Borrar
Santiago, de Empeños a lo Bestia, posa con algunos de los productos de la tienda.
La calle en donde se concentra el mundo

La calle en donde se concentra el mundo

El tramo de la calle San Isidro, entre la vía y la plaza La Circular, acoge un muestrario de culturas, objetos e historia

Marta Marinero

Miércoles, 12 de agosto 2015, 20:08

Un pequeño tramo que une mundos. La calle San Isidro, dividida por la vía, puede sostener a una civilización en sí misma. Los víveres se pueden obtener en la frutería o en la tienda de productos latinos; el descanso viene patrocinado por la colchonería; la higiene, en el comercio de cosméticos; la vestimenta, en un espacio de ropita infantil y el ocio, de la mano de un pequeño local de artículos de colección.

En esta calle, paralela a la bajada del túnel, se pueden encontrar productos que igual pueder servir para abstraerse de la realidad como para camuflarse en ella. Son «sombreros de pelo», como lo califica Eugenia, propietaria de Comercial Arioma. Pelucas de colores llamativos que se lucen en cosplays en ferias de anime y manga; para salir de fiesta y cambiar de personalidad o para hacer sentirse más mujer a las vallisoletanas que atraviesan un tratamiento de quimioterapia. Sombreros de la suerte los que vende Eugenia acompañada por Judith, porque «a todas las he vendido también el tinte de después». Arioma provoca sonrisas y embellece rostros, tanto locales como extranjeros. Tal es la demanda de productos foráneos, que una estantería está dedicada a sus clientes latinos y afroamericanos. Extensiones, mascarilla de mahonesa para cabellos fuertes o cremas para manchas en pieles oscuras. Pero Eugenia no quiere que su local sea solo eso. También ofrece tocados para bodas, maquillaje y cosmética en general para quien atraviese su puerta.

Una zona, la calle San Isidro entre la vía y la plaza de la Circular, en la que, aunque no es residencia de personas inmigrantes, los dos locutorios con productos latinos en los pocos metros que ocupa la acera hacen pensar diferente. En Abid, los plátanos y alubias sonríen o lloran según el estado de ánimo de quien acude a hablar con sus familiares, amigos, conocidos, novias o mascotas a través del teléfono. Personas que visitan el local mensual, semanal e incluso diariamente a desear los buenos días a sus más cercanos, aunque estén lejos. Si en Perú hay alegría, lo hay también en el locutorio Abid. Adrianas, regentado por Adriana Manuela Díaz, preside el otro negocio de comunicación a distancia, que hace las veces de agencia de viajes, giro de divisas y tienda de comestibles. Sardínas del pacífico en salsa de tomate, almidón de yuca o natillas sabor arequipe son algunos de los pocos productos que siguen presenten en la balda de Adriana, porque su clientela ha menguado cuando «la gente se fue a su país».

El museo

Se puede conocer al género humano en las pequeñas cosas. Por ejemplo, en lo que compra. O en lo que vende. Eincluso en lo que empeña. En Empeños a lo Bestia sí, como el programa de Discovery Channel, y sí, el mismo modelo de negocio, se puede realizar un estudio completo, con tesis doctoral incluida. Este comercio saluda a todo el que entra con dos grandes motos que ya dan pistas de que lo que se va a encontrar en esa tienda no es común.

«Aquí hay algo para todos», afirma su responsable, y corrobora su compañero Santiago. Vestidos de comunión, una pala de piragüismo, dos acordeones, una camiseta de la selección de Vietnam o una pecera son algunos de los objetos disponibles en el local de la calle San Isidro. Otros han sido ya adquiridos pero fueron lugar turístico de vecinos y extraños, como una cabina de rayos UVA. Es la variedad ejemplificada en una tienda. Entre zapatos de cowboy y vinilos hay lugar a las colecciones. Más de 200 libros de Estefanía, con títulos como La pesadilla de un juez o ¡Mi hijo no es un pistolero!, atraen la curiosidad de mujeres entre 30 y 50 años. También lo hacen, aunque no solo a mujeres, 80 muñecas de colección vestidas con trajes típicos de países de medio mundo, 40 de las cuales se vendieron a una misma persona. Una segunda casa para algunas personas que «no salen de aquí».

