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En Justo Muñoz, el expositor de Halloween «gana espacio cada año».
El comercio de Valladolid apuesta por Halloween

El comercio de Valladolid apuesta por Halloween

Esta fiesta gana adeptos entre los establecimientos tradicionales, más allá de las tiendas de disfraces, para intentar aprovechar el último tirón antes de la campaña navideña

Antonio G. Encinas

Martes, 27 de octubre 2015, 20:51

Flores y huesos de santo, sí. Pero también calabazas, calaveras, pelucas estrafalarias, ojos saltones y hasta libros de terror. Porque Halloween está aquí sí o sí. Por las series norteamericanas. Por los colegios, que aprovechan para realizar actividades en las clases de inglés. Por la globalización. O porque el mundo de lo fantasmagórico, al fin, tiene sus adeptos.

El caso es que al comercio vallisoletano, al tradicional, no le ha quedado otra que plegarse al asunto. Porque ya no son solo las tiendas de disfraces, que rebosan telarañas estos días, las que viven uno de sus momentos de esplendor del año. Peluquerías, librerías, jugueterías, fruterías repletas de calabazas y hasta las ópticas empiezan a ofrecer productos relacionados con esta fecha.

Cierto que, por lo que comentan, el resultado aún no es el esperado. «A nivel comercial sí es verdad que alguno aprovecha el tirón que tiene o que ha venido teniendo en los últimos años para colocar alguna decoración especial, pero está más centrado en el tema de la hostelería y de las tiendas de disfraces», explica Jesús Herrera, vicepresidente de Fecosva.

Desde Avadeco, Luis del Hoyo comparte la misma impresión. «Es una fiesta que cada vez tiene más implantación en nuestro entorno», advierte, aunque también comparte la opinión de Herrera respecto a cómo afecta a los diferentes sectores comerciales. «Al comercio le afecta en todo lo relacionado con los disfraces. Si bien es cierto que es la hostelería el sector que se lleva la palma con las fiestas que se realizan en los locales de la ciudad», asevera.

Jugueterías, bazares y tiendas de complementos o papelerías también tienen un nicho nunca mejor dicho de mercado en Halloween. «Los artículos relacionados con esta fiesta también tienen aceptación, y vemos cómo las fiestas en los colegios con disfraces son frecuentes».

La fecha en que se celebra esta fiesta, además, sirve como nexo con la campaña navideña, que comenzará a prepararse en cuanto se inicie noviembre. «Es una fiesta que se consolida, aunque la repercusión en el comercio no alcanza la de otras fiestas como carnaval».

Yolanda Añíbarro y Javier García, de Óptica Total han decidido ofrecer este año lentillas monstruosas. Obviamente, son sin graduación y de un solo uso, lo que quiere decir, explica Javier, que se pueden utilizar un par de días o tres, siempre que no se llevan más de tres o cuatro horas cada uno de esos días. Suficiente para pasar Halloween y adornar el disfraz con un toque impactante. Las hay de lobo, de vampiro, de gato o blancas, como los zombis de Walking Dead. Todas ellas son pupilares, aunque también «las hay esclerales», explican. Son esas negras que aparecen en algunas películas de terror y que cubren todo el ojo. Comenzaron a venderlas el año pasado. «Son un complemento más al disfraz, ayudan a la caracterización», y antes se quedaban en algo propio de una tribu urbana, los góticos. Su precio está entre los 7 euros, las de un solo color, y los 20.

Carolina Crespo, de la peluquería DStilo, se ofrece para completar el estilismo. «He puesto lo de Halloween para animar. Es nuestro primer año y lo hemos puesto porque llama la atención. Hay gente que trabaja en bares y tiene que disfrazarse y necesita maquillarse o despelujarse», dice.

Las librerías son uno de los puntos calientes de Halloween. Es una temática que casa bien, sobre todo cuando se tiene recientito el último estreno de Stephen King. En La Casa del Libro aprovechan para dedicar una estantería completa al terror y añadirle algunos complementos de papelería.

