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Víctor Vela
Lunes, 17 de agosto 2015, 08:18
El cadáver del bolardo asesino (poco tardaron las redes sociales en bautizarlo)descansa bajo tierra, en la calle Manzana, desde el pasado 30 de junio, cuando el Ayuntamiento decidió desactivar el dispositivo que en apenas cinco años (no ha llegado a cumplirlos) se llevó por delante los bajos de 41 vehículos. Ahí está todavía, enterrado. Pero por poco tiempo. El Consistorio publicó este viernes, a las 14:41, la esquela.
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Un comunicado oficial informaba de que la próxima semana la calle Manzana estará en obras para que los operarios puedan retirar definitivamente el esqueleto del cilindro metálico. Ahora sí que sí.
Muerto y enterrado.
Valladolid dice adiós al bolardo asesino.
En su lugar, las obras programadas para hoy servirán no solo para retirar los restos del bolardo, sino para diseñar un nuevo paso de peatones, que se trasladará unos metros hacia el interior de la calle Manzana. Además, «se identificará claramente en el suelo» el lugar que no deben sobrepasar los vehículos cuando esté vedado el acceso al aparcamiento. El concejal de Seguridad y Vialidad, Luis Vélez, explicó el viernes por la tarde que el control al subterráneo se hará únicamente a través del semáforo en rojo, que se ha elevado un poco. «Se trata de un semáforo en rojo más y que, por lo tanto hay que repetar». Sí que habrá una cámara que controlará el acceso al parking, pero Vélez desveló que «no habrá multas». «No se va a sancionar», dijo, «porque confiamos en que los conductores cumplirán las señales». En cualquier caso, el Ayuntamiento hará un «seguimiento, y si la cosa se descontrola...». Los trabajos de la próxima semana no impedirán el acceso al aparcamiento.
El dispositivo fue allí colocado en septiembre de 2010 para impedir la entrada al garaje de la Plaza Mayor cuando este estuviera completo. La intención era no permitir el ingreso en la calle Manzana y que los vehículos no permanecieran allí detenidos, o en la propia Plaza Mayor, durante minutos y minutos, entorpeciendo el paso de los viandantes, hasta que uno de los huecos del subterráneo quedara libre. Un sistema informatizado de cámaras controlaba el volumen de vehículos. Cuando se detectaba que la rampa del garaje y el camino de entrada ya estaban ocupados, el semáforo de la calle Manzana se ponía en rojo y se elevaba el cilindro metálico de forma automática.
¿El problema? De sobra sabido. Hasta 41 vehículos sufrieron daños (la mayoría en los bajos del coche) por el bolardo. En algunos casos, con averías que llegaron a rondar los 3.000 euros. Detrozos absolutos. Algunos de los propietarios de los vehículos acudieron a los tribunales y reclamaron que el Consistorio pagara la factura del taller. Sin embargo, dos sentencias dieron la razón al Ayuntamiento porque se demostró que los conductores se habían saltado el semáforo en rojo. La primera resolución judicial llegó en julio de 2013. La segunda, en agosto de ese mismo año. La justicia sentenció que los daños no se podían atribuir a un mal funcionamiento del aparato, sino a la «negligencia» del conductor, «que trató de manera absolutamente precipitada de entrar con el semáforo en rojo».
Una cámara colocada en la calle Cebadería sirvió al Ayuntamiento para certificar al menos en los primeros 24 vehículos dañados que, en todos los casos, los vehículos se habían saltado el semáforo.
Sin embargo, en diciembre de 2012, después de que el bolardo ya contara con un historial delictivo de 34 víctimas, el Ayuntamiento decidió darle unas vacaciones y lo desconectó. El entonces alcalde, Javier León de la Riva, aseguró no estar muy «conforme» con el resultado de este dispositivo, pero añadió que este «no ataca al coche, sino que es el coche el que ataca al bolardo». Por aquel entonces, el cilindro ya era famoso fuera de Valladolid. La revista Auto bild, una de las más prestigiosas relacionadas con el mundo del motor, le reservó dos páginas. Se le dedicaron grupos de facebook. Y el PSOE reclamó su retirada en octubre de 2012, porque «más allá de la culpabilidad en relación con las señales de tráfico que acompañan al bolardo y regulan los accesos, parece evidente la penalización excesiva que sufren los propietarios de los vehículos ven literamente destrozados los bajos. A los daños causados, se suma el problema de acceso que se genera al parking cada vez que se registra un incidente, la intervención que provoca en las fuerzas de orden público e incluso el cuerpo de bomberos».
El propio grupo socialista convirtió al bolardo en promesa electoral, frente a la idea del PP, que León de la Riva expresó con rotundidad:«No pienso suprimir el bolardo. Habrá que mejorar una vez más su señalización». Osea, que ese trocito metálico se ha convertido, en sus apenas cinco años de vida, en todo un símbolo de la política municipal.
Ahora, con responsabilidad de Gobierno, con Óscar Puente como alcalde, elPSOE(y su socio Toma la Palabra) no solo lo ha desactivado (a finales de junio), sino que la semana que viene lo enterrará para siempre.
Descanse en paz.
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