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Motivos para la esperanza

Motivos para la esperanza

A veces lloran, pero son lágrimas de secado rápido. No son así mis lágrimas, pues las llevo por dentro

pablo santana martín

Miércoles, 9 de septiembre 2015, 18:24

Siempre hay motivos para la esperanza. En cualquier parte del mundo los niños son nuestra esperanza. Juegan, cantan, ríen. A veces lloran, pero son lágrimas de secado rápido. No son así mis lágrimas, pues las llevo por dentro.

Hoy he tenido que despedirme del campo de refugiados donde he estado ayudando semanas atrás. Hubiera deseado quedarme más tiempo, pero no las circunstancias lo exigen. Días muy intensos, sin duda, pero han pasado tan rápido que juraría que vine hace un par de ellos. Escribo estas líneas casi sin acertar a expresarme. Estoy nervioso. ¿Por qué? Porque he experimentado en mi propia carne las injusticias que genera el odio humano. Porque he visto sufrir lo indecible a los más inocentes. Porque, francamente, no veo una solución inminente a sus problemas y desafíos.

Pero siempre hay motivos para la esperanza y reconozco que aquí la he cultivado. Doy gracias a Dios porque Europa ha abierto ¡por fin! los ojos ante esta catástrofe humanitaria. Los que hemos estado siguiendo de cerca la persecución religiosa y étnica, las consecuencias de la guerra, no dábamos crédito a cómo en los países occidentales vivíamos al margen y, además, nuestros gobiernos miraban hacia otro lado. Ahora espero con especial esperanza a que, en primer lugar, haya un plan claro y urgente para pacificar esta zona. Es inadmisible que un grupo terrorista (ISIS), financiado en el origen por gobiernos occidentales, continúe ejerciendo el terror de forma extrema sin que, aparentemente, haya una respuesta contundente de la comunidad internacional. Y en segundo lugar, espero que todos los europeos reaccionemos positivamente a la acogida de aquellos refugiados que llamen a nuestras casas. Y que también aflojemos el bolsillo. El Papa Francisco ha pedido a las parroquias europeas que acojan, al menos, a una familia. ¿No podríamos, al menos, contribuir con una pequeña aportación a las ONG que actúan sobre el terreno?

No hay nada más reconfortante que ver a un niño o a una familia feliz. Estos días atrás he sentido angustia, miedo, tensión. Sin embargo, la sonrisa de los niños mientras jugábamos compensa cualquier momento desagradable. El mal existe pero, si nos lo proponemos, el bien puede prevalecer: la pelota está en nuestro tejado.

Doy las gracias a El Norte de Castilla por permitirme relatar desde el lugar de los hechos las experiencias que he vivido en mi estancia en Irak conviviendo con refugiados sirios e iraquíes. También doy las gracias a mi familia y a mis amigos que, reconozco, han vivido días de angustia. Verdaderamente ha sido rentable: me he llevado mucho más de lo que he entregado. Que Dios y, nosotros los hombres, les ayudemos.

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