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La Casa-Museo ya construida a principios de los años DE 1970. Archivo Municipal

La casa donde no murió Colón

Reabierta la polémica por la reivindicación catalanista de la figura del descubridor, nadie discute su muerte en Valladolid

Enrique Berzal

Sábado, 22 de agosto 2015, 10:28

«Mientras algunas ciudades italianas, y algunas españolas especialmente gallegas-, sin olvidar las inglesas, pretenden apropiarse la gloria del nacimiento de Colón (), Valladolid no encuentra competencia en que aquí muriera». El Norte de Castilla expresaba de esta forma, el 11 de octubre de 1959, su sorpresa ante el hecho de que la ciudad del Pisuerga no hubiera sabido aún sacar rédito turístico y cultural a tamaño acontecimiento.

Era el origen de la actual Casa-Museo de Colón, cuya finalización cumple ahora 50 años, precisamente cuando vuelven a arreciar polémicas disparatadas en torno al nacimiento del descubridor, concretamente las que reivindican su origen catalán. Hoy en día, más de medio siglo después de aquella bienintencionada iniciativa, sabemos que sus promotores no estaban en lo cierto y que Colón falleció en el antiguo Convento de San Francisco, situado junto al actual Teatro Zorrilla.

¿De dónde procedió el error? Suele achacarse a una frase del historiador Marías Sangrador, que en su conocida Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid, publicada en 1851, afirmaba: «Colón murió en la casa número 2 de la calle Ancha de la Magdalena, que siempre han poseído de mayorazgo los que llevan este ilustre apellido». Sangrador no hacía otra cosa que inferir lo que en aquel momento mediados del siglo XIX- muchos creían incuestionable: que el descubridor del Nuevo Mundo falleció en la vivienda que, según determinados investigadores, habían poseído sus familiares en la ciudad del Pisuerga.

El Ayuntamiento dio el dato por bueno, en 1855 bautizó dicha calle con el nombre del descubridor y en 1866 colocó en la fachada de dicho inmueble una lápida conmemorativa con la leyenda «Aquí murió Colón». Adquirida la vivienda, a finales de siglo, por la comunidad religiosa de las Salesas, muy pronto se hizo público lo erróneo de dicho emplazamiento. En efecto, documentación municipal fechada en 1865 ya acreditaba que la casa había pertenecido en realidad al mayorazgo de los Rivadeneira, y que solo a partir de 1780 había pasado a propiedad de los Colón merced al matrimonio entre José Joaquín Colón de Toledo y Larreategui y Josefa de Sierra y Sarria Salcedo y Rivadeneira.

Así las cosas, mientras investigadores y especialistas colombinos lamentaban desconocer el lugar exacto donde se produjo el fallecimiento del descubridor, lo mismo que el emplazamiento inicial de su sepultura, ciertas obras de reforma y ampliación del convento hicieron que la casa quedara encerrada en el mismo.

No sería hasta finales de la década de los 50, al hilo del desarrollo económico de la ciudad y merced a una importante iniciativa patrocinada por El Norte de Castilla, cuando se retomase el asunto. No por casualidad, el 11 de octubre de 1959, víspera del Día de la Hispanidad, el decano de la prensa española dedicó un amplio reportaje a la morada donde supuestamente se produjo el fallecimiento del descubridor.

El titular lo decía todo: «Colón falleció en Valladolid el 20 de mayo de 1506. En el lugar que ocupó la casa hoy derruida- debe levantarse un Museo Colombino que evoque su figura y su gloriosa gesta». Más curioso aún era el texto que lo acompañaba, pues se trataba de la reproducción íntegra de una carta enviada por Jaime Alba Delibes a su primo, el escritor Miguel Delibes, que entonces ejercía como director interino del periódico.

Calle de la Magdalena

Hijo de Santiago Alba Bonifaz, ministro plenipotenciario de España en Washington y consejero de El Norte de Castilla, Jaime Alba quería aprovechar el 12 de octubre, «aniversario de la más gloriosa gesta de la raza hispana», para proponer la creación de un Museo Colombino en la misma morada donde, aún entonces, muchos ubicaban el deceso de Colón. Concretamente, Alba citaba al historiador John Boyd Thatcher, que aseguraba haber visitado la casa en un viaje a Valladolid:

«En una corta y poco importante calle que va desde la iglesia de la Magdalena a otra más ancha vía titulada Calle de Francos, se encuentra situada la casa en la cual Colon murió... Aparece en condición un tanto deteriorada, pero en la cual una inscripción informa al visitante que se trata de la Casa de Colón y la calle misma es llamada Calle de Cristóbal Colón».

«Puede ser que fuera en dicha casa de la calle de Colón que me dicen fue derribada hace años donde muriera el Descubridor señalaba Jaime Alba-. Pero si efectivamente no existen pruebas documentales, puede hablarse sólo, como digo, de una tradición, probablemente iniciada años después de la muerte, ya que la triste realidad en que ésta no fue recogida por los cronistas y sólo por sus hijos, debido a lo cual al no haberse dado al suceso importancia por los contemporáneos es también posible que el tránsito tuviera lugar en cualquiera de las casas o conventos cercanos».