Aunque lo del terror, en este caso, es apto para niños. Como muestra, los juguetes. En Justo Muñoz han visto crecer el departamento Halloween año a año. «Sobre todo es una fiesta para los jóvenes, y tiran mucho los colegios.Los profesores de inglés lo potencian», explican. «También la gente joven para disfrazarse para las fiestas de los bares o de los pisos de estudiantes». Al principio comenzaron a vender pequeñas cosas, como esqueletos móviles. Ahora, la fiebre de adornar las barras de bares hace que complementos grandes, como esqueletos harapientos cubiertos de telarañas, también tengan salida en el mercado.

Se lleva la calabaza. Es producto de temporada, además, lo que hace que en las fruterías esté presente de forma natural. Pero eso no es todo. Muchas de ellas se han sumado a la moda de decorarlas, bien vaciándolas o colocando pegatinas negras a modo de ojos y sonrisas siniestras. Y de ahí a las floristerías. No solo de los Santos viven las tiendas de flores. En Jara, en el Paseo de Zorrilla vieron el negocio hace tiempo. Mientras Virginia explica por teléfono cómo tomaron ese camino se escucha a un cliente preguntar por el precio de las calabazas grandes. Las hay desde 2,50 euros hasta 60. Decoradas o sin decorar. «Cada vez está más Halloween y menos los Santos», dice. «Es así, la tendencia va. Vendemos más calabazas, se aprecia más, está más instaurado el tema de las calabazas durante toda esta época. Halloween nos ha invadido de tal forma que no es un día sino una temporada. Nos están comprando ya y los niños las quieren para los colegios, para decorar». En la floristería las abren, les quitan la carne, colocan esponja de florista las decoran. «Con colores de otoño, frutos, castañas, granadas, lo que lleva el otoño».

Halloween emerge donde menos se espera.

Por ejemplo, en un negocio nuevo dedicado a la venta de grano y especias, desde cacao, café o garbanzos hasta curry, Vamos al grano. ¿Y qué hacen dos vasos con calaveras y calabazas en el escaparate? Pues una de ellas es un preparado para un gintonic. «Lleva manzana, hibisco, escaramujo, corteza de limón, lemon grass, enebro, menta, cilantro, jengibre y pimienta negra. Y dos flores de hibisco». Que da para mucho más que dos copazos de los de balón, claro. Y hay un preparado de chuches especial. Porque está hecho con frutas desecadas. «Banana, coco, arándano, naranja, kiwi y fresa. Para los peques, porque son las típicas chuches de Halloween pero con fruta», explican las promotoras del negocio, Noelia Riol y Noemí Solís. «Como cada vez tiene más tirón esto de Halloween hay que meterse...».

Pero si para alguien resulta natural esto de celebrar Halloween es para los norteamericanos, claro. Y ahí, el negocio de Begoña Melón, American World tiene ventaja. Centrado en productos de allí, como las cocacolas de todos los sabores imaginables que rara vez llegan a Europa, los detalles macabros alcanzan cotas sorprendentes. Como los sobres de sangre. Una bebida energética, en realidad,«que te aporta una dosis de vitalidad durante unas cuatro horas», aunque en este caso no está recomendado para embarazadas ni menores de 12 años. Las pastillas refrescantes incluyen un juego de palabras bastante gore, a juego con la cajita en la que vienen. En lugar de refreshmints, refleshmints (en vez de fresco, carne). ¿Y la cajita? La cara de un zombi con el cráneo tan abierto como si se hubiera encontrado con Rick Grimes.

El pequeño comercio, en realidad, no ha hecho más que adaptarse a la demanda. Algo a lo que también se han sumado, obviamente, las grandes superficies y los centros comerciales. En Carrefour o El Corte Inglés ya han organizado secciones especiales con todo lo necesario para aterrorizar a los vecinos, desde disfraces infantiles a cajas de golosinas. Río Shopping, Vallsur o Equinoccio incluyen entre sus eventos actividades relacionadas con Halloween.

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