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Valladolid vota por vivir en paz

Valladolid vota por vivir en paz

El 82,3% de los vallisoletanos que el 6 de diciembre de 1978 votaron a favor de la Constitución pretendían afianzar la reconciliación entre los españoles

Enrique Berzal

Sábado, 6 de junio 2015, 17:19

«¿La Constitución? Bueno, no sé muy bien lo que es eso, pero si, como dicen, sirve para que haya paz, hay que apoyarla». Así respondía una anciana de Medina del Campo a la pregunta del periodista de El Norte de Castilla. Era domingo, 6 de diciembre de 1978: una jornada histórica, fría y lluviosa, en la que los españoles dieron el Sí a la Constitución, a la democracia en España. A las inclemencias del tiempo achacarían los expertos el incremento de la abstención, diez puntos más alta que la registrada en el referéndum de la Ley de la Reforma Política, celebrado dos años antes, pero también al hecho de que la inmensa mayoría de los españoles daba al Sí como ganador.

Lo cierto es que según los sondeos de entonces, más del 50% de los encuestados reconocía no conocer el texto constitucional y el descontento hacía mella en el entusiasmo democrático. La crisis económica y el terrorismo de ETA quebraban el optimismo.

Las opciones electorales se dividieron entre quienes propugnaban el Sí, los partidarios del No, los que nadaban entre dos aguas y los defensores de la abstención. A estos últimos pertenecían determinados movimientos juveniles y feministas, así como el Movimiento Comunista. Más dudas transmitió la Iglesia católica a través de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, pues si bien reconocía valores positivos en el texto constitucional, tampoco ocultaba sus prevenciones, basadas sobre todo en la enseñanza, las relaciones Iglesia-Estado y el divorcio. A este respecto, el cardenal vallisoletano Marcelo González, entonces primado de España, publicó una explosiva pastoral que instaba a votar en contra de la Constitución por omitir a Dios, no garantizar, decía, la libertad de enseñanza y atentar contra la moral matrimonial. Ni que decir tiene que muchos curas de pueblo siguieron a rajatabla su texto.

Con don Marcelo se alineaban los partidos de extrema derecha, Fuerza Nueva y Falange Española Tradicionalista de las JONS, los Excombatientes y dos formaciones desgajadas de Alianza Popular, la Unión Nacional Española (UNE), de Gonzalo Fernández de la Mora, y la Acción Democrática Española (ADE) liderada por Federico Silva Muñoz. Por razones muy diferentes propugnaban el No la Liga Comunista Revolucionaria y la Convención Republicana.

Las fuerzas políticas artífices del texto constitucional, PSOE, UCD, PCE y AP, se volcaron en la campaña propugnando el Sí. Les acompañaban partidos minoritarios como Izquierda Democrática, el Partido Carlista, la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) y el Partido del Trabajo (PTE).

Uno de los actos de propaganda electoral más relevantes se celebró el 4 de diciembre en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla, donde miembros de PSOE, UCD y PCE informaron a favor del Sí: participaron el centrista Serafín Ríos Mingarro, el diputado socialista Juan Colino y el líder comunista Julián Ariza.

Entre los actos contrarios a la constitución destacó el organizado el 3 de diciembre en el Teatro Valladolid, junto a la Feria de Muestras, por la Coordinadora que aglutinaba a Fuerza Nueva, Falange Española Tradicionalista de las JONS, Asociación de Excombatientes, UNE y ADE; ante más de 200 personas, el falangista Manuel Valdés Larrañaga acusó al texto constitucional de desastre nacional por consagrar el divorcio, el ateísmo y el marxismo.

En ocasiones, la extrema derecha se valió de otros métodos para difundir su ideario: además de arrancar carteles de formaciones que habían participado en la elaboración de la Constitución (según El Norte de Castilla, Fuerza Nueva logró arrancar 17.000 carteles del PSOE), también agredieron a militantes de izquierda y a periodistas, como ocurrió a las nueve de la noche del 1 de diciembre, en vísperas de la clausura de la Semana Internacional de Cine de aquel año: cuatro periodistas, uno de ellos de Diario de Burgos, José Manuel Pahíno, fueron golpeados por militantes de Fuerza Nueva, sin mediar palabra y por sorpresa. Pahíno sufrió rotura de mandíbula.

Pese a ello, la normalidad reinó en la jornada electoral del 6 de diciembre de 1978. En el conjunto nacional, el texto fue aprobado por el 88,4% de los votantes frente al 7,89% que lo hizo en contra, y la abstención ascendió hasta el 33%, diez puntos más que en el referéndum de 1976.

En Valladolid, al igual que en toda Castilla y León, la participación superó con creces la media nacional, pues votó el 74,4% del censo, registrándose por tanto una abstención del 25,6. El 82,3% de los votantes respaldó la Constitución, cifra inferior a la media española, mientras que el 11,5% se decantó por el No, porcentaje muy superior al registrado a escala nacional. Los votos blancos o nulos representaron el 6%, también por encima de la media española.

El relativo éxito de la extrema derecha y de los partidarios de Fernández de la Mora y Silva Muñoz a la hora de captar votos de Alianza Popular explicaría esos porcentajes de voto negativo; mientras que el mal tiempo, la confianza en el triunfo del Sí y la incidencia del elemento juvenil, de 18 a 21 años, menos proclive a la participación, serían algunos de los factores que incidieron en la abstención.

No poca influencia debió de tener, además, la pastoral del cardenal Marcelo, sobre todo en Tierra de Campos, como pudo comprobar el redactor de El Norte de Castilla que se acercó a localidades como Mayorga y Becilla de Valderaduey, donde, según testigos del momento, muchos votaron lo que les dijo el cura.

«La Constitución es la Gran Carta de nuestra convivencia y, ahora, sólo tenemos que echar a andar por esa vía con verdadero espíritu democrático y escrupulosa actitud de respeto a esa Constitución tanto a la hora de encarnarla en las leyes que habrán de desarrollar sus principios así como en la más pequeña de las actitudes políticas y ciudadanas, en la lucha entre las diversas familias políticas y en el talante general de un pueblo a quien esta Constitución otorga realmente la calidad de ciudadano y le saca de la antigua condición de mero súbdito», festejaba El Norte de Castilla.

Para el decano de la prensa, el Sí a la Constitución suponía el afianzamiento del régimen democrático en nuestro país, el triunfo de la convivencia y el respeto: «Ahora, España será lo que queramos nosotros que sea y ya no podremos atrincherarnos en cómodos arbitrismos. Ahora, España puede sentirse también Europa sin trágicas o folklóricas diferencias. Sólo hemos de hacer honor al txto constitucional que acabamos de votar».

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