Antonio G. Encinas
Miércoles, 25 de noviembre 2015, 11:01
Se le veía nervioso mientras hablaba por teléfono, junto a sus compañeros, en el vestíbulo. Cuando entra en la nave, su nave, sin embargo, le vuelve la calma. Como si pisara suelo conocido. En mitad del desastre habla con orgullo de sus máquinas, de esas que conoce desde siempre. «Desde que se vino la fábrica. Comenzó a funcionar en agosto o septiembre de 1973 y llevaba un par de meses, estaba sin terminar el edificio, cuando ya estaban las máquinas imprimiendo. Había una parte terminada del edificio, donde se pusieron las máquinas para empezar a producir. Y en la otra estaban aún trabajando los albañiles para rematar», comenta.
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Hace una pequeña pausa.
«La he visto nacer y espero no verla morir».
En esas cuatro décadas ha visto pasar muchos compañeros. En algunos casos, familias completas. Algo que considera, en este caso, un punto fuerte de la fábrica. «Esta empresa siempre ha llevado la política de que cuando había que coger gente, si había algún familiar que pudiera ser válido o quisiera aprender, eran preferentes. En este caso ha sido una política acertada, porque siempre es mejor estar ligado de una manera fuerte familiarmente. Y siempre ha habido gente con hermanos, familias, hijos...».
Sobrevivió a la dura crisis de los ochenta. Por eso ahora, con la experiencia de haber pasado por aquello, cree que quizá también haya salida. «Siempre se recuerda el último incidente como el peor porque lo que ha habido atrás, como se ha superado, ya no te parece tanto. Pero sí ha habido momentos muy duros, como la crisis de los ochenta. Había aquí 250 personas y en ese momento nos quedamos en cien. Fue muy traumático porque se despidió a mucha gente, pero a partir de entonces se fue recuperando, volvió a aumentar la plantilla... Ha habido épocas malas, pero se han superado. Espero que esta también».
Nada de milagros, sin embargo. La receta mágica es muy prosaica en este caso. «Para salir de aquí hacen falta dos cosas: voluntad y dinero».
¿Las hay?
La empresa tiene voluntad y los trabajadores... ¡Imagínate! Tenemos esperanzas, pero también hay que ser un poco escéptico, porque según ha quedado todo...
Y echa un vistazo a los últimos pliegos impresos sobre el palé. Uno tiene una mancha. La toca. Es una quemadura.
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