Borrar
Las noticias más leídas del sábado 8 de febrero en El Norte de Castilla
Patio interior del Palacio Fabio Nelli, sede del Museo Provincial de Valladolid.
El viaje en el tiempo de Valladolid

El viaje en el tiempo de Valladolid

El Museo Provincial se encuentra en el palacio Fabio Nelli y, entre sus paredes, guarda la historia de aquellos que alguna vez pisaron las orillas del Pisuerga

M. E. García

Martes, 10 de marzo 2015, 16:39

Prepárate para un buen viaje. Eso sí, no necesitarás mucho equipaje porque el recorrido se puede hacer el mismo edificio. Piezas curiosas y destacadas para Valladolid, la comunidad y el país. Es el Museo Provincial y se encuentra en el Palacio de Fabio Nelli, en la plaza que lleva su nombre. El lugar es un recorrido por las huellas de todos aquellos que han ocupado estas tierras desde la prehistoria.

La visita comienza en el neolítico. Lo más llamativo son los restos encontrados en un enterramiento en Villanueva de los Caballeros. Un collar con cuentas de pizarra perfectamente circulares y varias espátulas de hueso calcinado que hace que estos objetos luzcan un blanco nuclear. Parece que estas espátulas se utilizan con un fin meramente testimonial y funerario, al igual que los vasos macizos de arcilla hallados en el mismo lugar. Estos tipos de vaso no se han encontrado en otros enterramientos. Son únicos.

La siguiente parada en el camino es el yacimiento de Fuente Olmedo. Aporta piezas interesantes a la colección que pertenecen a la Edad del Cobre (1800-1900 a.C). Es aquí donde se encuentra una muestra representativa de la cultura campaniforme. Germán Delibes, experto en esta materia, ha estudiado estas piezas: una cazuela, un vaso y un cuenco que representantes perfectos de la época a la que pertenecen. En la misma vitrina se encuentran ejemplos de puntas de lanza perfectamente afiladas, un puñal e, incluso, una diadema de oro elaborado a partir de una pepita.

Piezas de sílex como cuchillos y otras del mismo materia pero que se usaban como punta de herramientas que servían para trabajar en el campo. Estos objetos de piedra acompañan en la vitrina a los objetos destinados a los muertos.

A la Edad del Hierro se llega con los hallazgos hechos en Soto de la Medinilla, uno de los yacimientos más importantes de la provincia que ha dado nombre hasta a un tipo de cerámica. Grandes ollas para almacenar el trigo, y sobre todo, moldes para fabricar objetos metálicos, algo poco habitual durante esa parte de la prehistoria. De la segunda edad del hierro datan unas canicas de las que se desconoce realmente su función. ¿Un juego? ¿Simple entretenimiento para aquél que las moldeó en un día aburrido? En enterramientos se han encontrado cajitas que simulan formas animales que servían para las ofrendas y hasta un salero, un producto realmente apreciado a lo largo de los siglos.

De la excavación de Soto a Padilla de Duero donde se encontraron los objetos metálicos más elaborados hasta la fecha. Destacan las fíbulas, unos broches que servían para sujetar la ropa y que adoptaban forma de caballos. También muchos crisoles que se utilizaban, precisamente, para elaborar esas piezas de metal tan bien acabadas.

Los vacceos, pueblo que ocupó en su totalidad la provincia de Valladolid desde el siglo cuarto al primero antes de Cristo, tienen su sala particular. Muchos de los objetos expuestos se encontraron por casualidad, no en excavaciones. Uno de ellos lo guardaba un particular en su casa hasta que finalmente el museo se puedo hacer con él. Estos tesorillos están formados por brazaletes, collares y anillos que podrían servir como complementos en la actualidad. En cuanto a los enterramientos, los vacceos quemaban a sus muertos y en el museo se pueden ver cerámicas elaboradas para esos rituales funerarios en los que se guardaban las cenizas o, simplemente pertenecían al ajuar de la tumba.

Con ojos del siglo XXI siempre sorprende la perfección que podría alcanzar el ser humano en la prehistoria. Puede que todo sea culpa de Internet o de la televisión que ha provocado que las personas no usen tanto las manos pero lo cierto es que muchas de las piezas expuestas en este y en otros museos podrían pasar por objetos actuales. Incluso las cerámicas fabricadas sin torno tienen formas casi perfectas.

