El ciclo cultural del Esgueva crece con estrenos y producciones propias

Y las rimas del pregonero, los versillos del avisador, escapan de la garganta de Fermín Santorum para diluirse entre las terrazas del entorno de la Catedral, en esas mesas donde se tira la caña a la sombra para bajarle unos grados a la tarde. «Pregón que mandar echar los vecinos y vecinas de la Esgueva, gente amante de su río que orgullosa lo quiere mostrar», recita el anunciador de En junio, la Esgueva, el ciclo cultural organizado por ocho asociaciones de las inmediaciones de un río que se convierte en escenario de teatro, conciertos y rutas turísticas.

Y este año, además, con los ánimos reforzados, con la intención de dar un paso más, de buscar más caudal creativo a la programación. «Esta vez hemos apostado por los estrenos, por creaciones pensadas inicialmente para esta actividad», explica Miguel Ángel Pérez Maguil, uno de los promotores de este cauce de propuestas impulsado por las asociaciones Rondilla, El Refugio, La Unión de Pajarillos, Pilarica, Esgueva, San Pedro Regalado, Vicente Escudero y 24 de Diciembre. «Siempre hemos apostado por una programación cercana, sin muchos impedimentos de producción, con la participación de los colectivos del barrio y una importante implicación del público», indica Maguil, quien resalta los estrenos de Nada nuevo bajo el sol (un espectáculo de marionetas para adultos a cargo de Juanjo Mato) y de una suite musical que Juan Carlos Martín ha dedicado a los ríos de Valladolid (el Esgueva, pero también el Pisuerga, el Duero y el Canal de Castilla) y que se podrá escuchar por primera vez el 20 de junio, en la desembocadura de la Esgueva.

El ciclo estrenará también una renovada dramatización para la visita guiada por el río (con la colaboración del grupo de teatro del barrio Belén) y se refuerzan los actos de poesía y conferencias junto al puente de la Tía Juliana. «No hay multinacionales que financien, y con voluntariado se lo han de organizar, pues asociaciones son, que juntas han de colaborar», recita el pregonero en su recorrido por las terrazas de la catedral (de El Penicilino a El largo adiós) mientras se reparten octavillas del ciclo cultural al ritmo que marca la dulzaina y el tambor de la escuela Tierra de Pinares.