La propuesta era clara: en lugar de «seguir con la destrucción lenta de este bello barrio, debemos contrariamente procurar realzar su importancia histórica» por medio de la creación de un Museo que bien podría convertirlo en «lugar de peregrinación colombina» y zona de gran atractivo turístico. Alba, que mantenía estrecho contacto con los Caballeros de Colón de Estados Unidos, entidad que ya entonces englobaba a millón y medio de seguidores, aventuraba la posibilidad de que dicho Museo procurase a Valladolid cerca de un millón de visitantes.

Impulsada y patrocinada por El Norte de Castilla -para lo cual Miguel Delibes contó con la colaboración de Ángel Lera de Isla-, la iniciativa concitó muy pronto los apoyos de periódicos y radios nacionales, pero sobre todo de organismos e instituciones como el Ayuntamiento, Arzobispado de Valladolid, Museo Naval e Instituto de Cultura Hispánica. Por su parte, el delegado provincial de Información y Turismo, Antolín de Santiago-Juárez, propuso la creación de un Patronato y que el Centro de Estudios Castellanos estudiase la disposición y los recintos del futuro Museo.

Lo primero no tardó en materializarse: presidido por el alcalde, el Patronato de la Casa de Colón lo compusieron Jaime Alba, el citado delegado de Información y Turismo, representantes de la Diputación, Arzobispado, Universidad de Valladolid, Instituto de Cultura Hispánica y Museo Naval, catedráticos de prestigio, Miguel Delibes como director de El Norte y el gerente del periódco, Fernando Altés Villanueva, como secretario.

La labor de Jaime Alba hizo que el entusiasmo por el edificio cruzara muy pronto el «charco» y llegara a «las Américas», hasta el extremo de que el primer donativo fue obra de la poetisa norteamericana Susana Valentine Mitchell, autora de una vida de Colón en verso, a la que siguieron Carlos Prieto, conocido industrial mejicano, y Jaime del Amo, éste a través de la Fundación que su padre había creado en Estados Unidos. También El Norte de Castilla contribuyó decisivamente mediante la convocatoria de un concurso de ideas entre arquitectos españoles e hispanoamericanos, cuyo jurado, presidido por el alcalde, se decantó por el proyecto de los arquitectos Barroso (padre hijo), premiado con 50.000 pesetas.

De modo que siguiendo esa tradición local a la que se refería Jaime Alba y una vez resuelto por el Arzobispado el obstáculo de la clausura, en febrero de 1962 el Ayuntamiento, liderado por Santiago López González, adquirió por 900.000 pesetas el solar donde estuvo la famosa casa. En él levantó, entre 1963 y finales de 1964, un edificio de estilo gótico-isabelino que recuerda al palacio del almirante Diego de Colón, primer virrey de las Indias y primer duque de Veragua, en Santo Domingo.

El contratista fue Cleofé Villaverde Villa, representante de Construcciones Villaverde, S.L., y en total las obras ascendieron a algo más de cinco millones de pesetas. Aunque el proyecto de los Barroso ya estaba listo en 1965 (la recepción provisional se verificó el 28 de julio), circunstancias diversas retrasaron la inauguración de la Casa-Museo de Colón hasta el 22 de mayo de 1968.

Baile de patrias

«Aún no se conoce exactamente el lugar de nacimiento (). Pero en el 'saga' colombino hay algo que ningún tratadista serio ha discutido; el lugar de su muerte: Valladolid, 20 de mayo de 1506». Jaime Alba Delibes, y con él El Norte de Castilla, se vanagloriaban de esa incontestable realidad histórica, que precisamente ponía a Valladolid en el punto de mira de la atracción colombina.

Aunque por entonces octubre de 1959- ya se daba por descontado su origen genovés, la enorme cantidad de brumas muchas de ellas provocadas por la propia familia del descubridor- seguían alimentando la fantasía sobre su lugar de nacimiento.

De hecho, la penúltima polémica suscitada por el catalán Jordi Bilbeny no es nueva: él mismo la esbozó en 2006, con ocasión del quinto centenario del fallecimiento de Colón, haciendo igualmente catalán a Miguel de Cervantes. Pero es que a Colón le han llovido patrias desde los siglos XVII y XVIII, cuando ingleses y franceses reivindicaron su figura sin base científica alguna. Y algo similar hicieron los portugueses en las primeras décadas del siglo XX.

En España, claro está, no nos quedamos atrás, y desde finales del siglo XIX proliferaron teorías, no pocas de ellas fruto de la emoción nacionalista, que han querido hacer a Colón gallego, mallorquín, catalán, ibicenco, vizcaíno, oriundo de la Alcarria o nacido en La Oliva de Jerez.

Y eso que la publicación de la famosa Raccolta Colombiana, con ocasión del IV Centenario del Descubrimiento (1892), ya acreditó su indiscutible origen genovés. Ahora el debate estriba en qué lugar concreto de la antigua República de Génova vino al mundo: frente a la teoría clásica que lo situa en Mocóseni, algunos investigadores se decantan por Savona.

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