Valladolid pide «más respeto para los animales» durante la bendición del patrón

Ana muestra emocionada una fotografía de Nicolás, salpicada con gotas de agua bendita. «Es buenísimo, pero no ha podido venir conmigo. Ya está mayor, trece años, y lo he tenido que dejar en casa con diarrea», se justifica. Como alternativa, se ha acercado hasta la iglesia del Salvador, en la capital, con un retrato del perro para que el párroco, José Heras, bendiga su imagen. El año pasado le trajo muy buena suerte. Nicolás padecía entonces una gravísima infección intestinal. «Estuvo muy malito, muy malito», rememora Ana, quien también tuvo que dejarlo en casa y acercarse ella a festejar el día de San Antonio Abad, patrón de los ganaderos y los animales. «El santo se portó y Nico mejoró. Espero que este año también sea afortunado». Ella es una de los muchos vallisoletanos que ayer se acercaron hasta la plaza del Salvador para pedir al santo la protección de sus mascotas.

Hubo mayoría de perros, es verdad (y sin importar las razas o las etiquetas), pero también se vieron pájaros en sus jaulas, hurones... El de Beatriz se llama Tiramisú, «aunque le decimos Misú». Llegó a su hogar hace un año, después de que la protectora Propatas lo rescatara del abandono. «Ahora le mimamos mucho.Tiene su habitación con juguetes. Y no requiere muchos cuidados. Sobre todo hay que estar pendientes para que no les de mucho la luz. Come carne y piensos específicos, así que no es muy complicado», apunta Bea.

También gatos. Como Lupita. Tiene dos meses. Y recibe la bendición en brazos de María delMar, la vecina que vive en la casa frente a la de sus dueños, en Barrio España.«Lo que pasa es que ellos tienen 84 y 88 años, ya están muy mayores, no podían traerla ni ellos ni su nieto David. Así que he venido yo en su lugar». También dos meses tiene Lucas, un yorkshire que María José ha recibido este año como regalo de Reyes y que hace compañía a Paul, el boxer de nueve años que ya estaba en casa.

Hay más novatos en la bendición, como Carlos y Patricia, que se han venido con Leo, Pequi y Luna. Y junto a ellos, veteranos. Begoña es vecina deHuerta del Rey y vive en casa con Olivia y Baxter, dos basset hound que son más que de la familia.«El día que les pase algo, me da a mí también», reconoce Begoña mientras recoge con una sonrisa de orgullo los piropos que reciben sus perros.

Todos ellos esperan a las puertas de la iglesia del Salvador, abarrotada de fieles, quienes, con su mascota en brazos o en el regazo, atienden a la celebración religiosa que presiden Eugenio Oterino y José Heras y en la que reclaman más «respeto para los animales»y proclaman «un mundo más ecológico». Los ladridos acompañan de fondo la homilía y se escuchan también durante la comunión. «No tengas en cuenta nuestras mordeduras y nuestros pecados», dice Heras con humor antes de animar a darse la paz... o la patita. Lo hacen por ejemplo Pippa, Fanta, Katana, Pipo y Kobe. Son «primos», como apuntan sus dueños, quienes todos los días se reúnen de paseo en Portugalete y esta mañana de sábado comparten banco en la iglesia.

La jornada tuvo un especial recuerdo para el sacerdote Valentín Arribas, fallecido en diciembre de 2013, quien, durante años, bendijo a los animales en este día grande de San Antonio Abad.