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Teresa de Lapuerta
Martes, 28 de julio 2015, 08:10
Auténticos guardianes de la audacia, catedráticos de la universidad de la experiencia, padrinos del futuro y avales del éxito, la veintena larga de socios de Secot (Voluntariado Senior de Asesoramiento Empresarial) ha hecho posible que en los últimos doce meses un centenar de emprendedores vallisoletanos conviertan en realidad sus sueños. «No damos a basto. Necesitamos más gente que se anime a dar el paso», repite insistentemente el presidente, Tomás Fernández de Larrinoa, quien sostiene que la ansiada recuperación económica no solo se percibe en datos macro como los que arrojaba el jueves la Encuesta de Población Activa (EPA).
Este exdirectivo de Michelin, secretario general y delegado del Balonmano Valladolid durante 27 años, decidió poner su experiencia vital al servicio de los emprendedores y lleva más de una década al frente de la organización altruista, a la que dedica gran parte de su tiempo. «Atendemos los martes y jueves por la mañana en la Cámara, pero estamos conectados las 24 horas y los 365 días del año», acostumbran a decir los seniors en sus charlas y conferencias en las distintas instituciones.
Los socios ofrecen sus experiencias en gestión a aquellas personas que deciden lanzarse a la aventura muchas veces espinosa de emprender un proyecto. El desarrollo del plan de empresa y el acceso a la financiación suelen ser las prioridades, pero desde Secot tratan de dar respuesta a cualquier duda o inseguridad que se le plantee al recién llegado a este mundillo e, incluso, mantienen sus puertas abiertas a futuras ampliaciones o cambios en el negocio. Atienden una media de 160-180 emprendedores cada año y más de la mitad llevan a buen puerto (aunque no sea el elegido en un principio) su negocio.
Empresarios, ingenieros, abogados o economistas. Cualquier profesional cualificado jubilado puede formar parte de este club altruista que ha colaborado en la a veces dura, siempre grata tarea de sacar a flote talleres, peluquerías, bares y restaurantes,perfumerías, asesorías, residencias de ancianos o cooperativas gracias a sus conocimientos, pero sobre todo, a la sabiduría que proporcionan los años.
Talleres Barrientos, en el polígono de Las Raposas, que empezó hace tres años en un local, después amplió el negocio con una nave y ahora va a inaugurar un pabellón de mil metros cuadrados. La ferretería de Ponce de León; la joven despedida de Vodafone que abrió una tienda de cosméticos y ya tiene dos establecimientos; aquel matrimonio de Laguna.... El presidente trata de recordar los negocios más ilusionantes, pero se detiene en seco: «No hay ninguno por encima de otro reconoce la satisfacción está en poder ayudar a la gente. Recibimos unas cartas de agradecimiento tan gratificantes que a veces nos hacen llorar».
Asesorar es acompañar en el camino, pero también decir que no. Y en eso Fernández se pone serio. «El emprendedor nace, pero también se hace: hay que creer en el proyecto y saber del negocio, porque en tiempos de crisis hemos tratado con mucha gente desesperada y con ideas equivocadas». «Nosotros no queremos un negocio que abra, sino uno que no cierre y que, a ser posible, crezca», matiza.
En la gran mesa ovalada que es la sede de la organización Secot cuenta con una oficina en el edificio cameral y tiene a su alcance todos los recursos técnicos y materiales del mismo hay dos grupos bien diferenciados. En el primero, Andrés Liquete, experto en Comercio y Empresariales, asesora en este momento a una pareja procedente de Ávila (Secot está presente en todas las regiones, pero no en todas las provincias). El marido es uno de los socios de una sociedad limitada que va a disolverse y desea saber cómo seguir con el negocio en solitario, como autónomo.
En el segundo equipo de trabajo José González (ingeniero jubilado) ayuda a Javier Vicente y a su hija Ainara, vecinos de Medina del Campo, a dar los primeros pasos empresariales. Es una de las múltiples reuniones que mantendrá con ellos «a veces son tres, a veces son cien y otras infinidad de llamadas telefónicas», cuyo objetivo inicial es abrir una peluquería en la capital.
«Ha sido la gente de la propia Cámara los que nos han dicho que viniéramos a hablar con ellos y realmente son encantadores y nos han atendido fenomenal», relata Vicente al concluir la reunión. Eso sí, el veterano empresario les había puesto «un montón de deberes» que tendrán que tener hechos y con buena letra de cara al segunda cita.
«Les decimos qué es lo que tienen que hacer y qué no deben hacer, pero el plan de empresa lo tienen que redactar ellos», matiza el presidente, que pulula entre los dos grupúsculos. «Tratamos de estar dos socios con cada caso, para que la orientación sea más completa, pero en verano y con tanta gente...».
Nacido por iniciativa de Lucila Gómez Baeza, Secot echó a andar en Valladolid en diciembre de 1992 de la mano de Francisco Martínez Angulo, que acababa de jubilarse como directivo de Michelin. Telefónica, Renault y Michelin fueron las empresas que más socios aportaron en los orígenes. Luego se han unido otras como Acciona, Endesa, Renfe y profesionales liberales.
En el lado opuesto de la gran mesa ovalada Salvador Barrios, el octogenario secretario, revisa los papeles de la asociación. Barrios es junto con Fidel Polanco (antiguo secretario del Ayuntamiento) y alguno más, socio fundador y todavía miembro en activo de Secot Valladolid. Y es que, aunque las nuevas tecnologías hayan ayudado a marginar el saber que se transmite de generación en generación, el valor de la experiencia no tiene precio.
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