J. Sanz
Jueves, 7 de mayo 2015, 12:10
Bienvenidos a Valladolid, ciudad de radares. No lo pone así, claro, pero al cartelón de la carretera de Madrid que anuncia a los conductores que acaban de acceder a la capital bien podría añadírsele la advertencia. Allí, justo detrás y en un punto casi imperceptible desde el coche, colocaron ayer los operarios municipales el quinto cinemómetro multicarril, que saludará en adelante a los infractores que superen la velocidad permitida en uno u otro sentido de la circulación frente al colegio San Agustín.
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El poste se encuentra situado en la margen derecha de la calzada en sentido al centro, justo enfrente de la entrada lateral del colegio formalmente es el número 38 de la avenida de Madrid, en un punto un tanto sorprendente al estar tapado por el cartelón de Valladolid y, a mayores, por el poste de una farola. Su presencia, eso sí, estará señalizada convenientemente antes y después del tramo que controla su doble objetivo en las dos direcciones.
Pero lo cierto es que el radar en sí no resulta fácil de ver, en especial, para los conductores que se dirigen a la rotonda de San Agustín, un punto más que conflictivo en el que la velocidad, por añadir un poco más de confusión al lugar elegido para instalar el cinemómetro, está limitada a 60 kilómetros por hora justo antes de su ubicación y se reduce a 40 a través de una señal vertical situada a apenas cincuenta metros del nuevo cinemómetro. ¿A cuánto saltará? Pues, en teoría, todos los radares fijos de la ciudad multan a partir de 61 kilómetros por hora, así que este, en principio, no será diferente.
La incorporación de un radar a las puertas de la rotonda de San Agustín suma un elemento más de seguridad vial al blindaje forzoso al que viene siendo sometido este cruce desde su inauguración en 2002, cuando encadenó una treintena de accidentes en apenas mes y medio llegó a crearse una plafatorma de afectados. Las administraciones decidieron proteger esta intersección inflándola de señales por los cuatro costados, limitando la velocidad a 40 kilómetros por hora, instalando bandas reductoras y advertencias de peligro e, incluso, una cámara de vigilancia.
Eso por un lado, ya que en los dos carriles de salida, en sentido a Laguna de Duero, no hay señal alguna de limitación de velocidad desde el cruce con la avenida de Zamora (ronda interior sur) y la que está situada unos metros más adelante del radar marca 100 kilómetros por hora. Antes, en teoría, habría que ir a 50 al tratarse aún de una vía urbana.
El radar, en cualquier caso, aún no está activado y, al igual que sus cuatro homólogos instalados durante las últimas semanas en las avenidas de Zamora (frente Mapfre) y de Burgos (entre la gasolinera de Repsol y el club Latino), la calle Doctor Villacián (Parquesol) y el Paseo de Zorrilla (Parque Alameda), está en fase de pruebas a la espera de su homologación definitiva. Con ellos la ciudad suma diecisiete radares fijos de velocidad cinco multicarril y doce ordinarios y siete más de semáforo. Lo dicho. Bienvenidos a Valladolid...
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