Mayte García López.
Incendio en macrolibros

«Hay gente que tiene su hogar aquí. Si se cierra esto, van los dos al paro»

Antonio G. Encinas

Miércoles, 25 de noviembre 2015, 11:00

«Vivo en las Delicias. Me avisaron a las nueve menos diez y a las nueve y media empezamos a venir. Pensábamos que a lo mejor era el papelote, que a veces puede caer una chispa»...

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Pero no.

«Cuando empezamos a ver las máquinas... Y claro, alguno sacaba fotos. Y decía es una máquina. Y todos rezando. Si es una... ¡Pero las seis!».

No era un desastre. Era El Desastre. «Eso es mucho dinero, es el corazón de la fábrica».

«Algo tan gordo... Cuando vi las máquinas se me cayó el alma a los pies».

Mayte lleva 17 años en la empresa, está en la nave de encuadernación. «Eso no lo ha tocado mucho, es la parte que intentaremos abrir cuanto antes», dice. Pertenece al comité de empresa desde hace ocho años, pero confía en que una vez más, como ha sucedido en otras ocasiones, ambas partes puedan ir de la mano. «Llevo aquí 17 años y siempre tienes tus cosas, pero nos llevamos muy bien, siempre hemos tenido buen trato con la empresa, hemos intentado tirar para adelante. Cuando hemos tenido temporadas bajas de trabajo, por parte del comité hemos congelado los sueldos», explica.

Desde su posición como responsable sindical, Mayte García conoce bien a sus compañeros. «Hay personas que tienen su hogar aquí trabajando, si se cierra esto se van los dos al paro. Y hay gente con cincuenta y tantos años. Yo misma, con 51, me quedo en la calle y a ver quién me coge», dice.

No parece que lo diga con miedo. Como otros compañeros suyos, transmite más decisión y energía para acometer el desafío que desazón, decepción o abatimiento. No se engañan, sin embargo. «Dirección y comité nos hemos puesto de acuerdo para abrir cuanto antes porque lo que no queremos es perder nuestros empleos más todos los de otras empresas que trabajan para nosotros. Luego vino el jefe del grupo Sherpa y nos dijo que teníamos un seguro bueno, que cubre las máquinas, y eso es una parte muy importante. Pero vamos a tardar», dice.

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Va a ser complicado. Largo. Un proceso con muchas dificultades, que empiezan por saber qué ocurrirá con el seguro, si encontrarán máquinas en el mercado de segunda mano con las que volver a arrancar. Pero ya han pasado por otras. Y esta vez la salida del túnel estaba tan cerca que sería una lástima rendirse ahora. «Esto lleva 42 años funcionando. Tuvieron un ERE muy gordo, luego nos hemos ido manteniendo, luego Prisa nos vendió, al final nos hemos quedado nosotros solos en el grupo y estaban apostando por nosotros. Habíamos arreglado una máquina que la habían desmontado entera, estaban haciendo el mantenimiento... Iban a poner una serie de mejoras para poder hacer otros trabajos».

Querían seguir creciendo. De hecho, los encargos recibidos para los dos últimos meses del año habían hecho que los calendarios, con sus colores para marcar los descansos y las vacaciones, tuvieran que recomponerse. «Tenemos una semana de vacaciones porque no sabíamos dónde poner los días. Ahora en diciembre nos esperaba mucho trabajo y nos los pusieron en noviembre. Llevamos muchas colecciones y había que sacarlo adelante y la gente en eso siempre ha apoyado. Estaba lleno hasta finales de enero. Decían huy, las vacaciones de Navidad, a ver cómo lo hacemos».

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Mayte entró en la empresa «por una cuñada». Algo que, como dice, no es una excepción. «Todos tenemos algo aquí dentro».

En algunos momentos ha tenido que apagar el móvil, confiesa. «El teléfono no para. La gente está muy tocada». Y pone ejemplos muy reales. «Las chicas mayores, que han vivido unas cuantas y ahora andan por 57 años...».

Se reúne con sus compañeros. Todos hablan, tratan de adivinar qué pasará, elucubran sobre el futuro. Mayte resume un sentimiento general: «La verdad es que aún no te lo crees».

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