José Carlos Melgar García tampoco sale. Él entra. Melgar es un recién llegado a la calle San Isidro: «ni tres semanas llevo abierto». Encargado de supermercado toda su vida, fue despedido «porque los antiguos salimos más caros» yapostó por un proyecto que había sido su pasión toda su vida. «En el paro no se puede estar, así que capitalicé lo que me dieron y me embarqué en esto».

Esto es Coleccion@, una tienda especializada en juguetes que me perdonen los fans de coleccionismo de Playmobil y Lego. Melgar aporta tres motivos por los que está intentado hacerse un hueco en San Isidro: «El mundo de los cromos y los legos es mi hobby, en Valladolid no había nada como esto y, por la zona, tiendas de juguetes tampoco hay», explica.

Un negocio para niños, visitado por adultos. Los aficionados que acuden a Melgar superan los 40 años, aunque también lo hacen papás con niños y menores que buscan algo más: «Quiero que esto sea un sitio de encuentro de coleccionistas, pero sin dejar de lado a los niños», explica. Todos los niños, excepto su hija, a la que tiene «prohibido el paso», dice entre risas, porque no haría negocio si ella se pide todo lo que está expuesto.

En Coleccion@ se pueden solicitar productos que en otros negocios de juguetes puede que no haya, y ofrece mayor variedad de cromos que los que oferta un quiosco. En especial, Melgar apuesta por rodearse de Lego. «Es el que más me gusta porque lo tienes que montar todo, con lo que resulta muy educativo». Su casa ya estaba llena de las pequeñas armas de destrucción que provocan una retahíla de palabras malsonantes cuando las pisas. Y ahora lo está también su local.

Este pequeño rincón de juegos, que también tiene figuras de Hulk, Thor, Elsa o La Sirenita, ha venido para quedarse en la calle San Isidro. Para ello, qué mejor que darse a conocer con una buena dosis de color que haga girar la cabeza de todo aquel viandante, y también conductor que atraviese el túnel. Y, ¿hay mejor color que el amarillo color corporativo de Lego, casualidad no es para impregnar las paredes de Coleccion@? Por ahora, ha dado resultado, y el te vi cuando pasaba con el coche se repite con cierta constancia en este pequeño negocio recién abierto, y con ganas de quedarse.

Opuestos en los opuestos

Este afluente de La Circular muestra cómo el pasado y el presente son parte de un uno. A un lado, negocios nuevos y antiguos, para los de aquí y los de allá, ruedas y natillas. Al otro, viviendas con ladrillos desgastados que indican que el tiempo ha hech acto de presencia sobre ellos. En la fachada, una puerta destaca sobre todo lo demás, y en ella, un nombre, Tabacalera S.A., y dos colores, rojo y amarillo gualdo. Conforman un marco muy español, y un nombre muy preciso que recuerda lo que una vez hubo.

Dos portales más allá, de nuevo un opuesto. Tabacalera S.A. comparte cimientos con un herbolario «que lleva aquí toda la vida». Décadas y décadas en las que ha visto subir y cerrar verjas; llegar a nuevos propietarios con ilusión, e irse con lágrimas. Centro Dietético Valladolid es una tiendecita que cumple paso a paso con todo lo esperable en un negocio como ese. Incienso al entrar, un libro antiguo y grande sobre hierbas al fondo y semillas; plantas y cremas en el expositor. Un pequeño paraíso para Neville Longbotton.

La naturaleza que se respira en este negocio se expande más allá de los límites del local; el balcón situado sobre el escaparate tiene pequeñas plantitas verdes que dotan de un toque de color a los ladrillos ennegrecidos que predominan en este lado de la calle. Un signo de que no todo son negocios en esta vía, desmembrada de San Isidro y segada por el tren. En ella habitan vecinos anónimos, cada vez más jóvenes, que llenan de ánimo cada rincón.

Uno de ellos, o más bien una, atrae con su risa la atención de los peatones. Es una chica que no cumple los treinta, lleva 14 años en el edificio y recuerda con cariño a uno de sus vecinos: «él habría sabido contar cientos de historias de la zona». Ahora todos ellos, negocios y vecinos, continúan las historias que el anciano no pudo contar.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla La calle en donde se concentra el mundo