Restos romanos

En época romana dos esculturas resaltan por encima de todas las demás. Una figura de la diosa Isis, hallada durante unas obras en la calle Paraíso y un busto de un personaje desconocido encontrado durante la construcción de la carretera entre Medina de Rioseco y Villalba de los Alcores. En la misma zona se encuentra también una tesa de la hospitalidad algo así como un tratado de no agresión entre romanos y pueblos autóctonos elaborado en bronce con la intención de que perdurara en el tiempo. Y parece que lo han conseguido.

El museo tiene un problema (como casi todos los museos), la escasez de espacio. En sus salas cuenta con partes de algunos mosaicos. Los dos más importantes, hallados en el yacimiento de Villa de Prado, en el barrio de Valladolid actual del mismo nombre, el de la paloma ya que son estas aves las que lo adornan; y el de las estaciones, con Diana cazadora en el centro flanqueada por la primavera, el verano, el otoño y el invierno.

La conclusión es que, a pesar de que Valladolid nunca tuvo una ciudad romana como sí que la tuvo León, es que sí debía haber pequeños asentamientos que en la actualidad han desembocado en los hallazgos de algunas obras de arte en el subsuelo. La mayoría de ellos se han encontrado durante la fase de excavación para ejecutar las obras.

Después de los romanos llegaron los visigodos. Para este pueblo existe un referente incuestionable: Wamba. De allí llegó un tenante de un altar del siglo VII que pertenece a la conocida iglesia de esta localidad. Peor los visigodos también destacaron por su cerámica. Entre las piezas de barro, una cantimplora llama la atención entre vasijas.

Edad Media

Ya en las salas de la Edad Media el sepulcro del Infante Alfonso de Castilla ocultaba una sorpresa. No solo el sarcófago de manera policromada del siglo XIII es una de las joyas del museo. El ataúd que se guardaba en su interior, hecho a imagen y semejanza de los musulmanes, es una de las mejores piezas. Elaborado con cáñamo y seda se encontraba en la iglesia de San Pablo hasta que el Duque de Lerma compró este templo y mandó trasladar a los enterrados allí a San Benito. Durante el proceso mezclaron las piezas y, más tarde, se encontró un vestido del Siglo quince con un gran estado de conservación.

La historia del traje podría ser importante. Los estudios aún no lo han confirmado pero podría haber pertenecido a una hermanastra de la Reina Isabel la Católica.

En pintura la mayoría de las piezas que se encuentran en el museo pertenecen a artistas que no son vallisoletanos. Sin embargo, en sus paredes cuelgan cinco cuadros de Antonio Vázquez, fácilmente reconocibles por el tamaño de las orejas que pintaba a sus personajes. Los santos, en los siglos XV y XVI se representaban de la misma manera siguiendo el modelo establecido por el santoral de La Leyenda Dorada.

Piñas de madera de estilo mudéjar cuelgan del techo de unas salas del museo. Fueron rescatadas del antiguo Palacio del Almirante durante su demolición para la posterior construcción del Teatro Calderón.

De Peñafiel proceden dos piezas. Una escultura de un niño Jesús tumbado sobre una calavera es una interpretación de la inocencia sobre la muerte y, aunque pueda parecer algo extraño y hasta escabroso es habitual en tumbas. Al niño lo acompaña una pintura mural de la Anunciación con Salomón e Isaías del siglo XV.

Para el museo una de las piezas más queridas es un medallón de piedra caliza del que destaca una cabeza. Lo más seguro es que sea la del constructor del Palacio, el propio Fabio Nelli, o eso se quiere reer ya que es un objeto que se encontró durante la restauración del palacio para convertirlo en museo.

Como curiosidades últimas, tres que afectan a la capital. Una maqueta, en madera del antiguo Ayuntamiento de Valladolid. Ese que mandó construir Felipe II tras el incendio de 1561 y que sirvió para que el rey planificara la urbanización del centro de la ciudad. Y la segunda: En la misma sala una espada, un cofre y un escudo en hilo. La tradición popular dice que la espada perteneció al Conde Ansúrez y el cofre a su esposa. El escudo, hecho en tela, sí que pertenece a la familia Ansúrez pero los dos círculos añadidos a ambos lados indican que se trata de sus herederos. La tercera, un plano que proyecta lo que en su día será el actual Campo Grande.

Estos y otros tesoros son los que guarda este museo. Algunos traídos desde otros lugares de la Península. La visita merece la pena porque siempre es un buen momento para aproximarse a la historia que más cercana.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El viaje en el tiempo de Valladolid