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Víctor Vela
Viernes, 30 de octubre 2015, 17:13
La razón es ella. Y la investigación que tiene entre manos, el motivo por el que 28.000 vallisoletanos dieron el pasado domingo miles de pasos contra el cáncer. Irene Ferrer (Madrid, 1981), licenciada en Farmacia y doctora en Bioquímica, es la responsable del proyecto de investigación que este año financiará la junta provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)con el dinero recaudado, 138.950 euros, en la marcha celebrada el domingo. La doctora Ferrer ha centrado su investigación en el cáncer de pulmón, el responsable del mayor número de muertes en los países desarrollados.
¿Y por qué es tan grande su incidencia en Occidente?
Pues porque se fuma mucho.
Entonces el primer aviso debería ser para los fumadores, ¿no?¿Deberían dejarlo?
Por supuesto que sí.
¿Por qué?
Porque aumenta treinta veces la probabilidad de tener cáncer de pulmón. Por eso, y por los demás inconvenientes asociados al tabaco que todos conocemos.
Por ejemplo...
Su asociación con otro tipo de tumores y enfermedades, la dependencia, el gasto, el mal olor, la pérdida de capacidades sensoriales...
¿Es tan clara la relación entre fumar y el cáncer de pulmón?
Clarísima, más del 80% de los pacientes de pulmón son fumadores.
Y ahí enraíza su investigación. ¿En qué consiste?
Queremos estudiar el papel que tiene la inflamación [el tabaco induce una reacción inflatamoria potente] en la formación y progresión del adenocarcinoma de pulmón [el subtipo de cáncer de pulmón más frecuente]. Nos centramos en el estudio del mediador inflamatorio IL-11, tanto en su papel en la formación de tumores como en su posible utilidad como biomarcador (diagnóstico y pronóstico) y como diana terapéutica.
¿Por qué es tan tardío el diagnóstico en el cáncer de pulmón?
Porque todavía no existen métodos eficaces para un diagnóstico precoz.
¿Pero existen síntomas, señales de alarma...?
No. Ni síntomas ni señales de alarma temprana. Cuando este tumor se manifiesta ya suele estar bastante avanzado. Además, es un tumor que se disemina muy rápido, incluso cuando se encuentra en estado temprano.
¿Cuál sería un resultado satisfactorio para su investigación?
Si validamos el valor diagnóstico y pronóstico y la utilidad de la vía de IL-11 como diana terapéutica y conseguimos promover la utilización de inhibidores de la vía en clínica, podremos contribuir a optimizar el manejo clínico de estos pacientes y su evolución a largo plazo.
¿Cómo puede ayudar a todo eso la aportación económica recaudada desde Valladolid?
Ese dinero permitirá realizar un proyecto que creemos que tendrá una gran aplicación clínica. La hipótesis ha nacido del trabajo en equipo de un grupo multidisciplinar integrado por médicos clínicos e investigadores científicos.
¿Recuerda la primera vez en su vida que escuchó la palabra cáncer?
No recuerdo exactamente cuándo ni dónde fue. Lo que sí recuerdo es el momento en el que entendí que era la enfermedad que más investigación necesitaba.
¿Y eso fue?
Durante mis estudios en la Facultad de Farmacia, en torno al año 2003. En ese periodo comprendí, por un lado, que, a pesar de todo lo que se sabía del cáncer, era la enfermedad que peor respondía a los tratamientos disponibles. Y por otro lado, viví la amarga muerte de mi abuelo por un cáncer de boca que se lo llevó sufriendo y dejándonos poco que hacer por él.
Decidió que la lucha contra el cáncer sería su forma de vida.
En el último año de instituto (en 1999), decidí que quería dedicarme a la investigación sanitaria. Fue gracias a mi profesora de Biología, que me trasmitió su entusiasmo por esta materia y por la investigación. Más tarde, en 2003, durante la carrera, vi los esfuerzos que requería el conocimiento del cáncer. Desde entonces no he dejado de investigar, desde el cáncer de mama, al cáncer de ovario y endometrio y, actualmente, el cáncer de pulmón. Lo he hecho en diferentes centros de investigación, con distintos equipos de trabajo y en diferentes ciudades.
¿Qué balance hace?
Dedicarse todos estos años al mal pagado, mal valorado, sacrificado e inestable mundo de la investigación me ha supuesto muchas dificultades, pero también alegrías. Estas son las que me han dado la fuerza para seguir luchando por dedicarme a esto y aportar todo mi esfuerzo y conocimiento en intentar que, algún día, entre todos, podamos vencer a esta complicada enfermedad.
Sin embargo...
Sé que la lucha contra el cáncer solo será mi forma de vida mientras que el sistema español me lo permita. Ahora he tenido la magnífica suerte de que me financien este proyecto, pero viendo lo poquito que se invierte en ciencia en este país, desgraciadamente no sé cuanto tiempo más podré dedicar mi trabajo, tiempo y esfuerzo a investigar esta enfermedad. Ojalá las cosas cambien y nuestros políticos entiendan que invertir en Investigación y Desarrollo es invertir en futuro y así podamos seguir dedicando nuestra vida a luchar contra el cáncer hasta que un día podamos ganarle el pulso.
Hay quien les ve, a los médicos, a los investigadores, como héroes.
Solo somos personas normales entusiasmadas por su trabajo. Es lo que nos permite implicarnos al 100%
¿Imagina un futuro sin cáncer?
No. No, porque es una enfermedad intrínseca con la propia biología de la vida. Lo que sí me imagino es un futuro en el que podamos predecirlo con la suficiente antelación como para que no comprometa la vida o tratarlo de manera temprana, personalizada y eficaz, de forma que deje de ser esa enfermedad tan extendida que tanto asusta y que tantas muertes deja cada año.
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