
Querido Vencejo:
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No puedo despedirme de ti, amigo...
Te alejaste hace mucho y sin embargo desde esa lejania, estabas cerca y presente en muchos momentos, sin saber que estabas.
Deportivamente me crie contigo, viéndote entrenar en el colegio Lourdes y posteriormente compartiendo pista juntos.
Recordaré toda la vida la primera vez que, siendo cadete, entrené con tu equipo, el equipo junior. Te defendia, o eso intentaba, y según atacabas ¡¡¡me diste un puñetazo en el pecho!!!
Me quedé paralizado y ante mi cara de estupor mé soltaste: «Eso es para que te vayas curtiendo». Esas cosas no se olvidan jamás. ¡¡Y claro que te curten!! Estás aprendiendo del mejor, del que huían los 'buenos' del equipo contrario, del que nunca dejaba de luchar... hasta hace 25 dias.
¿Por qué?, ¿por qué?... Estando rodeado de gente que te quiere y te aprecia...
La mente es tan complicada ya veces cruel, que no te permite ver tu alrededor. Seguramente tu realidad diaria era otra, y ahora es muy fácil hablar y decir.
No puedo despedirme de ti, amigo porque aún en la lejania sigues y seguirás aquí, donde las cosas no se olvidan, en el corazón de todos nosotros, porque la mente, te puede jugar malas pasadas.
No quiero despedirme de ti... Amigo Vencejo.
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