Policías durante el altercado protagonizado por Melchor San José.

Los barrios, contra el alcalde

Catorce asociaciones de vecinos ‘lanzaron’ a las calles, en junio de 1978, a 10.000 vallisoletanos para pedir la dimisión de Manuel Vidal y el fin del caos urbanístico

Enrique Berzal

Martes, 12 de mayo 2015, 19:38

«Alcalde, chatarrero, pájaro de mal agüero», «Los barrios contra el caos urbanístico», «Plan parcial a la finca de Vidal», «Alcalde, Vidal, siervo del capital»Fueron algunos de los lemas más coreados en la multitudinaria manifestación que el 17 de junio de 1978 sacó a la calle a cerca de 10.000 vallisoletanos para protestar contra los atropellos cometidos en los barrios de la ciudad.

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Era el colofón combativo de varios años de protesta vecinal. Porque si en el aspecto urbanístico el desarrollismo de los años sesenta se había traducido en una altísima fiebre constructiva con sonados episodios especulativos, los barrios más emblemáticos y populosos no se iban a ver a salvo de esta espiral perversa.

El momento álgido de la protesta comenzó en 1976, con La Rondilla como epicentro de la misma. Fue entonces cuando la Asociación de Vecinos redobló esfuerzos para salvar la Ribera de Castilla de un proyectado plan parcial que amenazaba la supervivencia de la única zona que quedaba libre de la hipertrofia constructiva, la única capaz de suplir la sangrante carencia de servicios y dotaciones.

«Y es que los dueños de los terrenos plantean edificar nuevos edificios en la Zona escribe Constantino Gonzalo Morell-, presionando al Ayuntamiento para que apruebe un Plan Parcial que legalice la operación». Inicialmente, ésta contemplaba la construcción de más de 2.000 viviendas en un total de 23 hectáreas, quedando otras 38, no edificables, como zona natural. Aunque a finales de 1977 las previsiones ya se habían rebajado hasta las 1.400 viviendas, los vecinos de La Rondilla no estaban dispuestos a transigir lo más mínimo.

A las asambleas siguieron las manifestaciones ciudadanas, los escritos de protesta y el anuncio de nuevas movilizaciones para evitar la operación. La temperatura política subió varios grados más al conocer, el 30 de enero de 1978, la elección de Manuel Vidal García como nuevo alcalde de la ciudad; teniente de alcalde con Francisco Fernández Santamaría, la renuncia de éste y de su sucesor, Manuel María Jiménez-Espuelas, propició que los concejales lo eligieran al frente del Consistorio hasta la celebración de las primeras elecciones municipales democráticas, que tendrían lugar en abril de 1979.

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La decisión no tardó en ser contestada desde la Asociación de Vecinos de la Rondilla, que calificaba a Vidal de firme defensor de los intereses de constructores y promotores. Alertados por su designación y convencidos de que enseguida agilizaría los trámites para aprobar el conflictivo plan parcial, en abril de 1978, los vecinos de Rondilla salieron en manifestación al grito de «Alcalde, dimite, Rondilla no te admite» y «Unidad contra el plan parcial».

Entonces sucedió lo inesperado. Para evitar una manifestación masiva de vecinos, el Ayuntamiento, en contra de la costumbre habitual, decidió convocar para el 30 de mayo un pleno a las nueve de la mañana en esos años se celebraban en torno a las siete de la tarde- y aprobar lo más rápido posible varios planes parciales que afectaban a los barrios de la ciudad, entre ellos el de La Rondilla. Sin embargo, la intención de la alcaldía de mantener en secreto la hora de la convocatoria la desbarató un periodista de El Norte de Castilla, que la noche anterior informó a miembros de la asociación vecinal. Una importante representación del barrio -40 vecinos en total- se personó, con pancarta incluida, en un tenso pleno municipal en el que fueron sometidos a la consideración planes parciales tan polémicos como el «Ribera de Castilla», «Juan de Austria», «Sadeco» y «Chomón».

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Lo ocurrido reforzó más si cabe la enemiga hacia el alcalde por parte de las asociaciones vecinales, partidos políticos y centrales sindicales, que de inmediato se reunieron para exigir su inmediata dimisión. La «Fiesta Popular» celebrada el 4 de junio en La Rondilla, que incluyó la «ocupación simbólica de los terrenos de la Ribera de Castilla», anunciaba lo porvenir. Tres días después, catorce asociaciones de vecinos solicitaban al Gobierno Civil la autorización pertinente para manifestarse el 17 de junio en contra de los planes parciales y exigir la dimisión de toda la Corporación Municipal.

Los convocantes representaban a los barrios más importantes y populosos de la ciudad: Rondilla, Delicias, La Victoria, Pajarillos, Barrio España, Zona Sur, San Pedro Regalado, Girón, Huerta del Rey, San Andrés, Cañada de Puente Duero, Belén y San Juan. A ellos se sumaron numerosos partidos de izquierda y centrales sindicales (CCOO, USO, UGT, PCE, PSOE, PTE, ORT, etc.).

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10.000 vallisoletanos salieron aquel día a las calles de Valladolid para protestar contra los planes parciales, el caos urbanístico y la actuación de la autoridad municipal. Desde el Campo Grande, donde se reunieron a las ocho de la tarde, hasta la Plaza de Madrid corearon lemas contra el alcalde, algunos entonaron «La Internacional», otros muy pocos- ondearon banderas republicanas y los más se limitaron a participar en una protesta masiva y reivindicativa que venía a demostrar el hartazgo de los barrios más pobres de la ciudad.

Todo discurría con total normalidad, sin altercados ni sucesos de importancia, cuando, de pronto, en la calle Duque de la Victoria, un hombre con gafas oscuras se acercó a la cabecera de la manifestación al grito de «¡Arriba España!», mientras, brazo en alto y con la mano extendida, preguntaba: «¿Dónde está el pueblo?». Se trataba de Melchor San José, diputado provincial y ex presidente de la Unión de Técnicos y Trabajadores (UTT) de la sección de Transporte del extinto Sindicato Vertical.

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«El señor San José, que en la Plaza de España había sido entregado, sin que le retuvieran, a la Policía, a causa de sus provocaciones, fue agredido por algunos manifestantes cuando, según algunos testigos presenciales, hizo ostentación de una pistola», informaba El Norte de Castilla. Fue la única nota polémica de una jornada que volvió a demostrar la fuerza de las asociaciones de vecinos más combativas de la ciudad.

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