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J. Sanz
Viernes, 17 de abril 2015, 09:44
Gabriel Pérez Castellanos, un abogado vallisoletano de 24 años, dio ayer el primer paso para intentar acceder a la carrera judicial, un sueño que tiene en mente desde que comenzó Derecho y que comparte con los cientos de aspirantes (771 en total) que ayer se dieron cita en la primera de las pruebas para acceder a los cargos de juez o fiscal celebradas en la Facultad de Telecomunicaciones. Ante sí tenía el reto de responder a un test de cien preguntas en un cuestionario idéntico al resto, pero con la salvedad de que el suyo estaba escrito en braille. Gabi perdió la vista a los tres años y ayer se convirtió en el primer letrado invidente de España que realiza una oposición a la carrera judicial.
Su mera participación en el examen, al que ayer se presentaron 3.982 aspirantes en todo el país para 65 plazas de juez y 35 de fiscal, supuso un hito en la historia de la lucha para derribar los muros de una discapacidad como la suya, que no le impidió licenciarse en Derecho con una nota media de 7,9 en 2013 y obtener un máster el año pasado. Pero para sentarse ante el ordenador adaptado en el que realizó la prueba tuvo que salvar una serie de escollos hasta conseguir el visto bueno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) hace casi un año.
La ley, aún hoy, impide «el ingreso en la carrera judicial a los impedidos física o psíquicamente», aunque la tenacidad de este abogado vallisoletano abrió la vía a otros aspirantes invidentes. Su caso fue estudiado por el máximo órgano de la magistratura y los integrantes de la Comisión Permanente acordaron por unanimidad aceptar su acceso el 13 de mayo de 2014 siempre, claro, que «supere el proceso selectivo». Su futuro, de conseguirlo, pasaría por ocupar «un puesto compatible o adaptado a sus capacidades».
Pero esa es otra historia. Gabi, de momento, realizó ayer en tres horas el examen de cien preguntas sobre derecho Constitucional (10), Civil (40), Penal (30) y Procesal (20) en un aula adaptada a sus necesidades y en idénticas condiciones que el resto de aspirantes en su caso, eso sí, se le conceden cinco horas, el doble que al resto. «Este margen de tiempo es necesario y está regulado porque tiene que realizar el examen en el ordenador y luego hay que imprimir los resultados en braille para que pueda repasarlos», aclara el magistrado Manuel Olmedo, miembro del tribunal de la oposición y jefe de Selección de la Escuela Judicial.
Logística a cargo de la Once
De la logística para que el abogado vallisoletano pudiera realizar la prueba se encargaron dos técnicos de la Once, presentes en el aula 101 de la facultad en la que Gabriel Pérez hizo el examen. «Las preguntas se abren a las diez de la mañana la prueba comienza a las once y se traducen al braille en presencia de los miembros del tribunal, luego se introduce el test en el ordenador con un teclado adaptado y que traduce en palabras tanto las preguntas como las respuestas y, al final, se imprimen los resultados en una impresora adaptada también al braille», resume el magistrado madrileño, quien confirmó al término de la prueba que «nunca antes habíamos examinado a una persona invidente» y aclaró que «todo salió a la perfección».
Los 771 aspirantes a la carrera judicial tendrán que superar la nota de corte y, si lo logran, pasarán por dos pruebas orales en este caso serían idénticas para un invidente antes de ingresar en la Escuela Judicial de Barcelona (jueces) o en el Centro de Estudios Jurídicos de Madrid (fiscales).
¿Cómo lo ve el aspirante vallisoletano? Pues Gabriel Pérez Castellanos reconoció al término de la prueba que, por ahora, solo aspira «a obtener un resultado digno», que él sitúa entre los cuarenta y los cincuenta aciertos. «Espero hacerlo bien, y ojalá apruebe, pero no creo que consiga pasar el corte, ya que solo he tenido seis meses para preparar la oposición desde que acabé el máster», reconocía al concluir su examen. Pero el abogado asegura que su «objetivo es ser juez» y anticipa que piensa «seguir intentándolo en la próxima convocatoria, ya que esa es mi meta».
Nada, si su ceguera, le impedirán intentarlo. «No quiero ser ejemplo de nada, solo soy un abogado que quiere llegar a más», apuntó hace un año al aceptar su solicitud el CGPJ. Ayer, como mínimo, abrió la puerta a la carrera judicial a los invidentes.
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