Secciones
Servicios
Destacamos
J. Sanz
Miércoles, 24 de junio 2015, 09:02
Puede que la noche resultara un tanto descafeinada, sí, pero lo cierto es que nunca hasta la fecha, al menos en los últimos quince años, se había vivido una noche de San Juan tan poco reivindicativa y a la vez tan festiva. Así, sin más, sin encontronazos, pancartas contra (casi) nadie. Solo fiesta, a secas.
MÁS INFORMACIÓN
Y como muestra de normalidad, y ahí va la bomba, el entorno de la playa de Las Moreras recibió la visita del alcalde, Óscar Puente, para sorpresa de propios y extraños. Nunca, al menos en los últimos quince años, un regidor se había acercado por este paraje, reconvertido en un inmenso botellódromo juvenil, para «disfrutar de la fiesta con los vallisoletanos y, de paso, tomar nota de todo aquello que se pueda mejorar», reconocía al filo de la medianoche el munícipe antes de aclarar que su presencia había sido recibida con «sorpresa, y también con ilusión», sobre todo, en el rincón que ocupan los chiringuitos tradicionalmente más reivindicativos con su antecesor en el entorno de la chopera. Allí ya no lucían las tradicionales pancartas de protesta más allá de una genérica bajo el escenario con la leyenda Felipe VI, no te queremos.
Pero de vuelta a la celebración de la mal llamada noche más corta del año, lo cierto es que esta comenzó pasada por agua y con cientos, quizás miles, de jóvenes cobijados bajo árboles, casetas e, incluso, taponando los dos ojos peatonales del puente de Poniente para resguardarse del aguacero en el entorno de la Rosaleda -al otro lado del escenario oficial de la fiesta-. El frío, con el mercurio rondando los quince grados, lo combatieron con riadas y riadas de alcohol.
Pero eso fue al comienzo, ya que el agua dio un respiro a medida que avanzaba la noche y al filo de las once escampó. Los tres escenarios principales comenzaron a retumbar y la gente, ahora sí, comenzó a tomar Las Moreras a tiempo del tradicional encendido de la hoguera colocado en mitad de la playa. Allí los protagonistas fueron los bomberos, llegados de buena parte de la geografía nacional -hoy arranca un torneo nacional de fútbol 7-, los que realizaron un sentido homenaje a «los compañeros fallecidos» en los últimos años con mención especial para el vallisoletano Álvaro Paredes -el bombero local y alpinista que murió hace dos años en el Himalaya-, según explicó Javier Reinoso, jefe del Servicio de Extinción de Incendios.
Y en su honor, en el de todos, se colocó un ramo en lo alto de la pira antes de que los propios bomberos, claro, realizaran el encendido. Después llegó la fiesta, a secas y en seco, hasta bien entrada la madrugada. Al cierre de esta edición -0:30 horas-, al menos, no se habían registrado incidentes de consideración más allá de cuatro atenciones leves . Un amplio dispositivo de más de setenta personas velaban porque acabara así.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.