Brian, aclamado por el pueblo como el mesías, se asoma a la ventana de su humilde hogar.

Cuando Valladolid se rindió a la irreverencia de ‘La vida de Brian’

La película de los Monty Python, cuyo estreno en España cumple esta semana 35 años, fue un éxito de taquilla en la capital vallisoletana y se mantuvo en pantalla durante meses en el Zorrilla

Liliana Martínez Colodrón

Jueves, 12 de noviembre 2015, 21:13

Si cuando escuchas el nombre de Poncio Pilato eres incapaz de evitar evocar el recuerdo de Pijus Magníficus, si no te acuerdas ni de una línea de La guerra de las galias pero eres capaz de declinar en latín la frase Romani ite domum, si alguna vez has bromeado que solicitabas una limosna para un exleproso, si has intentado convencer a tus amigos de las diferencias entre el Frente Popular de Judea y el Frente Judaico Popular, si cuestionas el legado romano y si mientras lees estas líneas estás silbando Mira siempre el lado brillante de la vida, puedes asegurar con orgullo que eres todo un fan de la película La vida de Brian. Una obra maestra de los Monty Pyton que ha llegado a nuestros días con la frescura y la irreverencia de su estreno en España, el 10 de noviembre de 1980.

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Pero la capital vallisoletana tuvo que esperar cuatro meses más para disfrutar de esta película, que en sus inicios fue calificada de blasfema y que despertó las iras de los sectores ultraconservadores -incluso, países como Irlanda y Noruega llegaron a prohibirla-. La paciencia vallisoletana fue recompensada con un estreno en el Zorrilla en versión original subtitulada. Fue el 18 de marzo de 1981. Compartía cartel en la ciudad con otros films como Desmadre en la universidad (en el anuncio se indicaba que esta película estaba batiendo récords en Estados Unidos), Gay club (increíblemente se repetía el equipo de El cipote de Archidona), Manaos (con Fabio Testi y Agostina Belli) y ¿Dónde estará mi niño? (de Manolo Escobar, que en esos años no vivía sus mejores momentos profesionales). En los diarios aún coleaba el Golpe de Estado del 23F, Francisco Fernández Ordóñez por aquel momento ministro de Justicia-, defendía en el pleno del Congreso la ley del divorcio, Miguel Delibes acababa de publicar Las perdices del domingo, y el cantante vallisoletano Alfonso Pahino actuaba en Paladium en sesión doble de tarde y noche.

Ni la fama de blasfema, ni el estreno en su idioma original, ni el hecho de que llegara a la ciudad un mes antes de la Semana Santa impidieron que La vida de Brian fuera un éxito de taquilla. Fernando Herrero, crítico de cine y colaborador de El Norte de Castilla, recuerda que fue un «exitazo importante» y que se mantuvo en cartel «durante muchos meses». Apunta que las películas más vistas en Valladolid fueron en ese tiempo La vida de Brian y ET, que se proyectó en el cine Vistarama.

La vida de Brian, explicaba el periodista y escritor Emilio Salcedo en la crítica que publicó El Norte de Castilla el 22 de marzo de 1981, «tiene mucho de filme underground». «Para Brian -reflexionaba- no son posibles los milagros y su vida es el continuo disparate de un ingenuo. Realmente, La vida de Brian es una historia actual, una sátira de todos los movimientos de liberación: los tercermundistas, los feministas, el gay-power, y de forma muy inteligente porque el espectador queda cogido en la trampa y asiste a un espectáculo lúcido en el que las referencias del pasado, a la Jerusalén en poder de Pilato, es un reflejo del mundo dominado directa e indirectamente por Estados Unidos».

Una crítica que se podría volver a escribir hoy en día. Porque esa es la magia de las obras maestras del cine: logran desafiar el paso del tiempo y mantenerse jóvenes año tras año. Brian nació hace veinte siglos en un pesebre de Judea, pero en la actualidad los actos humanos pueden llegar a ser tan paródicos, disparatados y carentes de sentido como los que marcaron esta atribulada existencia que, a pesar de sus infortunios, nos sigue arrancando carcajadas y anhelos por buscarle el lado bueno de la vida.

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