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Mar Domínguez
Viernes, 30 de octubre 2015, 14:40
Maridan con un amplio abanico de propuestas gastronómicas, pero la gran mayoría lo desconoce. La cultura de la cerveza no está tan extendida como la del vino, pese a que su consumo es mayor, y ese es el objetivo del programa Sensaciones líquidas: dotar a los consumidores de la información que les permita degustar y saborear una bebida cuyo origen se sitúa en Egipto y Mesopotamia. Una breve exposición sobre la historia de la cerveza, sus ingredientes naturales y sus características sirvió de introducción a la cata dirigida ayer por el sumiller Julio Cerezo en un taller celebrado en el Pabellón de Cristal del Museo de la Ciencia, organizado por El Norte de Castilla y Mahou-San Miguel, que este año celebra el 125 aniversario de su fundación, y que se enmarca en ese programa de Sensaciones líquidas.
«Porque eso es lo que queremos, que la bebida de cerveza se transforme en una sensación y se disfrute», explicó el sumiller Julio Cerezo durante la introducción histórica de una bebida popular en Mesopotamia y Egipto, y que se introdujo en Europa por griegos y romanos, aunque «ni unos ni otros eran consumidores de cerveza, sino de vino». Fue en la Edad Media cuando en Europa Central comenzó a extenderse su elaboración y, sobre todo, por monjes y religiosas porque disponían de un tratamiento fiscal ventajoso que permitía rentabilizar su producción y venderla a precios competitivos.
Entre los siglos XIX y XX, los avances tecnológicos permitieron la fabricación industrial de una bebida que tiene cuatro materias primas: el agua, el lúpulo, levadura y malta de cereal, fundamentalmente cebada, aunque esta puede ir mezclada con otros, «aunque siempre malteados, ya que con este proceso se obtiene más rendimiento del grano y todos los azúcares; un dulzor que luego es compensado con el amargor del lúpulo», explicó el experto Julio Cerezo. El lúpulo, además, es un conservante, mientras que la levadura es necesaria en el proceso de fermentación y es el producto que va a definir los sabores.
En la mesa
Tras desarrollar brevemente el proceso de fabricación y la clasificación de las cervezas (de alta o baja fermentación), el sumiller comenzó a explicar las sensaciones que deben encontrarse en esta bebida, que acompaña «muy bien» en la mesa. La cata comenzó por una de baja fermentación, aunque durante las dos horas que duró el taller se probaron hasta nueve, cuatro de Mahou-San Miguel y otras cinco de importación, pero que distribuye esta firma.
Cerezo planteó el taller como un juego, de tal forma que tras la cata de las seis primeras desde cómo servirla para que tenga la espuma justa hasta cómo paladearla, los participantes se enfrentaron a una cata ciega de otras tres, momento en el que pudieron poner a prueba los conocimientos adquiridos en esta primera sesión que ha organizado El Norte de Castilla y Mahou-San Miguel.
San Miguel 1515 (premium pilsener), Warsteiner Premium Verum (premium pilsener), Alhambra Reserva 1925 (lager extra), König Ludwig Weissbier (cerveza de trigo), Mahou Negra (tipo Munich) y Grimbergen double (estilo abadía) fueron las seis cervezas que cataron los asistentes antes de proseguir con las tres de sorpresa. Esta bebida, según el experto, marida mejor que el vino con escabeches o verduras como la alcachofa; las lager acompañan mariscos, ahumados y ensaladas, mientras que las de trigo van en perfecta armonía con los ahumados, además de utilizarse con moluscos o en la elaboración de bechamel. Las intensas como las de abadía, mejor tomarlas con asados y caza.
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