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Jorge Moreno
Martes, 1 de diciembre 2015, 17:58
Atrás quedan las actividades de Juan Rubio en la fundación del periódico Ideal de Granada, que fue incendiado al poco de su puesta en marcha en 1932. Eran años convulsos en España, donde los enfrentamientos entre grupos de derechas e izquierdas eran casi diarios.
Entre los fundadores estaba Marino Antequera (1897-1994), «un muchacho entonces, amigo íntimo mío, gran pintor de paisajes al que le gustaba escribir mucho. Luego le hicieron cronista de Granada», relata Juan. Rubio explica que el diario granadino Ideal se creó después de que se quemara a comienzos de la II República 'La Gaceta del Sur', un periódico católico que se quedó sin personal al proclamarse el nuevo régimen.
El diario fue costeado, principalmente, por los marqueses de Casablanca «que disponían de muchísimo dinero». Este grupo de jóvenes activistas, y de derechas, acudieron también a otros empresarios granadinos, que hicieron aportaciones hasta alcanzar los 6 millones de pesetas.
«La mayoría no eran cantidades que se daban en el momento, sino que suscribían acciones para el Ideal, comprometiéndose a desembolsar posteriormente el dinero», dice. Uno de estos 'mecenas' aportó el millón de pesetas, un importe significativo para la época. También colaboró en la fundación el teniente coronel Velázquez, un jurídico militar casado en Granada. Juan Rubio no recuerda bien por qué se escogió aquel año el nombre del Ideal, y atribuye a Marino Antequera la elección de la cabecera del rotativo andaluz, vinculado al Grupo Vocento.
Con la constitución hecha del nuevo periódico, llamaron para que les asesorase a Ángel Herrera, director del Debate y del Ya, y vinculado a Editorial Católica.
«Éste nos envió un redactor jefe, Dávila, hasta que se nombró al primer director. Sin embargo, antes de julio de 1936, nos lo quemaron los de izquierda como hacían con las iglesias. Iban de noche, con gasolina y lo prendían todo», explica este sargento provisional, requete, que mantiene todavía sus esencias carlistas.
Rubio Moscoso reconoce que él nunca llegó a escribir en el Ideal, ya que «soy un hombre de ciencias desde que nací», apostilla este ingeniero que se despide de los amigos de tertulia vallisoletanos con un «ya nos veremos».
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