo 2016 es el año en que su estricta planificación se encuentra anotada la inauguración de la fábrica que ultima en la India, pero de los otros dos acontecimientos que van a marcar el primer trimestre de este año, nada intuía.
El primero fue su elección como pregonero de la Semana Santa de Valladolid. Algo con lo que alguna vez había jugueteado en su mente, pero que siempre había terminado por descartar. Él, que ha pregonado más de una semana santa, que desde niño mamó las esencias de la Pasión de Cristo desde la Rúa de Rioseco, no se terminaba de ver preparado para glosar el espectáculo que inunda cada primera luna llena de primavera las calles de Pucela. Por eso su sorpresa cuando se lo ofreció Óscar Puente, el alcalde, fue notable. Y aceptó el reto. El amor que profesa a la ciudad que tanto le ha dado es tal que no dudó en decir que sí aún a sabiendas de que con ello no iba a poder viajar a la India. Pero Valladolid bien vale una misa.
La apuesta por la India
Vicente (Vicentón desde los tiempos en que acudía a clase al colegio San José y lideraba a las huestes de los jeringuillas ante sus acérrimos adversarios de los baberos), Garrido tuvo siempre claro que para que Lingotes fuera una empresa puntera debía estar en el exterior. Su rigor empresarial, su capacidad de trabajo, su facilidad para rodearse de colaboradores valiosos cuánto le dolió la pérdida de Javier Muruzabal, su yerno, el hombre que dirigía la fábrica de Valladolid, y su visión estratégica del mundo le recomendaron trasladar la filosofía de su empresa a otros lugares en los que poder generar riqueza. Se alió con un socio local y se puso manos a la obra. 25 millones de euros de inversión, una factoría moderna ubicada en Kalol, en el estado de Gujarat. No ha sido un parto fácil, porque India y España son muy distintas en lo que a organización del trabajo se refiere, pero el asunto ya está rematado.
Y el tercer hito de este hombre sencillo, que disfruta en su finca de Esguevillas con la agricultura y el trabajo en el campo y para el que la edad es todo menos un obstáculo, son los 25 años desde que la Escuela de Comercio ahora Facultad, le concediera el premio de Empresario del Año. Un cuarto de siglo en el que no solo no ha bajado el pistón, sino que lo ha mantenido muy alto de revoluciones.
En 2004 El Norte le reconoció con uno de sus premios. Y aquel día de diciembre, rodeado de su mujer, sus hijos, nueras, yernos y nietos, muchos descubrieron al Vicente Garrido real: el familiar, el afable, el humilde, el paciente y, sobre todo, el Vicente accesible. Siempre dispuesto a escuchar, siempre dispuesto a ayudar. Fuente inagotable de anécdotas y dueño de una prodigiosa memoria. Es uno de los líderes de Valladolid, pero jamás se ha dado un ápice de importancia.
2016, al fin y al cabo, viene a entregarle mucho de lo que ha ido sembrando.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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